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Madrugá: menos explicaciones y más soluciones

Benito Fdez 2
Benito Fernández*

Todos lo temíamos y ha vuelto a pasar. La Madrugá sevillana, el mayor y mejor escaparate de la ciudad ante el mundo, se ha visto de nuevo empañada por unos incidentes que no son nuevos, pero que, dada la situación en la que vive actualmente el mundo occidental bajo la constante amenaza del terrorismo yihadista, se convierten en el caldo de cultivo ideal para el florecimiento de unas peligrosas situaciones que pueden dar al traste con una fiesta multitudinaria y universal a la que acuden cada año miles y miles de visitantes que se concentran en unas horas concretas en unos pocos miles de metros cuadrados.

Cinco veces en diecisiete años son demasiadas veces,

 

Digo que estos incidentes no son nuevos porque se vienen repitiendo una y otra vez desde aquella famosa Madrugá de las “carreritas” de la Semana Santa del año 2000 que se saldaron con más de trescientas personas atendidas por lesiones o crisis nerviosas. Desde entonces, los incidentes de la Madrugá, con mayor o menor virulencia, se han venido registrando casi todas las Semanas Santas en las que el buen tiempo ha acompañado el normal transcurrir de las cofradías sevillanas. Solo tienen que ver las hemerotecas para comprobar que las “carreritas” del año 2000 volvieron a producirse con menor intensidad en los años 2005, 2009, 2015 y este 2017. Cinco veces en diecisiete años son demasiadas veces, sobre todo teniendo en cuenta que, cada día que pasa, el miedo, el panico a un atentado terrorista de incalculables consecuencias va calando en el ánimo del personal.

 

Hasta el momento, las autoridades han dado escasas explcaciones creíbles pese a la presencia de los ministros del Interior, Juan Ignacio Zoido, y el de Justicia en el palquillo de La Campana, de la presidenta de la Junta, Susana Díaz con su hijo, en un balcón de la calle Pureza y del alcalde Juan Espadas en varios puntos de la ciudad. Lo de los delincuentes habituales con nosecuantas detenciones y lo de los gamberros por colleras no está mal para salir del paso este año, pero no se sostiene si lo que se pretende es tranquilizar a todos aquellos ciudadanos que, sin comerlo ni beberlo, se vieron implicados en los sucesos de la Madrugá y sufrieron los golpes o los pisotones de una avalancha aterrorizada y sin control.

Hasta el momento, las autoridades han dado escasas explcaciones creíbles pese a la presencia de los ministros del Interior, Juan Ignacio Zoido, y el de Justicia en el palquillo de La Campana.

 

Porque lo que más me importa, al menos a mí y supongo que a buena parte de los sevillanos, no es si a los autores del desaguisado de la Madrugá va a caerles encima el peso de la Justicia o, como es habitual en estos casos, estarán en sus casas tan tranquilos pasado mañana con una multa menor que la de un aparcamiento. Lo que de verdad importa es qué se va a hacer para que este tipo de incidentes no vuelva a repetirse el año próximo o dentro de dos años. Como ocurre con los atentados yihadistas ocurridos en Europa desde el 11-S, sé que es muy difícil preverlos, sobre todo si los cometen kamikazes dispuestos a sacrificar su vida y morir junto a las víctimas inocentes, pero doctores tiene la iglesia y deben ser los expertos quienes apliquen su sabiduría para paliar o minimizar este tipo de hechos en concentraciones multitudinarias como la de la Madrugá sevillana.

Lo que de verdad importa es qué se va a hacer para que este tipo de incidentes no vuelva a repetirse el año próximo o dentro de dos años.

 

Me cuentan testigos presenciales que algunas de las calles estrechas más transitadas del centro como Cuna u Orfila donde habitualmente no se puede dar un paso estos días, quedaron practicamente desiertas tras los incidentes. Hay quien vio pasar a la Macarena por la Plaza de El Salvador sin que hubiese bulla alguna y dien que la Hermandad de los Gitanos tuvo que hacer un llamamiento a través de las redes sociales para que acudieran sus hermanos a acompañar a sus imágenes que se habían quedado practicamente solas en la calle. No sé si será verdad o es una pura exageración. Pero les aseguro que, de haberlo sabido me hubiese acercado al centro de Sevilla para poder contemplar los pasos sin agobios ni empujones. Aún recuerdo una Madrugá de finales de los años 80 o principios de los 90, cuando despuntaba el alba, en el que apenas un centenar de personas contemplamos el paso de la Macarena por El Salvador…

Viene a cuento todo ésto porque también se puede morir de èxito. Y la masificación de la Madrugá es algo directamete proporcional a la posibilidad de que los incidentes y las avalanchas se produzcan con más asiduidad. Esperemos, por el bien de todos, por el de Sevilla y su extraordinaria Semana Santa, que alguien busque soluciones y que las “carreritas”, de volver a producirse, queden sólo en una mera anécdota. Que el Gran Poder y las dos Esperanzas, Macarena y Triana, velen porque así ocurra y no haya que lamentar una verdadera desgracia. Amén.

 

*Benito Fernández es Periodista.

@maxurgavo