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Es la hora de evitar unas terceras elecciones

Nacho Trillo
Nacho Trillo

Tras la entrevista del Jefe del Estado, Felipe VI, con la indigna Presidenta del Congreso, Ana Pastor, se dio por restablecida la normalidad constitucional a efectos de que continúe lo previsto en el artículo 99 de la Carta Magna.

Este procedimiento constitucional fue secuestrado durante el mes de agosto en el tiempo, en el fondo y en la forma, por expresa voluntad política de Mariano Rajoy, basada en espurios intereses partidarios y personales.

Ha tenido que suceder la negativa del Congreso a su investidura, simultáneo al fracaso de las presiones de chantaje con impresentable despliegue mediático  sobre el principal partido de la oposición, el PSOE, para que se retorne a la senda marcada por la Carta Magna.

Ana Pastor, desde que fue nombrada para presidir el poder legislativo, con el apoyo al PP de Ciudadanos y nacionalistas e independentistas, ha venido ejerciendo sus competencias como servil miembro de su partido, ajena al interés general de la institución donde radica la soberanía popular, tan solo atendiendo a la férrea disciplina dictada por Mariano Rajoy, presidente además de un Gobierno en funciones que ha seguido negándose a ser sometido a control de las Cámaras, al igual que lo hizo en la anterior legislatura, como si estuviéramos ante un Régimen bananero.

Y por si hubiera dudas sobre la constricción y rectificación del PP, ahí queda, a dos minutos tras la frustrada investidura de Mariano Rajoy, el desvergonzado y provocativo nombramiento político, que no funcionarial, del defraudador fiscal, José Manuel Soria.

Tras la citada entrevista Real, el Jefe del Estado no ha prorrogado su confianza para que Mariano Rajoy vuelva a ser investido. Ha dado un margen de tiempo para que los distintos grupos parlamentarios puedan llevar a cabo las actuaciones que consideren convenientes con la finalidad de tomar las mejores decisiones que resuelvan los problemas de los ciudadanos.

Automáticamente significa que la pelota ahora está en el tejado de todas las formaciones políticas para que se pongan de acuerdo, dando la oportunidad a las fuerzas políticas que llevan la regeneración y el cambio en sus programas electorales a que pudieran formar una nueva mayoría al objeto de resolver favorablemente una investidura que conlleve la formación de un nuevo Gobierno.

A estas alturas del guión, no voy a ocupar demasiado espacio para argumentar que un partido, como el PP, calificado en cinco sumarios judiciales como organización criminal creada para delinquir, con la apretada agenda de banquillos judiciales que le esperan para penar sus fechorías, no puede formar parte de ninguna fórmula gubernamental de futuro, más cuando se trata de practicar la inaplazable regeneración, antes que la excrementicia nos inunde, así como la revisión de sus involutivas políticas en derechos, libertades e igualdad, que posibilite la entrada de España en una nueva etapa de decencia y de progreso.

Y por si hubiera dudas sobre la constricción y rectificación del PP, ahí queda, a dos minutos tras la frustrada investidura de Mariano Rajoy, el desvergonzado y provocativo nombramiento político, que no funcionarial, del defraudador fiscal, José Manuel Soria, meritorio para el Banco Mundial por sus sobrados conocimientos para esconder el dinero negro en los paraísos fiscales, que se ha saldado con el mayor de los escándalos a nivel nacional e internacional.

No se entiende que Ciudadanos, nacido según sus principios inspiradores para regenerar la vida política española permanezca un segundo más asociado a quien lo único que le puede reportar es impregnarlo de su enjambre de inmundicias.

Que se tome nota por si aún queda algún ingenuo o colaborador necesario para seguir apoyando a un partido estructuralmente corrupto que en la Unión Europea estaría legalmente disuelto e inhabilitado y encarcelado sus dirigentes.

Por tal motivo, no se entiende que Ciudadanos, nacido según sus principios inspiradores para regenerar la vida política española permanezca un segundo más asociado a quien lo único que le puede reportar es impregnarlo de su enjambre de inmundicias. Prolongar el grotesco papel hecho por Ciudadanos de que el PP encabezara un Gobierno para la regeneración, se hace más insostenible que nunca. Sería igual como pedirle a su portavoz, Rafael Hernando, que dirigiera un máster para la carrera diplomática.

Ciudadanos si no quiere ser otro fallido histórico del centrismo político español, que bastantes antecedentes cuenta en nuestra historia contemporánea, debe abandonar a la mayor brevedad su actual posicionamiento y sumarse a las fuerzas de cambio.

Albert Rivera, tiene que recuperar el fresco discurso empleado en la campaña del 20-D sobre la irreversible regeneración que debe presidir la vida política de nuestro país y que puso fin al bipartidismo.

Los más de tres millones de votos recibidos por Ciudadanos en las urnas, tras una campaña, la del 26-J, de enorme hostilidad cuando no de ninguneo propiciado por el PP, avalarían per se el nuevo giro que debe emprender. Además, su inequívoca actitud expresada en campaña, mantenida en posterior discurso. Con Mariano Rajoy ni con el PP, a ninguna parte. Aunque más tarde hicieran lo contrario, les lleva ahora a no tener que dar demasiadas explicaciones ni sorprenderse sobre su nuevo viraje. De lo contrario, Ciudadanos está muerto.

Albert Rivera, tiene que recuperar el fresco discurso empleado en la campaña del 20-D sobre la irreversible regeneración que debe presidir la vida política de nuestro país y que puso fin al bipartidismo, origen de los muchos vicios que rigió la vieja política, y no contribuir a fomentar la nostalgia por un pasado que desde que feneció la gobernabilidad de España se está haciendo imposible.

