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Por la movilización sindical, política y social

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Víctor Arrogante*

¡Por fin! Las centrales sindicales toman conciencia y anuncian la convocatoria de concentraciones en toda España, ante las delegaciones del gobierno en las comunidades autónomas, el próximo 15 de diciembre y una gran manifestación en Madrid el día 18, para exigir al Gobierno que presente en el Parlamento políticas sociales, para acabar con la situación de miseria que viven millones de trabajadores y trabajadoras, porque «no vamos a conseguir avanzar y recuperar derechos sin movilización». El objetivo es impulsar las propuestas sindicales en la negociación con el Gobierno y la patronal.

El anuncio se produce un día después de la reunión del Gobierno con los agentes sociales. «Esta es una legislatura que tiene una pata en las mesas de diálogo, pero también tiene una pata en la calle», dijo Pepe Álvarez. Para el secretario general de CCOO, Fernández Toxo, Rajoy fijó tantos límites al diálogo que se alejan las posibilidades de solucionar los problemas de desempleo, pobreza y pensiones. Lo cierto es que el Gobierno vive en «una realidad paralela» al no reconocer la pobreza laboral, los bajos salarios como tónica general y la brecha salarial entre hombres y mujeres, asociados a las modalidades de contratación de la reforma laboral.

No hay excusas; los problemas de las personas no pueden esperar. «Son necesarios consensos básicos que vayan más allá de una legislatura y que recojan soluciones urgentes y eficaces a los problemas de la ciudadanía» dice Pepe Álvarez, secretario general de la Unión General de Trabajadores. El Gobierno debe negociar un nuevo contrato social para restituir los derechos sociales y laborales, en el marco del diálogo social. Sin lucha, no hay derechos.

El movimiento obrero, desde su nacimiento organizado, ha utilizado la Huelga General y la Huelga General Revolucionaria o Política como último recurso para conseguir sus objetivos: reivindicar mejores condiciones de trabajo y derechos laborales, y en particular ante reconversiones económicas e industriales, o crisis económicas y financieras. También se han convocado para subvertir el sistema o para luchar en favor de un modelo social más justo. No siempre se han conseguido los fines propuestos y no siempre han sido pacíficas las reacciones de los gobiernos afectados.

 

No hay excusas; los problemas de las personas no pueden esperar. «Son necesarios consensos básicos que vayan más allá de una legislatura y que recojan soluciones urgentes y eficaces a los problemas de la ciudadanía» dice Pepe Álvarez, secretario general de UGT.

 

En 1855, el gobierno del general Espartero, sufrió la que podría nominarse como la primera huelga general en España. No podemos dejar de mencionar la «Huelga General Revolucionaria» de 1917, o la que se organizó con la Revolución de Asturias en 1934. A partir de 1939, las tinieblas franquistas, hicieron difícil la manifestación política, social o sindical y mucho menos huelgas generales. Imperaba la represión.

Durante la llamada Transición, hubo algunos conflictos sindicales sin mayor relieve, pues todo estaba centrado en el diseño del modelo de convivencia democrática. No es hasta el 14-D en 1988, cuando se convocó la primera huelga general de la democracia y contra un gobierno socialista. Se convocó contra una reforma en el mercado laboral, que abarataba el despido e instauraba unas condiciones de contratación para jóvenes, calificadas ya entonces como contratos basura. El seguimiento fue masivo; y doloroso para muchos socialistas que tuvimos que optar entre secundar al partido o al sindicato. Significó la ruptura de las relaciones fraternales históricas entre UGT y el PSOE.

El célebre decretazo de José María Aznar en 2002, provocó la huelga general del 20-J, contra una reforma laboral que recuerda a la actual. En 2007, el decretazo fue declarado inconstitucional, cuando Zapatero ya lo había derogado en 2004. Una Huelga General Política se convocó en 2003, contra la participación de España en la guerra de Irak. José Luis Rodríguez Zapatero vivió su propia huelga general contra una reforma laboral en 2010, impuesta por las «circunstancias de la crisis económica» y las presiones que desde Europa le impusieron. Esta huelga permitió a la ciudadanía expresar su malestar por la deriva política del gobierno socialista y hasta hoy.

Cuando Mariano Rajoy dijo en Bruselas, que la reforma laboral le iba a costar «una huelga general» sabía lo que decía. La huelga general del 29-M se convocó contra una reforma que desmanteló los fundamentos básicos del Derecho del Trabajo. Convirtió el despido en un recurso fácil, rápido y barato. Eliminó derechos adquiridos y pactados en los convenios colectivos.. Una reforma laboral contra el futuro, que aboca a un presente de precariedad y que Rajoy quiere mantener. Hasta el presidente de AC Hoteles, ha cargado contra la reforma laboral de Rajoy, que permite despedir a camareras de hotel con poca indemnización y subcontratarlas a empresas de servicios que las explotan.

