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La tomadura de pelo de los dos ‘Pablos’

No damos ni una. Acudamos a donde acudamos en el espectro político el resultado parece ser el mismo.

No damos ni una. Acudamos a donde acudamos en el espectro político el resultado parece ser el mismo. Ignominia aparte en lo que a mí refiere, mis tristemente célebres tocayos constituyen el ejemplo predilecto de en qué se ha acabado convirtiendo la política española. Un nido de oportunistas falaces y manipuladores, sin el más mínimo respeto por quienes dicen representar. Escarbando bien, nos damos cuenta de que incluso el limpio entre los limpios no es más que un sepulcro blanqueado. Consecuencia de la normalización del escándalo, que ya no indigna tanto como debería precisamente porque se entiende que son tantos y que está tan incardinado en la misma esencia de la política que ha pasado a considerarse como un daño colateral.

 

A todos los españoles nos ha quedado claro que los políticos que se compran una vivienda de más de 600.000 euros para vivir aislados del resto de la sociedad como sátrapas después de haberse llenado el bolsillo con dinero público no son de fiar.
Ahí tenemos a Pablo Iglesias e Irene Montero. ‘Todo por el pueblo, pero sin el pueblo’, lema de los nuevos ilustrados que vienen a darnos al populacho lecciones morales y éticas. Porque ‘Poderoso caballero es Don Dinero’ era demasiado. Jarro de agua fría para los incautos que se vieron envueltos su tupida red. A todos los españoles nos ha quedado claro que los políticos que se compran una vivienda de más de 600.000 euros para vivir aislados del resto de la sociedad como sátrapas después de haberse llenado el bolsillo con dinero público no son de fiar. Una vez más, ha tenido que venir Pablo Iglesias a demostrárnoslo, de la mano celestial de su ‘portavoza’. Esperemos, por su bien, que si el vivir en una mansión no les arranca el populismo de las entrañas, al menos la herencia de 1 millón de euros procedentes de los 4 inmuebles por parte de madre y de los 2 por parte de padre que recibirá el proletario Iglesias sí les permita comprarse una buena edición del Diccionario de la Real Academia, que además de servir de bálsamo cultural, define Nuevo rico como Persona que se ha enriquecido bruscamente y que hace ostentación de su dinero, y frecuentemente deja ver su incultura y tosquedad.’

 

Astucia política mediante, acudiendo a Caja de Ingenieros, cooperativa vinculada al Independentismo Catalán que emitió el cheque para hacer frente a la fianza de la ex-presidenta del Parlamento de la Comunidad Autónoma, Carme Forcadell, y uno cuyos miembros del Patronato de la Fundación del mismo nombre, Joan Vallvé i Ribera, es Vicepresidente segundo de Ómnimun Cultural, asociación independentista.

 

Lo que hace pensar que se trata de una puerta giratoria pero a lo bestia, porque en este caso no te hacen miembro del Consejo de Administración de ninguna gran empresa pero te otorgan una hipoteca por una cuantía por la que a casi nadie se la dan hoy día, conocedores completos del apoyo y la comprensión que la formación morada ha dado siempre a los golpistas catalanes.

Y una garantía que hace escorar las sospechas hacia el soborno. Ya sabemos. Una hipoteca de tal magnitud a cambio del apoyo en el nuevo envite que el ‘procés’ prepara ahora que un supremacista xenófobo ha llegado a la Presidencia de la Generalitat. Una muestra directa más de la catadura moral de estos políticos. Porque nadie que defienda la unidad de España ni quiera su país y a su sociedad tendrá la desfachatez de financiar su casa con el dinero de quienes quieren destruir el país que, algún día, se aspira a gobernar. Salvo que se trate de una broma de mal gusto. Que uno no sabe ya qué pensar.

 

Especialmente cuando las casas se combinan con las Titulaciones. Y los estudiantes comprenden, al fin, que las dificultades que sufren para sacarse las carreras y las horas de estudio y de enclaustramiento cual monje de clausura se las podrían haber ahorrado fichando por el partido político adecuado.

 

Igual que nuestro otro ‘pablo’, Pablo Casado, que aprobó de golpe media carrera de Derecho el año que ganó su escaño por presiones del Partido Popular de Madrid, entonces bajo la mano de hierro de Esperanza Aguirre que, como ha señalado el ex director del Centro Cardenal Cisneros, llamó para hacer presión, como también lo hicieron miembros destacados de su Estado Mayor. Más agua fría, pero esta vez para los votantes del PP, que ya no podrán seguir escondiendo la cabeza bajo tierra siquiera por la dignidad que puedan ofrecerse a sí mismos como estudiantes y como padres -y pagadores- de hijos que sí lo son. De lo contrario tendremos que asumir que las horas de estudio no sirven para nada y que es de mojigato echarlas cuando puede uno optar por el atajo, copiar o, en todo caso, llamar a sus amiguitos para que se encarguen de que no haya sustos durante la etapa académica.

 

Más leña que añadir para quienes justifican lo injustificable con el asunto de Cifuentes todavía coleando. No quiera uno imaginarse lo que sucederá el día que se tire de la manta del PP madrileño, y más aún, de la de todos los partidos políticos que llevan años y años amparando fraudes como este.

 

Unos ofreciendo y otros callando. El Partido Popular no podrá ahora hablar de esfuerzo como Podemos no podrá hablar de pobres.Y, si no existe una actuación decidida por parte de la Justicia o de los mismos políticos honrados que -nadie se lleve a engaño- existen aún, las Universidades tampoco podrán hacerlo de enseñanza.Si de esto se desprende que algunos Universidades (públicas o privadas, da igual) son auténtica mafias donde la endogamia, la adulación, el poder, el favoritismo y el corporativismo prevalecen sobre la meritocracia, el espíritu crítico y el conocimiento sincero, estamos irremediablemente perdidos. Porque significa que la Educación, el último bastión de la libertad y de la regeneración, está totalmente corrompida y no se podrá culpar a quienes reaccionen ante la cultura de la Corrupción, del Dinero y del Poder entregándose a estos falsos ídolos y dejando la honradez y la integridad para los ‘tontos’.

 

Pablo Iglesias no es culpable por comprarse un chalet claro, sino por afirmar que quien lo hace es un criminal o un desgraciado,

 

amparado en la ideología enfermiza tal que afirma que el que tiene dinero es malo y el que no lo tiene es bueno, pavimentando el camino para un odio de clases que ha ocasionado el mayor genocidio que ha visto el mundo. Ahora pagará las consecuencias de vivir como el Politburó y no como el campesinado. Rasgo común en todas las élites comunistas. De la misma manera que Pablo Casado tampoco es culpable de querer terminar cuanto antes una carrera densa y difícil, aunque apasionante, como es Derecho; sino de mentir presuntamente en su currículum y de permitir que le pasaran la mano y le regalaran una titulación que, como cualquier otra, solamente merece tenerla aquél que ha demostrado ser competente y adquirir los conocimientos que se exigen.

Dos polos opuestos que se encuentran en la ciénaga de la manipulación política y de la tomadura de pelo cotidiana en que se ha convertido la política en España. Una tomadura de pelo de la que algunos, cada vez más y con peor humor, estamos ya hasta las narices.