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La ‘incertidumbre fea’ que tiene Alaya

La magistrada Mercedes Alaya ha irrumpido en el contexto del inicio del juicio por los Eres fraudulentos para decir que la sentencia que llegará dentro de muchos meses, a priori, no le huele bien. Más exactamente, desde una tribuna lejana en Valencia ha dicho que, aunque tiene «la mejor» de las sensaciones ante la vista oral, le genera «una incertidumbre fea» la sentencia que pueda dictarse con posterioridad.

La expresión “incertidumbre fea” puede dar lugar a muchas interpretaciones, aunque normalmente cuando de antemano afirmamos que fulanito lo tiene feo ante un tribunal, estamos queriendo decir que le van a freír vivo con la sentencia. Parece que no es el caso de la Sra. Alaya, quien pese a la ambigüedad de sus expresiones, podemos afinar algo más si analizamos lo que quiso decir con esta otra frase: «Como instructora del caso, mis sensaciones son buenas, lógicamente. Luego, la sentencia que se dicte pasará a la Sala de lo Civil y Penal del TSJA, teniendo en cuenta que un tercio de sus miembros han sido elegidos por el Parlamento autonómico y el presidente del tribunal, al que tengo todos mis respetos, también es un cargo discrecional». (Error,  el caso Eres no tiene apelación ante el TSJA, sino casación en el Supremo)

 

¿Y las feas? Pues las que proyecta el sistema de elección de jueces del TSJA, incluido su propio presidente Lorenzo del Río a los que, queriendo o sin querer, pone en cuarentena por el origen de sus nombramientos.

 

Una interpretación libre y de andar por casa tras leer esta frase de Alaya nos conduce a traducirlo así:  ella está segura de su trabajo como instructora de los Eres, por eso tiene buenas sensaciones. ¿Y las feas sensaciones? pues las que proyecta el sistema de elección de jueces del TSJA, incluido su propio presidente Lorenzo del Río a los que, queriendo o sin querer, pone en cuarentena por el origen de sus nombramientos. En cuarentena es poco, la polémica jueza de los Eres, puede ser interpretada como cuestionadora de la independencia y la profesionalidad de aquellos magistrados/as que han sido propuestos por el Parlamento de Andalucía para el TSJA. Algo, por cierto, que con sus antecedentes críticos con la juez Bolaños, no resulta nada novedoso.

Así, la famosa jueza del troller, a la que nunca escuchamos la voz durante la larguísima y compleja instrucción que dirigió desde 2011 con puño de acero, anda dedicada de un tiempo a esta parte a poner sobre la mesa uno de los grandes males de origen de nuestro sistema judicial, la elección de jueces por los politicos, la misma fórmula por cierto que operó en la elección de miembros del CGPJ y que a ella tanto respaldaron cuando el socialismo sureño se revolvía contra la indomable instructora y sus métodos dictando autos de detención e imputaciones.

Pero, se preguntará mucha gente, por qué la Sra. Magistrada insiste machaconamente en recordarnos a los españoles que la Justicia es un cachondeo ­– frase de Pedro Pacheco por la que la Justicia le mantiene desde hace años en la cárcel con crueldad rigorista– y también por qué nos quiere da a entender Alaya que el caso Eres será resuelto finalmente mediante manejos extrajudiciales, presumiblemente de la mano del PSOE y los magistrados de su cuerda.

 

Alaya sabe, mejor que nadie, que su instrucción o tesis de la pirámide, de la que hablaba en sus primeros autos, cogida con alfileres punzantes en la llamada pieza política, será casi con toda seguridad desautorizada en la sentencia que dicte en su día (lejano aún) la Audiencia Provincial

 

Lo hace simple y llanamente porque a estas alturas Alaya conoce al detalle que sus más polémicas decisiones procesales han sido tumbadas por instancias superiores o por su sustituta María Núñez Bolaños, a la que puso como hoja de perejil por escrito, antes de que fuese nombrada. «Yo no critiqué a esa señora. Yo manifesté mis dudas personales a quien tenía que manifestarlas (al presidente del CGPJ) no al público en general». Se ha defendido la jueza en su conferencia valenciana, lamentando la filtración de su duro alegato. Un escrito en el que llegaba a hablar incluso de las supuestas amistades personales de Bolaños con el consejero de Justicia Emilio de Llera y la administración socialista a través del marido de Bolaños.

