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La lengua de Cervantes

Clara Guzman
Clara Guzmán

No sé si se lo van a creer, pero desde que se inventaron las redes sociales tengo un sinfín de dudas gramaticales. Verán, una lee el “tuit” de un escritor multiventas, de un prestigioso abogado, de un plúmbeo columnista o de un reputado político y le salta en la mollera la alarma roja de peligro. Hay una hache de menos, una uve por una be o una be por una uve, una ese por una equis o una equis por una ese. Así que me voy directamente al diccionario de la RAE y, por ahora, me quedo tranquila. No, el equivocado es este señor tan poderoso y tan popular.  Verán, que si es por ahorrar letras, me callo; ahorrar es otra proeza hoy en día en España. Servidora sigue siendo fiel a sus principios gramaticales.  Claro que hay gente que pone en práctica la filosofía de Marx,  la de Groucho Marx, esa de que estos son mis principios, pero si no les gustan tengo otros.

El otro día leía, para informarme, la columna de un conocido consultor político en el digital de un periódico que abarca en extensión más que el otro, si nos atenemos a su nombre. No había pasado del tercer párrafo cuando me topé con una hazaña huérfana de hache.

Si Cervantes, al que andan homenajeando gente que escribe homenaje sin hache, levantara la cabeza, perdía el otro brazo y se volvía ágrafo.

Servidora, que es sólo periodista y además dona, pero dona de mujer, porque no dono nada; soy periodista en el siglo XXI, usted ya me entiende, pensó que se había referido al político, a Manuel Azaña, y lo había ninguneado al despojarlo de la mayúscula. Pero no. El susodicho había titulado muy bien en inglés, pero se había descacharrado en la lengua de Cervantes.

Si Cervantes, al que andan homenajeando gente que escribe homenaje sin hache, levantara la cabeza, perdía el otro brazo y se volvía ágrafo.

Si usted hace una prueba en su entorno más cercano se dará cuenta que conociendo las cuatro palabras de moda (antes eran las cuatro letras) y salpimentándolas con ese lenguaje no verbal que es tendencia, uno se mueve con soltura en la sociedad actual e incluso es tildado de intelectual.

Si incluye en su vocabulario vale, línea roja, correcto, perfecto, dame las coordenadas, andaluces y andaluzas, tío, tía, gobernanza, si es tertuliano radiofónico, y el consabido a ver,  (añada el término que se me ha olvidado) usted es perito en letras, sobre todo si espurrea en la conversación alguna que otra palabra en inglés. Algo así como aspirante al premio Nobel de la Lengua de Cervantes. Si además compara a un desaforado edil  de Jaén con un poeta dese ya por premiado. Es verdad que Miguel Hernández escribió aquellos versos tan entrañables en su poema “Canción del  esposo soldado”: “He poblado tu vientre de amor y sementera” y el concejal de marras poblaba el vientre de su supuesta víctima de dolor y  politiquera, entendida politiquera como fórmula violenta de convencer al opositor. Por tanto, ¡adjudicada la muñeca chochona a la señora Rodríguez!, porque el símil está tan bien traído y llevado que habría que homenajear, incluso sin hache, a Teresa Rodríguez, diputada de Podemos en el Parlamento Andaluz, por ocurrente, diferente e inteligente. Qué más da un homenaje más. Tenemos tanto tiempo libre ahora que no tenemos gobierno…