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La tasa de empleo andaluza

Javier_Menezo
Javier Menezo*

En ese reduccionismo de la vida pública a eslóganes en el que nos desenvolvemos hay uno muy socorrido, el del millón de parados andaluces. Es la cifra que los políticos de la tierra han convertido en la línea divisoria entre lo bien que lo hacen unos y lo mal que lo hacen los otros. Están los que consideran 1.000.001 parados como el símbolo del fracaso absoluto de la Andalucía de los EREs (esto último no viene al caso pero es una coletilla que figura en grandes letras en sus argumentarios bajo el epígrafe usar siempre). Para otros, 999.999 es motivo para verter sin ningún recato arrobados mensajes a favor de la líder. A este nivel de trivialización hemos llegado cuando, en realidad, esa cifra en sí y por si sola, significa más bien poco.

Me explico. El desempleo ha sido la principal preocupación de los españoles a lo largo de toda la democracia. Se amortiguó un poco, aunque no desapareció, en el período 2005 a2007, para rebrotar después transmutada en desasosiego. En Andalucía, sin embargo, dudo que alguna vez haya descendido la preocupación social por el empleo y no puede sorprender cuando el mejor dato de paro de Andalucía fue una tasa del 12% justo en 2007, casi cinco puntos más que la media nacional, el doble que en el País Vasco o Madrid.

En seis años, de mediados de 2007 a 2013, nuestra Comunidad perdió el 21% de los empleos y el conjunto de España el 20%. Así la tasa de empleo andaluza bajó hasta el 38%. Sólo cuatro de cada diez andaluces en edad laboral tenían un trabajo.

Pues bien, justo esa fecha es el momento del que parte este artículo, de una Andalucía con un paro del 12% y una tasa de empleo que rozó el 50%, su mejor dato histórico. Esta tasa frecuente y conscientemente olvidada es, en realidad, tan importante como la del paro pues establece el porcentaje de personas en edad laboral que trabajan. La media europea está en 70% y a diferencia de lo ocurrido en España apenas bajó durante la recesión. Tenemos pues una importante diferencia entre la forma como la crisis afectó a nuestro país y al conjunto de Europa. Aquí el desempleo aumentó no sólo porque no se creaba empleo suficiente para las personas que iban llegando al mercado laboral, además el mercado laboral español y con él el andaluz se desplomó. En seis años, de mediados de 2007 a 2013, nuestra Comunidad perdió el 21% de los empleos y el conjunto de España el 20%. Así la tasa de empleo andaluza bajó hasta el 38%. Sólo cuatro de cada diez andaluces en edad laboral tenían un trabajo. Sin duda, un dato revelador de la enorme herida económica y social que deja la recesión. Paralelamente en 2013 la tasa de paro alcanzó el 37,5% mientras en España superaba el 26%.

La recuperación del empleo es pues un hecho, se han recuperado ya 145.000. Pero el problema es que se necesita crear mucho más y a mayor ritmo si se quiere acortar la diferencia con el resto de España.

Hasta ahí llegó el máximo de la ola que arrasó nuestro mercado laboral. Ahora la tasa de paro es la más baja desde 2010, casi siete puntos menos que en ese máximo de 2013 de forma que la economía andaluza genera empleo pero con un 29% y la tasa de empleo ha crecido hasta el 41%. La recuperación del empleo es pues un hecho, se han recuperado ya 145.000. Pero el problema es que se necesita crear mucho más y a mayor ritmo si se quiere acortar la diferencia con el resto de España. Habrá que facilitar la creación de empleo para quienes están desempleados y para los muchos miles de ciudadanos que no buscan trabajo porque no confían en encontrarlo pero que se incorporarán al mercado laboral cuando la situación mejore. Cuando eso ocurra la tasa de empleo irá convergiendo, pero el paro seguirá siendo alto y separándose de la media nacional precisamente al incorporarse esa población inactiva y desanimada cuya existencia parecen obviar los que sólo se fijan en la línea del millón del parados.
Un ejemplo de lo que comento es el siguiente: aunque Andalucía crea empleo, ese que permite presumir de que aquí se genera la mayor parte del producido en España si en 2007 nuestra tasa de paro se separaba cinco puntos de la nacional hoy lo hace en nueve y si la de empleo era inferior en más de cuatro hoy lo es en más de seis. La conclusión es clara, toda la creación de empleo no está siendo suficiente no ya para converger sino para no alejarnos de la media nacional.

Y, sin embargo, este puede ser el momento para afrontar con éxito la tarea del empleo en la Comunidad. La debilidad del mercado laboral andaluz no es una característica más de la tierra como el sol o las tapas, no es resultado del azar ni va en los genes.

