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La lengua como arma de destrucción masiva

Y una izquierda más nacionalista que socialista.

El ministro de Educación ha anunciado que el Gobierno estudia cómo garantizar que se pueda estudiar en castellano en Cataluña. Aunque visto en perspectiva y desde fuera a cualquiera que se le diga que en una parte del territorio español solo se estudia en la lengua de la región y no en la común del Estado no lo creería, eso viene pasando en Cataluña desde hace años.

 

Hay muchas formas de materializar ese derecho de los padres y esa obligación del Estado de mantener la cohesión social y los derechos de su ciudadanía, pero desde luego no puede hacerse, porque sería un grave error, estableciendo un sistema diferenciado de clases en catalán y en castellano por separado, porque eso a la larga te conduce a dos comunidades diferenciadas. La única fórmula lógica y que respeta los derechos de todos es que en la misma clase y por los mismos profesores se impartan todas las asignaturas en las dos lenguas, al 50% cada una de ellas, por lo que la propuesta del Gobierno de estudiar cómo se puede impartir en castellano el 25% de las asignaturas me parece un pírrico paso dada la situación que se vive en Cataluña desde hace muchos años. Y más con las pretensiones para el futuro que expresan abiertamente los independentistas.

 

Reconozco que no fui plenamente consciente del problema hasta hace unos años, cuando un compañero policía con dos hijos pequeños, casado con una mujer titulada que hablaba y escribía inglés y que estaba en paro en Madrid, ascendió a oficial de Policía y fue trasladado a Barcelona. Ella y los hijos lo acompañaron en el traslado que duró dos años. Él estudiaba derecho en Madrid y perdió dos cursos, los dos años que estuvo allí, porque, aunque intentó cambiar y convalidar los dos años realizados en Madrid a la UNED parece que hubo demasiadas trabas burocráticas para ello, si es que esto es posible, que no conozco en profundidad cual fue el problema, pero sí que no encontró universidad pública en Cataluña en la que poder seguir sus estudios en castellano. Su hija mayor perdió dos cursos de estudios por la obligatoria inmersión al catalán (salvo escuela privada que no podía pagar), la pequeña no estaba todavía en edad, y su mujer no encontró trabajo a pesar de hablar y escribir inglés y castellano, y licenciada en una carrera que no recuerdo. El hándicap fundamental que le impidió a ella encontrar trabajo según me dijo era su desconocimiento del idioma catalán. A partir de este asunto conocido de primera mano es cuando tuve conciencia de que se estaba creando una sociedad endogámica de espaldas al resto del territorio nacional, y que eso perjudicaba derechos de muchos ciudadanos del Estado español que por razones laborales debieran desplazarse a Cataluña.

 

Tampoco comentaré las exigencias en currículos para puestos de trabajo en Baleares (y no sé si pronto en C. Valenciana y Aragón) primando el conocimiento del catalán para especialidades como cirugía torácica u otras

 

 

No comentaré nada sobre la obligación de rotular comercios en ambas lenguas, los panfletos informativos de distintos ayuntamientos, diputaciones y organismos políticos traducidos a varias lenguas excepto el castellano que son tan habituales, ni otras prácticas que doy por conocidas por ser habitualmente motivo de noticias en medios de comunicación y que se pueden leer también profusamente en redes sociales. Tampoco comentaré las exigencias en currículos para puestos de trabajo en Baleares (y no sé si pronto en C. Valenciana y Aragón) primando el conocimiento del catalán para especialidades como cirugía torácica u otras para las que la lengua es lo menos importante y no deberían aceptarse (como acertadamente propone Cs).

 

La reacción de los independentistas ante el anuncio de obligar a que un 25% de la educación se imparta en castellano es suficientemente significativa y debería encender todas las alarmas del Gobierno y de todos los partidos políticos, también y especialmente los de izquierda, que defiendan una sociedad de ciudadanos libres e iguales, la demanda histórica de la izquierda que hoy permanece enterrada y ausente en sus demandas como el castellano en la enseñanza en Cataluña. Dicen los independentistas que no procede eso de imponer enseñanza en castellano porque solo cuatro familias han demandado que sus hijos la reciban. Siendo así, ¿Por qué una reacción tan virulenta? Primero hay que cumplir las sentencias de los distintos tribunales que se han producido al efecto, y segundo, hay que impedir la trampa saducea de que sean unos pocos niños quienes decidan recibir enseñanza en castellano y puedan ser marginados, apartados, porque a nadie se le puede exigir que defienda su derecho a recibir enseñanza en una lengua a cambio de poner en riesgo el futuro de sus hijos. Es el Estado quien debe imponer un 50% de enseñanza en castellano en todas las instancias en Cataluña, desde la primaria a la universidad, nombrar sus inspectores propios (no los de la Generalitat, nombrados a dedo y cómplices del adoctrinamiento separatista) y crear un sistema de denuncia para la defensa y protección del idioma castellano y quienes quieran usarlo en esa parte del territorio del Estado, que lo es también de la nación española, más allá del respeto a las opiniones y sentimientos de cada cual, que en ningún caso pueden afectar a los derechos objetivos de nadie.

