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La mujer que pudo reinar

Javier_Menezo
Javier Menezo

“A llorar a Cesar no he venido, sino a enterrarlo”. Así comenzaba el discurso fúnebre de Marco Antonio junto al cadáver de Julio Cesar. No sé si Susana Díaz tiene visión dramática, pero si fuera así y soñaba con pronunciar esta frase mientras llegaba sonriendo a Ferraz, es claro que no lo hará. Tampoco Bruto lo hizo, como tampoco fue el sucesor. No puede serlo quien se ve salpicado por la sangre de su antecesor. Triste destino el de Susana Díaz que lleva casi un año dejándose girones de poder y prestigio en su lucha con Pedro Sánchez. Hoy empujada más que convencida a capitanear la sublevación, ve que no es la dueña de su destino como le hicieron creer. Hoy, sobre el muerto que no acaba de morir empieza a darse cuenta de que no es la reina, quizás un alfil.

Amago tras amago, enfado tras enfado al final ha actuado. Los peones andaluces han sido lanzados ya a desbrozar el camino y explotar las minas bajo sus propios pies, para que la llegada de quien ha de llegar, cuan Mary Poppins, sea con viento cálido. Poco importa que, por ejemplo, el PSOE de Almería haya visto uno de los más bochornosos, humillantes y vergonzantes comportamientos de sus élites de los que se guarda memoria. Primero fue el Secretario General pidiendo que se asuman responsabilidades. El, que no ha ganado jamás una elección ni asumido responsabilidad alguna. Siguieron las declaraciones en la prensa de la diputada que encabezó las dos últimas candidaturas al Congreso. Hemos esperado hasta el 28 de septiembre, pero merece la pena pues declara que hay que analizar porque se han perdido las últimas elecciones. Así en abstracto como quien pide analizar la adversa meteorología. La lista que ella encabezo consiguió en diciembre los peores resultados obtenidos por el PSOE en Almería hasta la fecha. El record duró poco porque en julio, tras una desastrosa campaña que invitaba a votarla porque nació en Huercal Overa pero vivió toda su vida en Pechina (cita textual) los empeoró aún más disminuyendo en 9.000 votos. Pero, esperen, entiende que el análisis no le corresponde a ella, sino a Pedro Sánchez. A continuación, en uno de esos ejercicios de cinismo que han llevado a las élites políticas a su actual descredito considera que “se deben tomar las responsabilidades que le corresponden a cada uno”. Tal cual, sin incluirse ella.

Triste destino el de Susana Díaz que lleva casi un año dejándose girones de poder y prestigio en su lucha con Pedro Sánchez.

A ellos siguió a última hora de la tarde la dimisión de Noemí Cruz, una de los 17 magníficos que dejaron la Ejecutiva Federal socialista creyendo que mataban a su líder. ¿Quién es esta joven parlamentaria y miembro del más importante órgano socialista?  Si desbrozamos de adornos su currículo, vemos que su mérito fue ser joven y mujer, su formación escasa y su experiencia laboral nula. Si desean pasmarse un rato recomiendo un visionado de sus lecturas en el Parlamento de Andalucía. Como la primera candidata almeriense a estar en ese órgano no era de la confianza de Sevilla -llamémoslo así- acabo siendo ella que no se lo esperaba así que se presentó con un sencillo vestido de noche aquella mañana del nombramiento. Y así ha seguido, descolocada. Si todos ellos hubieran escuchado lo que se decía en las calles de Almería el día de la conspiración, no vuelven a salir de casa. Creanme.

Y, sin embargo, pese a los gritos de victoria que resuenan por Andalucía lo que pasa en el PSOE  me recuerda no al Desembarco en Normandía sino a El hombre que pudo reinar, la película de John Huston, con Sean Connery y Michael Caine. Como sabrán trata de dos británicos que llegan a un territorio donde uno de ellos es confundido con el sucesor de Alejandro Magno. Su reinado fue bueno, pero un día, un simple arañazo hace brotar sangre de su cara y entonces descubren que no es un Dios pues sangra como todos. Acabó con la cabeza cortada.