Hay que acabar con la filosofía de que aquí “quien tiene padrinos se bautiza”, el nepotismo, el clientelismo, la picaresca por encima del mérito, el capitalismo de amiguetes, los captadores de subvenciones.

Es más probable encontrar las causas en un entramado institucional históricamente deficiente y un sistema perverso de incentivos y, sobre todo, desincentivos cuya corrección es una condición para no obstaculizar aquello que funciona y mejorar lo que se ha demostrado ineficaz. Sobre todo, insisto, hay que eliminar los desincentivos. Hay que acabar con la filosofía de que aquí “quien tiene padrinos se bautiza”, el nepotismo, el clientelismo, la picaresca por encima del mérito, el capitalismo de amiguetes, los captadores de subvenciones y quienes que confunden las Administraciones Públicas con fábricas de privilegios a tiempo completo.

Por no extenderme citaré un par de ejemplos sobre desincentivos. Uno creado a la sombra de la formación para el empleo, los cursos de formación. Andalucía necesita mejorar su capital humano, la capacitación y muy especialmente de esos miles de personas que abandonaron la educación para incorporarse a la Construcción y cuya lenta recuperación para el empleo y su consecuencia de agotamiento de ayudas y prestaciones sociales les empuja hacia la exclusión. Pues bien, al socaire del tema, surgieron los captadores de subvenciones, las docenas de academias y los que presumían de estar bien conectados para vivir exclusivamente de los cursos de formación de la Junta. Cuando al fin se revisa y se decide poner orden en el tema, haciendo de la formación una herramienta para el empleo, si, pero de los parados, los chiringuitos se vienen abajo.

“Delphi tenía uno de los índices de absentismo más altos de España y la factoría de Puerto Real el más alto de todos los de esta empresa, lo que es de sobra conocido en la Bahía de Cádiz. También lo es que los salarios eran muy elevados”

Un segundo ejemplo de cómo no debe estimularse la actividad es el caso Delphi que aún colea. Una multinacional que podría haberse instalado en cualquier lugar del mundo e incluso tenía factorías frente a Cádiz, en Marruecos. La única razón para elegir la Bahía fueron las subvenciones sin que hubiera vinculación con la comarca ni por la formación o experiencia laboral de los trabajadores ni por la existencia de proveedores. El fantasma de la deslocalización ya estaba ahí desde el principio, solo necesitaba alguna excusa.

Una de ellas la ilustró El País de 25 de febrero de 2008 “Delphi tenía uno de los índices de absentismo más altos de España y la factoría de Puerto Real el más alto de todos los de esta empresa, lo que es de sobra conocido en la Bahía de Cádiz. También lo es que los salarios eran muy elevados”. El sindicato mayoritario presionó por condiciones laborales muy superiores a lo que se disfrutaban no ya en la zona sino en toda España. El convenio colectivo firmado en 2005 fue el inicio del final de Delphi. Un año después cerró. En Tánger se gana 15 veces menos.

Y aquí se unió la demagogia irresponsable de los Ayuntamientos de la zona como Teófila Martínez ofreciendo un millón de euros y con la Junta prometiendo una solución a “todos los trabajadores”. En un quiebro parte de esa solución nos devuelve a lo dicho sobre los cursos de formación con cazasubvenciones bien relacionados investigados por la Justicia. De esta artificialidad en el estímulo de la actividad tiene que aprender Andalucía pues se perdieron decenas de millones.

No hay atajos, hay un camino muy largo y la necesidad de una visión compartida por una amplia mayoría de la sociedad sobre la necesidad de cambiar, al fin, nuestro sistema productivo.

La Andalucía que supera la crisis, requiere, pues, una visión a largo plazo. Para otro artículo dejo el análisis de los sectores que crean empleo y la calidad de ese empleo pero lo ocurrido este verano, la euforia desatada porque se crea empleo temporal y a tiempo parcial en la Hostelería que parece supeditar todo al turismo como en su día a la Construcción es muy arriesgado para nuestra Comunidad.

Necesitamos políticos valientes que estimulen a la sociedad, no que la adormezcan, que animen y pongan los medios para mejorar el capital humano y tecnológico, el tamaño de nuestras empresas cuyo menor volumen hace costosa la innovación y la internacionalización. Pero, insisto, lo que no se necesita es resignación, enchufismos ni corruptelas. No hay atajos, hay un camino muy largo y la necesidad de una visión compartida por una amplia mayoría de la sociedad sobre la necesidad de cambiar, al fin, nuestro sistema productivo.

 

*Javier Menezo es Letrado del SEPE (INEM)