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La ruptura de Cs y el PSOE en Andalucía abre el adelanto electoral

Ciudadanos se ha estrenado ya en su labor de oposición donde menos se les esperaba, oponiéndose a todos.

La pregunta es bien simple, ¿está Susana Díaz dispuesta a aguantar un año en minoría frente a una mayoría parlamentaria y en precampaña electoral continua?

La respuesta al interrogante, necesariamente, nos conduce a pensar que no es una barbaridad eso que pregona Juanma Moreno Bonilla desde el PP andaluz de que las elecciones autonómicas caerán en otoño, más exactamente “en noviembre” según afina el político malagueño. Los últimos movimientos en el escenario político andaluz invitan a pensar en la posible validez de esa hipótesis de trabajo.

Porque Susana Díaz, que sabe más de tácticas que de estrategias, es perfectamente consciente que una situación así supondrá un desgaste brutal que en nada le conviene a un partido ¿nuevo y andalucista? Como parece que ha acabado siendo el PSOE-A, completamente distanciado de la dirección federal de Pedro Sánchez y con Susana envuelta en la blanquiverde.

Especialmente inquieta debe de estar Susana por las expectativas andaluzas de Ciudadanos que, pongan a quien pongan en el cartel ­–Luis Salvador o Juan Marín– arrastrará una ola de simpatía electoral que nadie pone en duda en las encuestas más diversas publicadas, incluida la del oficialista termómetro Egopa. Y parece que también pescan las redes naranjas en los caladeros socialistas.

Albert Rivera, que es quien de verdad manda y decide que debe hacer Ciudadanos-Andalucía en cada momento, ha ordenado parar en seco, como sucedió cuando el Impuesto de Sucesiones y ha dado las órdenes oportunas para que Ciudadanos, la mejor y más cómoda muleta que ha tenido nunca el PSOE en cuarenta años en la Junta de Andalucía, se ponga por vez primera en su sitio como partido de la oposición.

Ciudadanos se ha estrenado ya en su labor de oposición donde menos se les esperaba»

Un malabarismo sublime a estas alturas si se tiene en cuenta lo mucho que se han mezclado los dos grupos parlamentarios en decisiones más o menos trascendentales en los tres años que van de legislatura. La fortaleza del denominado pacto de investidura firmado por Susana Díaz y Juan Marín en su momento, ha sido total en estos últimos 36 meses y solo se ha modificado ahora, tras la decisión de Albert Rivera de cambiarles el paso por razones de táctica y estrategia electoral a nivel estatal.

 

Los naranjas pasan a la oposición

Ciudadanos se ha estrenado ya en su labor de oposición donde menos se les esperaba, dado que el resto de fuerzas, todas, han suscrito el documento sobre el modelo financiación autonómica a seguir; una iniciativa política de Susana Díaz que, con tanta unanimidad parlamentaria detrás, se le otorga suficiente autoridad política como para liderar la interlocución institucional de Andalucía a la hora de discutir un modelo de financiación autonómica que satisfaga con justicia lo que le corresponda a Andalucía; “ni menos ni más que a las demás” es el mantra del consenso logrado donde están PSOE, PP, Podemos e IU.

El grupo de Ciudadanos, a través de Marín, afirmó que se oponían a la firma del acuerdo ya que «no mejora la vida de los andaluces ni de los españoles» y, además, contempla «subir los impuestos».  «Sin tener un menú, ¿cómo sé yo cuánto me va a costar la comida?» concluyó el político sanluqueño.

Pero no solo en esta cuestión ha encontrado argumentos Ciudadanos para plantarse públicamente ante sus buenos amigos socialistas. Ni la reforma de la Ley Electoral, ni la limitación de mandatos, ni la Ley de la RTVA o la supresión de los aforamientos, las principales exigencias de Juan Marín y Ciudadanos se han cumplido ni se van a cumplir en esta legislatura. Teniendo en cuenta la importancia que tienen estas cuestiones, que el PSOE no ha querido impulsar en tres años, el Sr. Marín y sus parlamentarios no pueden presumir más que de haber hecho un pan como unas tortas. Quizás eso explique la aparente brusquedad de su actual frenada y cambio de paso.

 

Cs, la muleta más cómoda que ha tenido nunca el PSOE-A

El partido naranja parece evidente que deja de ser la cómoda muleta de Susana Díaz y esa es la clave que, sin duda, influirá en los cálculos de la sra. presidenta a la hora de determinar si adelanta elecciones o consume la legislatura hasta marzo 2019, tal y como ella viene sosteniendo de forma tan reiterada como sospechosa. Porque no es lo mismo dejar pasar el verano y votar en otoño que aguantar dos cursos parlamentarios de precampaña y en minoría. Todo ello en un contexto estatal muy convulso, con Rajoy y el PP en caída libre con Cataluña de fondo. He ahí la cuestión, sin olvidar lo mucho o poco que influya en el electorado el devenir del proceso político/judicial de los EREs en Sevilla, con el PSOE-A de los últimos treinta años sentado en el banquillo horas y horas con Manolo(Chaves) y Pepe (Griñán) los primeros.

Pese a que cada partido lee los sondeos en función de sus propios intereses, lo cierto es que la tendencia andaluza que se percibe en general apunta a que el centro derecha podría ganar las elecciones en Andalucía»

La próxima cita con las urnas andaluzas será, sin duda, uno de los momentos claves en la dilatada trayectoria política de Susana Díaz.

No solo estará en juego su responsabilidad histórica ante el partido de mantener e histórico feudo andaluz, también su prestigio personal y sus aspiraciones de futuro dentro del propio PSOE, idea que nunca ha desechado.

Pese a que cada partido lee los sondeos en función de sus propios intereses, lo cierto es que la tendencia andaluza que se percibe en general apunta a que el centro derecha podría ganar las elecciones en Andalucía, esto es PP y Ciudadanos. Unas expectativas que invitan a pensar que Susana, en el mejor de los casos, se vería obligada a entenderse con Podemos/IU, el peor escenario posible que imaginar pueda, una verdadera pesadilla para la muy anticomunista sra. presidenta.

 

Artículo publicado ayer lunes día 3 de abril en VozPopuli