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Podemos y Cs plantean un ahorro de medio millón de los 163 que cuesta la RTVA

Canal Sur está controlado hace años por el PSOE y PP.

A Ciudadanos y Podemos les ha entrado la prisa con la RTVA al escuchar tras los cerros de Úbeda los primeros tambores electorales. De ahí que después de más de media legislatura de interinidad y sin rascar balón en la RTVA hayan decidido dar el paso para impulsar, de una vez, el cambio en el ente que controla la radio y la tv pública de Andalucía. Situación compleja porque está bloqueada por la composición política y numérica del Parlamento y las exigencias de la Ley para alcanzar acuerdos sobre la RTVA dentro de la legalidad.

Lo primero que han hecho tanto Ciudadanos como Podemos es hacer cuentas del ahorro de sus propuestas de desbloqueo y presentarlo como una de las bondades y justificaciones del cambio. Con brocha gorda las medidas que plantean supondrían un ahorro entre los casi 700.000 de Ciudadanos y el medio millón de euros que dice que ahorraría Podemos. Echen cuentas y calculen el porcentaje de ahorro que suponen estas propuestas en más de 400 millones, cantidad inyectada in extremis por el Consejo de Gobierno el año pasado para el trienio. Este año 2018 el presupuesto de Canal Sur asciende a los 162.754.420 euros.

 

Es éticamente incompatible la solvencia profesional y el discurso periodístico con el modus operandi al que nos tienen acostumbrados los aparatos de los partidos.

 

La clave del ahorro para las dos formaciones que no están presentes en la RTVA está en la reducción de sillones en el consejo de administración, de quince a nueve. Eso y modificar la Ley para que se pueda concretar un acuerdo legal en el Parlamento. Ese es, en esencia, el gran cambio que ofrecen, porque lo de comprometerse como ha hecho Juan Marín a colocar en los nueve sillones restantes del Consejo a profesionales solventes y no a paniaguados de los partidos, vamos a dejarlo en el capítulo de la fantasía y los buenos deseos con vistas a la galería. A ver cuando se dan cuenta los dirigentes políticos que es éticamente incompatible la solvencia profesional y el discurso periodístico con el modus operandi al que nos tienen acostumbrados los aparatos de los partidos en su tormentosa relación con medios y periodistas. En este país solo se recuerda un intento serio de profesionalizar un ente público y fue en la etapa Zapatero con RTVE, hasta que llegó el PP y lo desactivó todo.

 

Un pacto no escrito PSOE-PP

 

No conviene olvidar que, desde hace años, PSOE y PP mantienen un pacto no escrito para repartirse la tarta mediática en virtud del cual, el primer partido de la oposición, el PP-A, goza de determinados privilegios en el control de la mensajería que emite el cortijo digital público andaluz. Uno de los acuerdos más llamativos es el referido a la cuota de tertulianos opinadores, exactamente lo mismo que hace el PSOE con los suyos. (Recientemente Moreno Bonilla ha sugerido al periodista malagueño Pablo Montesinos que trabaja en Madrid y ha sido propuesto por el sorayismo, para sustituir a Jaime Breton como tertuliano).

 

Nada se avanza sobre algo tan importante como es el modelo de los medios públicos andaluces, compatibilizándolo con un auténtico servicio público a los ciudadanos

 

Todo ello sucede habitualmente en un extraño y oscuro ceremonial donde la transparencia y los criterios profesionales brillan por su ausencia, especialmente cuando son los políticos los que deciden en las sombras quien opina y quien no. Tema tabú en la RTVA ese de la cuota de opinadores, aunque todos saben en la casa de qué va pero no hablan ni denuncian, como sucedía en Canal9.

Hoy viernes Podemos presentará una iniciativa en el Parlamento al respecto de la renovación de la RTVA, de la misma forma que hace unos días lo hizo Ciudadanos. De momento solo se apuesta por la reducción de los miembros del consejo, con un mandato más que caducado, pero nada se avanza sobre algo tan importante como es el modelo de los medios públicos andaluces, compatibilizándolo con un auténtico servicio público a los ciudadanos que los pagan y no como caja de resonancia o adoctrinamiento político a favor de quienes ocupan el poder o les ayuda a mantenerse.