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La hilaridad contenida de los jueces

Decía el señor Chaves: «Imposible debatir en los Consejos de Gobierno las miles de aplicaciones presupuestarias»

La Universidad de Gotemburgo finalizó el tercer Índice de Calidad de Gobierno encargado por la Unión Europea, donde analiza las prestaciones de servicios públicos, la calidad institucional de los gobiernos regionales y nacionales, más el nivel de corrupción. Nada extraña la elección por su prestigio: excelencia del profesorado y matricular cada curso a casi ¡40.000 estudiantes!  La imparcialidad de la encuesta reside en 78.000 preguntas a ciudadanos europeos.

Quedé perplejo. En calidad gubernamental Andalucía ocupa el último puesto (33,2 %)  mientras el País Vasco obtiene la mejor (63,6%). A nivel global España ocupa el puesto número 18 de 27, por delante de Italia, Croacia y Letonia. El segundo apartado, referente a la imparcialidad a la hora de prestar servicios públicos, Cantabria es la comunidad más valorada y la menos Andalucía. Con lo expuesto me parece suficiente, aunque los datos totales son más numerosos, puestos a disposición de los interesados por la citada Universidad.

La sordera mental de los dos expresidentes y 22 imputados al desconocer absolutamente nada sobre el sistema de reparto convertido en falsos EREs ¡durante más de diez años y bailando la impresionante cifra de 850 millones de euritos!

Ahora, en la pseudoferia de los juzgados sevillanos a la par de la otra, la grande de Los Remedios ─caprichos del destino─ vienen ocurriendo unos hechos dignos de figurar en otro apartado para la próxima encuesta universitaria, difícil de pasar inadvertidos para los flemáticos pero sagaces suecos: la sordera mental de los dos expresidentes y 22 imputados al desconocer absolutamente nada sobre el sistema de reparto convertido en falsos EREs ¡durante más de diez años y bailando la impresionante cifra de 850 millones de euritos! Y precisamente aquí, en esta Andalucía de sabor a pueblo, parlanchina y chismosa, rasgo emblemático de su identidad.

Valga la licencia del breve diálogo, fruto de mi calenturienta magín o, tal vez, empachado por tragar excesivas ruedas molineras. «¿Has visto su plan de vida? ─comentarían observando el panorama─, pero si ese cobra la mitad de mi sueldo…». El otro, más prudente o temeroso diría: «Calla, Pepe, deja la ‘alta política’, si se enteran te veo barriendo aquel rincón…, los amiguetes van a lo suyo, conocen a la clientela…».

Resultaría fascinante leer las mentes de los señores magistrados

Cualquier medio pensador, tal vez más los relacionados con la enseñanza, saben de las rocambolescas escusas del alumnado para escapar de una pillada, con frecuencia con ingenioso y pícaro arte, incluido el esfuerzo del profesor por no soltar una sonora carcajada. Resultaría fascinante leer las mentes de los señores magistrados, quizá también entrenadas para amordazar la hilaridad ─dicho lo cual con mi respeto ciudadano─. Amnesia general, esotérica epidemia digna de figurar en el programa de misterios de don Iker Jiménez y causa  para abrir un departamento neurológico especializado en el SAS.

Decía el señor Chaves: «Imposible debatir en los Consejos de Gobierno las miles de aplicaciones presupuestarias». Posible, don Manuel, decimos los paganinis de impuestos aunque le ofenda la metódica duda a usted y a nuestros amnésicos e impotentes gestores políticos. ¡850 millones camuflados por caminos vecinales durante más de diez años llevados por interventores y ayudantes altamente cualificados! A fin de cuentas el más sincero fue el señor Guerrero al usar el descaro cuando con su chófer visitaron, comieron y alegraron sus pajaritas en lugares poco recomendables y muy prohibitivos para los encajonados en una nominita.

Pero aquí sí pasan cosas, aparte de ocupar el último puesto en calidad gubernamental.

En Andalucía, tierra de grandes arácnidos tejedores de pegajosas telas donde envolver sus presas, existen los mirones, parados y aburridos, algo similar a nuestros antecesores, los braceros seculares de la espera. Pero aquí sí pasan cosas ─aparte de ocupar el último puesto en calidad gubernamental─ como el volver a ganar las próximas elecciones el partido donde los expresidentes militaron durante su vida. Milagro latente, delirio tremens de los psiquíatras suecos al comprobar cómo sus encuestas romperían sus elaborados baremos si las aplicasen con puntería en el más sureño confín de Europa.