Igualmente, para que se llegue a un acuerdo de Progreso, es necesario que se mueva Podemos hacia la flexibilidad, abandone el maximalismo y recupere el discurso transversal que le sirvió antes del actual estancamiento y en evitación de su más que previsible hecatombe y voladura que le significarían unas terceras elecciones. A volver a ser el mismo que manifestaba que la sociedad española no podía caer en la trampa de dividirse entre izquierda y derecha sino entre los de arriba y los de abajo, entre regeneración y corrupción, entre profundizar la democracia o seguir apostando por la semidictadura de las mayorías absolutas. El mismo que le llevó, entre otras cuestiones, a apoyar el pacto en Grecia de Syriza con el nacionalismo derechista heleno de ANEL.

El homólogo portugués de Podemos, el Bloco, con un programa más radical ha llegado a acuerdos para la gobernabilidad lusa con el PSP, a pesar de que plantee y mantenga la salida de Portugal de la Eurozona.

Podemos debe abandonar su estéril planteamiento de considerar que no puede participar en un acuerdo donde esté Ciudadanos porque le separe el bloque económico. Estaría no solo mostrando su inmadurez y bisoñez sino también su incultura e incapacidad para el pacto. Su homólogo portugués, el Bloco, con un programa más radical ha llegado a acuerdos para la gobernabilidad lusa con el PSP, a pesar de que plantee y mantenga la salida de Portugal de la Eurozona. Por no hablar de ese mismo acuerdo de los socialistas con el duro PCP que plantea la salida de Portugal de la UE.

Tampoco puede decir Podemos que ellos siempre han venido diciendo lo mismo ¿Qué tiene que ver el discurso de Podemos del 26-J del sorpasso al PSOE y su pacto con IU, al de su nacimiento hace más de dos años? ¿O con el de las Europeas del 2014, o el que se presentó el 20-D confraternizando en complicidad con Ciudadanos en el predebate que organizó Jordi Évole? No se le caen encima al líder de la formación morada los anillos del Señor ni el juego de Tronos si contribuye a la salida de Mariano Rajoy y del PP del Gobierno; si, si se autoinmola y lleva a Podemos a los cementerios que ahora está municipalizando Manuela Carmena.

Y la responsabilidad política, siendo de todos, mayormente está minando a los partidos emergentes por las expectativas levantadas, hoy convertidas en decepción ante sus respectivos votantes.

Las fuerzas de la regeneración deben sentarse, juntas, o por separados, nucleadas por Pedro Sánchez para llegar a un obligado acuerdo.

De lo contrario, que sepan que por sus torpezas desde el 20-D al día de hoy, una vez desaparecido el entusiasmo que hace un año mostraba el cuerpo electoral, tras el insoportable cuatrienio negro de retrocesos en derechos y libertades y en calidad de vida, una nueva cita electoral conllevará un aumento de la abstención. Y la responsabilidad política, siendo de todos, mayormente está minando a los partidos emergentes por las expectativas levantadas, hoy convertidas en decepción ante sus respectivos votantes tras ponerse al descubierto sus incapacidades para gestionar con coherencia y responsabilidad el post bipartidismo.

Asimismo, hay que apelar al compromiso de baronías y veteranías giratorias del PSOE para que no torpedeen más a su secretario general, Pedro Sánchez, que precisamente no adolece de ninguna minusvalía en su legitimidad democrática ni su nombramiento ha sido provisional cuando es el primer líder de la historia del socialismo español que ha sido elegido por el conjunto de la militancia en urnas de primarias.

Ha llegado la hora de poner fin a los insultivos discursos basados en lo que diferencia y no lo que une, para ponerse a trabajar fuera de los platós televisivos de cara a hacer política seria.

Urge  poner fin a este estado de cosas que amenazan con italianizar irreversiblemente la vida política española. Un Gobierno de Progreso donde no estén los corruptos ni el parido que los ampara, se hace inaplazable.

Porque mientras han venido ocurriendo estériles discursos mareando la perdiz sobre si son galgos o podencos lo que les separan, continuado tras e 26-J como si nada hubieran aprendido, la mafia ha seguido golpeando la moral y los bolsillos de la ciudadanía española. No son menos graves las nuevas catervas de corruptos aparecidos en el PP como los asimismo preocupantes casos de Ausbanc o Manos Limpias que han venido dando continuidad a otro nivel a lo que las Gürtels o las Púnicas realizaron para financiar al PP y de camino forrar a sus intermediarios y tesoreros.

La corrupción como la imagen de impunidad se está extendiendo como mancha de aceite en la sociedad española, a la vista que los Marios Condes, Rodrigos Ratos, Luises Fuertes Bárcenas… siguen en la calle o Rita Barberá está blindada en el Senado. Urge  poner fin a este estado de cosas que amenazan con italianizar irreversiblemente la vida política española. Un Gobierno de Progreso donde no estén los corruptos ni el parido que los ampara, se hace inaplazable.

Entre tanto, el PP ha proseguido haciendo de las suyas: Incrementando el déficit presupuestario para que los recortes futuros tengan que ser aún más dañinos, vaciando la caja de las pensiones o permitiendo la entrada en vigor de sus leyes, como la LOMCE o la de Montes que permite desde la pasada semana que se pueda construir en terrenos incendiados.

Señorías del cambio: es vuestra oportunidad. No la despilfarréis otra vez, que la paciencia del electorado también tiene sus límites y ya os valoran con una nota por debajo del subsuelo. Ha llegado pues la hora de levantarla.

Siete de septiembre del año dos mil dieciséis. A 263 días del 20-D.