 

El célebre decretazo de José María Aznar en 2002, provocó la huelga general del 20-J, contra una reforma laboral que recuerda a la actual.

 

España es el país más antisocial de la OCDE. En un informe destaca que la desigualdad aumenta, que ha crecido el número de trabajadores pobres y que la redistribución de la riqueza se ha estancado desde 2010. Los beneficios de las empresas aumentan y los salarios no suben. «Los niveles persistentemente altos de desempleo de alta duración, la caída de los salarios reales, y la segmentación del mercado laboral se han traducido en una disminución abrupta de los ingresos laborales». No es cierta la recuperación económica que nos venden. Según la OCDE en 2013 y 2014, las rentas más bajas siguieron por debajo de sus niveles de antes de la crisis, mientras que los salarios más altos recuperaron gran parte del terreno perdido.

El nuevo Gobierno no ofrece alternativas. Fernández Toxo explica que Rajoy ha marcado dos líneas rojas en lo que se refiere al diálogo social: se puede hablar de todo mientras se cumplan los compromisos con Bruselas y «no liquidar las reformas que se hicieron, y funcionan». El secretario general de CCOO no se observa voluntad del Gobierno de encarar el diálogo social. Bien venidas sean las movilizaciones que no solo han de recaer en los trabajadores y trabajadoras, sino en el conjunto de la sociedad, demandando igualdad, justicia, solidaridad y más participación democrática.

No podemos olvidar las movilizaciones del 15M y las marchas sobre Madrid; huelgas sectoriales, movilizaciones, mareas y actos que culminaron con otra Huelga General en toda España, porque el Gobierno, con sus políticas de recortes y reformas, nos llevaban a una situación de emergencia social, como ahora sufrimos. Las movilizaciones tuvieron sus consecuencias en las elecciones generales del 20 de diciembre de 2015. Más de cinco millones de votantes, tuvimos la oportunidad de estar representados en el Congreso de los Diputados por los nuevos movimientos y partidos emergentes.

 

Los líderes sindicales invitan a las fuerzas políticas, especialmente a las de izquierda, a sumarse a las reivindicaciones: «es la hora de la unidad».

 

Rajoy y el PP han desmantelado el estado social, desvirtuando la propia democracia y el sistema de justicia para todos queda tocado. Criminalizar las protestas y endureció el Código Penal son síntomas de estado totalitario. Desaparecen prestaciones y servicios públicos; destruyen el sistema de salud, educación y protección social. Todo ha sido posible porque partidos en la oposición, sindicatos y la mayoría ciudadana se lo hemos consentido. Ahora es el momento de retomar la reivindicación.

Los líderes sindicales invitan a las fuerzas políticas, especialmente a las de izquierda, a sumarse a las reivindicaciones: «es la hora de la unidad». El portavoz de Podemos, Íñigo Errejón, ya ha anunciado que secundarán la iniciativa, no solo saliendo a la calle, sino también con su trabajo en las instituciones. Desde el PSOE, Rafael Simancas, entiende «perfectamente las razones que han llevado a los sindicatos a convocar la manifestación». Mientras, los medios de comunicación a lo suyo con variante: «Los sindicatos echan el primer pulso de la legislatura al nuevo Gobierno», titula El País. «Protestas contra los límites al diálogo socia», dice El Mundo Según ABC, «CCOO y UGT ofrecen ruido en la calle como respuesta al diálogo». Quien más da la nota, La Razón: «Los sindicatos se ‘podemizan’ y eligen la confrontación». «CCOO y UGT convocan por sorpresa protestas en diciembre», titula Cinco Días.

Es el momento de restablecer salarios, recuperar derechos y libertades y recuperar la dignidad en el trabajo en cuanto a la contratación y los derechos laborales y sociales, así como abrir un debate con respecto al futuro de las pensiones. Las movilizaciones y manifestación convocadas ahora, deben ser el principio de una legislatura de lucha y reivindicación, que prepare el camino ante una posible Huelga General por partidos políticos, sindicatos y movimientos sociales, por el establecimiento de un modelo social democrático y participativo, cuyos valores representen libertad, justicia social,  igualdad y solidaridad. La más importante jugada de la derecha española, contando con la colaboración inicial del último gobierno socialista, ha sido la desunión de la clase trabajadora, punto neurálgico de su fortaleza de ésta.

Ahora más que nunca, es necesario que volvamos a las calles movilizándonos en concentraciones, manifestaciones y denuncias, exigiendo un cambio en las políticas del Gobierno. La movilización tiene que ser sindical, política y social.

Nota final: Lamento la muerte de Fidel Castro, sabiendo que todos moriremos. ¡Hasta la victoria siempre!

 

*Víctor Arrogante es Profesor y columnista.