Bien, no puedo evitar pensar que Susana Díaz es la mujer que mereció reinar y que no podrá por sus errores, impaciencia, ambición descarnada y, sobre todo, su entorno. Tomando prestado las palabras de Khrushchev en el Discurso Secreto, le hicieron creer e intentaron presentárnosla, como una mujer de “una visión extraordinaria, de un poder de pensamiento que le permite prever todo, y, también, de un comportamiento infalible”. Los que están al servicio de los poderosos medran y prosperan en simbiosis con el (o ella) pero muchas veces lo convierten en esclavo del propio aparato. Empujada y jaleada por las sombras que se alimentan de su poder y tras meses de dudar, de ser cauta, de desoír el consejo de Maquiavelo de que se cede con más frecuencia ante aquellos que actúan con valentía que ante quienes lo hacen de forma calculada, se lanza ahora a la batalla cuando ya ha demostrado que no es infalible. Aún está por ver que pueda rematar al malherido Sánchez, pero, aunque lo consiga no reinará.

Los conspiradores del PSOE insisten en que esos no son los hechos, más siguen sin ver la importancia de las emociones y la que despiertan es negativa.

No lo hará porque Sánchez, una persona que presenta un contraste fascinante entre limitaciones políticas y resistencia vital, ha conseguido presentar a los conspiradores como aliados de Rajoy para permitir que este gobierne.  Y ellos, con Felipe González abriendo la marcha y ella dejando claro que le marcan el paso, han entrado al juego. Incapaces de ver la realidad de una sociedad que en todo Occidente reacciona contra las élites se ha atrincherado en su elitismo para no considerar necesario en nueve meses aclarar a sus votantes cuales podrían ser las razones que justifican una abstención, como negociarla, cuando convocar otras elecciones. No pueden hacerlo porque en realidad la conspiración y el resquemor contra su líder comenzó mucho antes, solo esperaba una excusa. Así Sánchez, más despierto, ha conseguido vincularles con la idea de permitir gobernar a Rajoy sin pagar precio alguno por ello. De esta manera, cuando todos ellos, ciegos a la realidad y ajenos a la sociedad que avanza dos pasos por delante, repiten que lo importante es la gobernabilidad del país, los ciudadanos interpretan que quieren que gobierne Rajoy sin contrapartida alguna. Han permitido que les fijen ese marco, y mansamente siguen en él.  Arron Banks, el mayor donante de la campaña a favor del Brexit declaró a The Guardian que su bando sabía desde el principio que los hechos no les darían la victoria. “Tienes que conectar con la gente emocionalmente. Ese es el éxito de Trump”. Los conspiradores del PSOE insisten en que esos no son los hechos, más siguen sin ver la importancia de las emociones y la que despiertan es negativa. No solo eso, entre todos han convertido a Sánchez en un protomártir de la izquierda. Su rostro adquiere ya el tono de los hermosos vencidos, como en la canción. El hombre que se resistió a entregar la izquierda a Rajoy, al símbolo de la corrupción, está siendo acuchillado ante las cámaras. Y aquí está Susana Díaz, empujada por otros hasta serle imposible maniobrar a favor de sus intereses. Dijo Arzalluz que unos agitan el árbol y otro recogen las nueces. Las dos cosas no se pueden hacer a la vez. Susana Díaz ha sido lanzada a agitar el árbol, pero no recogerá las nueces. No fue Bruto quien sucedió a Cesar, fue Marco Antonio. Con un partido dividido en Andalucía, sus militantes enfrentados, una contestación interna que ya no es débil, la daga que mate a Pedro Sánchez herirá también al socialismo andaluz. Ella no reinará y aunque llegue a ser Secretaria General no reinará, pero tal vez sea la última presidenta socialista andaluza porque como en el Poema del Cid ella tomó “arte y parte en la muerte de su hermano”.

 

*Javier Menezo es Letrado del SEPE (INEM)