 

Y aprovechando la respuesta necesaria en Cataluña, bien podrían los partidos políticos ponerse de acuerdo en una ley de Educación que configure elementos troncales en todo el territorio que impidan que se enseñen odios fratricidas o discursos de superioridad contra miembros de otros territorios. Establecer como mínimo la enseñanza bilingüe (castellano e inglés) en todo el territorio, que pueda ser trilingüe (añadiendo la lengua propia del territorio a las dos básicas) y pudiendo también extenderse el conocimiento de cualquier otra lengua española (catalán, euskera, valenciano, bable, gallego…) a las dos básicas en cualquier otra parte del territorio de España, del Estado-nación donde así se decida.

 

Es el momento de hacer políticas de Estado. Y que haya mayoría para hacerlo dependerá en gran medida del PSOE, partido que NO existe en Cataluña, donde el nacionalismo del PSC es muy superior a su espíritu socialista.

 

Solo en un nivel de sectarismo supremacista que nubla la mente como el que padecieron los nazis, convencidos desde niños que los judíos, gitanos y otros seres humanos eran subhumanos inferiores a ellos, la raza aria, puede explicarse el nivel de odio y rechazo de los independentistas de Cataluña respecto de nuestra lengua. Para ellos es democracia que la enseñanza sea el 100×100 en catalán porque es su lengua, la del fantasioso imperio ario catalán, y no importa que haya muchos padres que quieran otro sistema, pero es una dictadura y un ataque a la democracia si se pretende imponer que el 25% de la enseñanza sea en la lengua común, el castellano. Imponer su lengua única y exclusiva a toda la comunidad es democracia, y que sus hijos estudien un 25% en la lengua del imperio opresor, del enemigo que es España, es una brutal dictadura. Con esos bueyes hay que arar para garantizar el futuro de nuestros hijos y nietos porque no es posible hacer razonar a quienes tienen ese nivel de afectación fanática en sus mentes.

 

Es el momento de hacer políticas de Estado. Y que haya mayoría para hacerlo dependerá en gran medida del PSOE, partido que NO existe en Cataluña, donde el nacionalismo del PSC es muy superior a su espíritu socialista. Se debe regular el uso del idioma común en todo el territorio nacional haciéndolo compatible con la lengua más hablada, el inglés, y con las lenguas propias, e impedir que ni en Cataluña ni en otros territorios (Baleares, C. Valenciana, Aragón…) se pueda exigir conocimiento de otra lengua que no sea el castellano, cerrando el paso al pancatalanismo que pretende extenderse usando para ello su lengua como arma política.

 

Sería motivo de estudio quizás psiquiátrico, conocer la razón de esa izquierda nacionalista que propugna crear miniestados sin capacidad de garantizar el estado de bienestar mínimo.

 

El castellano no es la lengua de Franco ni tiene que ver con la dictadura, es la lengua de una civilización con luces y sombras, como todas, que no es ni peor ni mejor que ninguna otra de las que se hablan en la península, solo que la hablan cientos de millones más de personas en la humanidad y es la lengua común hablada en todo el territorio del Estado-nación. Los aldeanismos y complejos de la izquierda con la lengua, la concepción del Estado nación y la Patria como elementos relacionados con la dictadura (37 años en la historia de España) son cómplices de los nacionalismos que pretenden crear sus reinos de Taifas aunque los ciudadanos no puedan tener asistencia médica, ni pensión, ni otros servicios básicos, porque ellos, en su fábula nacionalista, dispondrán de todos los recursos para los elegidos que serán quienes ellos decidan.

Un Estado-nación fuerte, si es necesario para alguien, es para la gente con menos recursos, los más pobres. Los que tienen más capacidad económica pueden pagarse médicos, y educación privada, y pensión… pero la gente pobre y de clase media, la inmensa mayoría, son quienes precisan de un estado fuerte que unos por su visión sectaria y egoísta (nacionalismos) y otros acomplejados (la izquierda) están contribuyendo a debilitar.

Sería motivo de estudio quizás psiquiátrico, conocer la razón de esa izquierda nacionalista que propugna crear miniestados sin capacidad de garantizar el estado de bienestar mínimo (pensiones, sanidad, educación, seguridad, dependencia…) del que hoy precariamente disfrutamos, y no digamos ya de aspirar al ideal contemplado en la Constitución que incluye derecho a vivienda, trabajo y a otros sociales y laborales. La clase política de la derecha, el PP, en complicidad con los gobiernos del PSOE, es responsable de la extracción de cientos de miles de millones de euros de empresas públicas a privadas para incrustarnos en la OTAN, Occidente, Europa y el Mercado, Dios al que obedece el capitalismo político que se ha impuesto hasta en un Estado de ideología comunista como es China, pero el peor ataque de todos al nivel de vida de la gente más necesitada, al estado de bienestar, sería el fraccionamiento del Estado-nación que es España. La mayor de todas las prácticas corruptas que se han llevado a cabo o se intentan para el futuro en España.