Alaya sabe, mejor que nadie a estas alturas, que su instrucción o tesis de la pirámide, de la que hablaba ya en sus primeros autos, cogida con alfileres punzantes en la llamada pieza política, será casi con toda seguridad desautorizada en la sentencia que dicte en su día (lejano aún) la Audiencia Provincial de Sevilla. Y, ciertamente, para una instructora que ha utilizado para su trabajo criterios políticos y/o politizados, al margen de los generados en el aspecto penal por la propia causa, que al final se demuestre la inocencia de los políticos más importantes del Caso Eres, es tanto como colocarla en un cadalso en el Prado de San Sebastián, escenario en tiempos de muchos Santos Oficios en Sevilla.

 

El problema de Mercedes Alaya, en el actual contexto judicial politizado hasta el tuétano, es mucho más serio desde el punto de vista profesional ético y estético.

 

Después de muchas décadas de cubrir informativamente casos judiciales no recuerdo ni un solo juez instructor obsesionado más de la cuenta con un caso y por su resolución final en instancias judiciales superiores. 

Alaya, en este sentido, es un caso único a la vista de las cosas que está diciendo desde que ascendió –por petición propia– a la Audiencia y la obligaron a dejar los Eres, actitud que podría revelar una gran obsesión por el que parece que ha sido el caso de su vida hasta hoy.

No se hunde el sistema judicial, por tanto, cuando a un instructor le enmienda la plana la Audiencia y a ésta el TSJA y a éste el TS y a la máxima instancia judicial española le corrige Estrasburgo. En estos casos, siempre, son los usuarios de la Justicia las víctimas a las que una investigación de años destroza vidas y haciendas.

El problema de Mercedes Alaya, en el actual contexto judicial, politizado hasta el tuétano, es mucho más serio desde el punto de vista profesional, ético y estético. Si la Audiencia absuelve el año que viene a Chaves y Griñán por el caso Eres, no será su primer gran revés llamativo, será el segundo y mucho más sonoro que el primero.

 

El precedente del Caso Mercasevilla

 

Parece que se olvida deliberadamente la sentencia dictada por la jueza Yolanda Sánchez Gucema – sin relación conocida con la política o clanes de intereses sevillanos– dejándola en pañales en la instrucción del Caso Mercasevilla. Según publicamos en su momento, citando fuentes policiales próximas al caso, la magistrada Alaya apartó a la Policía Nacional y puso a la Guardia Civil, al negarse los policías a incluir en sus informes los nombres de políticos municipales afectados tangencialmente por el caso como Alfredo Sánchez Monteserín y Antonio Rodrigo Torrijos, lideres ambos del gobierno bipartito sevillano de izquierdas integrado por el PSOE e IU. Un gobierno que no gustaba especialmente a los amos del ladrillo a los que, por aquel entonces, la crisis les ponía ya en serios aprietos, sin que la izquierda municipal pasase por determinados aros y recalificaciones de suelo.

La sentencia de Mercasevilla, donde todos quedaron absueltos, fue un duro mazazo para la credibilidad como juez instructora de Mercedes Alaya y es muy probable que cuando ahora acude a poner el parche, antes de que salga el grano del Caso Eres, la magistrada se intenta curar en salud por lo que ella sospecha que pasará con la sentencia. Sin necesidad siquiera de conocer lo que suceda durante meses en la vista oral.

 

La Rtva es la que garantiza la señal institucional de la vista, sin embargo, ninguno de los tres canales de que dispone la RTVA ha emitido siquiera la primera sesión en directo.

 

Coincidiendo con la apertura de la vista oral de la pieza política de los Eres hemos comprobado como la oposición se ha quedado en el viejo discurso usado ya en la comisión parlamentaria. Hablan de clientelismo general del Psoe, el peor delito de todos los cometidos y que no está tipificado o como el líder de la derecha que, sin discurso propio contra la corrupción, ha salido diciendo que le daba pena y tristeza ver a los gobernantes de Andalucía en el banquillo, por cierto el mismo banquillo en el que se sentará su imputado partido por la Gürtell.

La cobertura informativa del juicio es capítulo aparte. La Rtva es la que garantiza la señal institucional de la vista, sin embargo, ninguno de los tres canales de que dispone la RTVA ha emitido siquiera la primera sesión en directo. Fuentes socialistas aseguran que desde el gobierno de la Junta se ha opinado que no les interesaba el desgaste que supondría una retransmisión en directo por TV, con un banquillo ocupado por los rostros más populares y señeros del socialismo andaluz de las últimas décadas. Ningún partido de la oposición, los mismos que reclaman transparencia, luz y taquígrafos, se han pronunciado al respecto. El PP ha pedido la dimisión de Joaquin Durán por la cobertura informativa de la Tv pública andaluza en el arranque del caso. Nadie, desde la política, ha pedido silla televisiva para los ciudadanos en la pequeña sala de vistas de la Audiencia de sevilla donde no caben ni los periodistas acreditados.