The news is by your side.

La nueva izquierda doctrinaria

Cuanto más alejada del éxito electoral se ha visto la izquierda, más doctrinaria se ha vuelto.

Hasta hace no mucho la izquierda se identificaba en torno a una serie de valores en cuya cúspide estaban la justicia social y la libertad política. Dentro de esta libertad política se entienden incluidas la libertad de expresión y pensamiento, sin las cuales la labor de la crítica es inviable y socavan la democracia. Pues bien, desde que la izquierda empezó a sentir un complejo de inferioridad electoral frente a la derecha y de impotencia ante las políticas de austeridad obsesiva impulsadas por Alemania para desgracia de los países más débiles de la Unión Monetaria, se ha producido un proceso de transformación alarmante de lo que siempre habíamos conocido como esencia de la izquierda.

Podríamos decir que cuanto más alejada del éxito electoral se ha visto la izquierda, más doctrinaria se ha vuelto. A falta de ideas realistas, de proyectos viables que consigan convencer a una mayoría social, se ha optado por burdas utopías cuando no abiertas manipulaciones populistas destinadas a rentabilizar el malestar de diversos sectores de la sociedad. Es, en resumen, lo que yo he querido denominar “el negocio de las minorías” y “la política del malestar”. Desgraciadamente, a esto ha quedado reducida la izquierda socialdemócrata que ha conseguido, como rebote, introducir a la nueva extrema izquierda comunista dentro del marco de lo aceptable en nuestros sistemas democráticos.

 

El problema es que el socialismo, ante una crisis evidente de identidad y de liderazgo, ha optado por una identidad de primos- a veces lejanos, a veces hermanos- del comunismo podemita.

 

El 15-M, que fue una de las mayores catástrofes históricas que ha padecido la democracia, abrió la puerta a una forma de hacer política propicia para la remasterización de la vieja izquierda trasnochada de siempre que empezaría a presentarse como una izquierda moderna, culta, producto de politólogos y catedráticos, en contraste de ese gastado y corrupto partido socialdemócrata que no había hecho nada por este país porque eran de la “vieja política”. Este discurso falaz y pueril llegó a calar tan hondo que aún hoy sufrimos sus consecuencias, aunque ya esos razonamientos asniles resuenen débilmente. El problema es que el socialismo, ante una crisis evidente de identidad y de liderazgo, ha optado por una identidad de primos- a veces lejanos, a veces hermanos- del comunismo podemita, y por un liderazgo absolutamente desintegrador e incapacitado para conseguir algo útil para la ciudadanía. Hay quien confunde como políticos exitosos y ganadores a aquellos que solo tienen un plan viable que ejecutar: el suyo propio. Que alguien ambicioso consiga su supervivencia a costa de una mayoría es un retroceso en el mismo concepto de liderazgo democrático que únicamente puede causar estupor al observar a masas que portan la palabra de la “verdadera izquierda” o del “verdadero socialismo” adorando de manera sectaria e histérica a pobres becerros, no sé si de oro.

Como decía, esta izquierda del siglo XXI, tan doctrinaria como incapaz de ganar elecciones, plantea un grave problema y tensión a todos aquellos que seguimos viéndonos en el espejo de la izquierda, del socialismo clásico, el de post guerra, el que hizo de España un país moderno y a la cabeza en Europa, y que cada vez que nos asomamos por las redes recibimos insultos, descalificaciones y persecuciones de esa nueva inquisición del pensamiento progresista que solo admite la libertad de expresión cuando se trata de amenazar a la derecha y hacer apología del terrorismo. No otra cosa ha significado la reacción del comunismo garzonita y del pablismo trasnochado tras la sentencia a un rapero llamado Valtonyc, el cual ha sido presentado como una víctima desgraciada del franquismo póstumo, que sigue latente después de 43 años fallecido el dictador.

 

Hemos comprobado- una vez más- que en la esfera mediática también estamos huérfanos de periodistas, analistas y referentes de izquierdas que no sean simples analfabetos y carentes de talento.

 

Lo triste de las reacciones a la sentencia del Tribunal Supremo es que no solamente esta nueva izquierda indignada ha salido en defensa del rapero, sino que hemos comprobado- una vez más- que en la esfera mediática también estamos huérfanos de periodistas, analistas y referentes de izquierdas que no sean simples analfabetos y carentes de talento.

Ahí están los chascarrillos al respecto de los Evolé y compañía alertando de que España es una dictadura y de que Valtonyc es un mártir que ha sido encerrado por “cantar canciones” o llamar “chorizos a los borbones”. Ante esto hay dos posibilidades: o son tan vagos que no se han leído la sentencia del TS donde aparecen las burradas repartidas en 16 canciones; o bien consideran respetable toda amenaza de muerte y apología del terrorismo cuando se trata de humillar e insultar a la derecha y a la Casa Real. Podríamos admitir el debate sobre qué es la libertad de expresión, si tiene límites y si estos límites deben significar pena de cárcel. Pero es que ni siquiera lo han intentado: lo que ha hecho la izquierda exquisita con las letras del rapero ha sido justificarlas, banalizarlas y convertirlas en la prueba del algodón de la libertad de expresión en nuestro país. Luego, gracias a la torpeza de retirar de ARCO una “obra de arte” llamada “presos político”, que era pura basura, han tenido el epílogo del relato.

Llama la atención, eso sí, que todos esos políticos de Podemos y periodistas afines tan preocupados por la libertad en España, no hayan tenido tiempo de escribir un solo tuit condenando diversos homenajes que se están haciendo a etarras en algunos pueblos del País Vasco. No digo que Garzón o Pablo Iglesias no estén horrorizados por estos actos de exaltación del etarra retornado de la cárcel, pero yo he intentado encontrar un solo tuit de ellos al respecto y no lo he encontrado.

 

“Un atentado contra Montoro otro logro pa’ nosotros, socialicemos los medios de producción a tiros y a la mierda los votos”

 

 

La ecuación es la siguiente: en este país no se pueden hacer chistes sobre mariquitas, mujeres, negros y gangosos, porque es algo absolutamente intolerable. Que el Congreso se llame de los “Diputados” es machista y algo a corregir de inmediato; pero estos mismos que nos quieren imponer su censura en casi toda nuestra conciencia, nos dicen que lo siguiente es “libertad de expresión”:

“Un pistoletazo en la frente de tu jefe está justificado o siempre queda esperar a que le secuestre algún GRAPO”

“Dicen que pronto se traspasa la cloaca de Ortega Lara y muchos rumorean que Rubalcaba merece probarla, complejo de zulo mi casa, a ver si un día secuestro alguno y le torturo mientras le leo al Argala”

“O que explote un bus del PP con nitroglicerina cargada”

“Sofía en una moneda pero fusilada”; «Puta policía, puta monarquía”; «A ver si ETA pone una bomba y explota”; «Para todos aquellos que tienen miedo cuando arrancan su coche, que sepan que cuando revienten sus costillas, brindaremos con champán”

“Quiero transmitir a los españoles un mensaje de esperanza, ETA es una gran nación”; «Tu bandera española está más bonita en llamas, igual que un puto patrol de la guardia cuando estalla”

“Un atentado contra Montoro otro logro pa’ nosotros, socialicemos los medios de producción a tiros y a la mierda los votos”

“La dimisión de Mariano Rajoy no será hoy, los asesinos no dimiten, ¡se les destierra!”; «Qué pena que no haya cerca gulags como Siberia»; “¡Ah! un puto pepero con los sesos fuera, por la presión del banco al no poder pagar la hipoteca”

“Mataría a Esperanza Aguirre, pero antes, le haría ver como su hijo vive entre ratas”