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La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida

Con todo hay que reconocer que Pedro Sánchez ha evolucionado en estos últimos meses. Naturalmente, a peor.

 

Escribo esto antes de que se produzca en el Congreso la primera votación sobre la investidura del candidato socialista a la Presidencia del Gobierno, Pedro Sánchez, en la que, casi con toda probabilidad, no conseguirá la mayoría absoluta y tendrá que esperar a la segunda vuelta para ser elegido por mayoría simple con el apoyo de Unidas Podemas y la abstención o el respaldo del resto de los mediopensionistas de la independencia y del filoterrorismo. Parece algo cantado y, pese a las amenazas de Pablo Iglesias, me extrañaría mucho que no llegaran a un acuerdo para colocar a la marquesa de Galapagar como ministra de Vivienda y al muñeco argentino como los antiguos ministros sin cartera de la época franquista. En el fondo, a este que suscribe, le da igual. Los españoles hemos votado lo que hemos votado y eso no tiene vuelta de hoja, por más que ahora nos arrepintamos del cacao maravillao que hemos formado a lo largo y ancho de todo el solar patrio. Como decimos en mi tierra, “lo que es, es” y no hay que darle mas importancia. Ya llegará la hora de las quejas cuando nos suban los impuestos, entremos de nuevo en crisis y el fantasma de los millones de parados planée sobre esta sociedad conformista.

 

Hace tiempo, cuando Sánchez peleaba con Susana por el liderazgo del PSOE, lo comparé con el visir Iznogud, el personaje de comic creado por Goscinny y Tabary cuya obsesión era “ser califa en lugar del califa”. La fijación de Pedro Sánchez era “ser presidente al precio que sea” y, transcurrido el tiempo, sigue con la misma cantinela. Su discurso de investidura se puede resumir en tres palabras, “soy el mejor, soy el único y soy el imprescindible” y, exhibiendo una chulería sin límites, pide a izquierdas y derechas el voto a cambio de nada, “porque sí y porque me lo merezco”. El resto del programa de gobierno han sido meras cortinas de humo, gestos a la galería, “macguffins” para engañabobos, promesas que sabe que no va a cumplir porque no tiene dinero para pagarlas o porque los jueces, todavía independientes y no se sabe durante cuánto tiempo, le van a frenar algunas de sus ideas guerracivilistas, populistas y populacheras.

 

Nada nuevo bajo el siempre temible sol de este verano con  las habituales olas de calor de todos los veranos. Al fin y al cabo, Sánchez lleva gobernando desde hace un año a base de decretos leyes sin necesidad de mayorías parlamentarias que le respalden. Así que, con Podemas o sin ellas, vamos a seguir la misma errática senda emprendida tras la moción de censura a Rajoy. Remedando la mentira del nefasto borbón Fernando VII, “vayamos todos, y yo el primero, por la senda constitucional”. Ja, que me parto y me troncho. Como decía Groucho Marx, “estos son mis principios, si no le gustan, tengo otros”. Así que si no me gusta la Constitución que respaldó la inmensa mayoría de los españoles, no importa, se cambia a mi antojo y aquí paz y después gloria. Es lo que hay. Si no te gusta, ya sabes, “ajo y agua”.

 

Con todo hay que reconocer que Pedro Sánchez ha evolucionado en estos últimos meses. Naturalmente, a peor. Ha pasado de ser Iznogud a Pedro Navaja. Ha dejado a un lado la inocencia pueril del visir de la historieta gala para convertirse en un personaje bastante más peligroso. Como contaba la historia de Rubén Blades y Willie Colón, “por la esquina del viejo barrio lo vi pasar, con el tumbao que tienen los guapos al caminar. Las manos siempre en los bolsillos de su gabán pa que no sepan en cual de ellas lleva el puñal” y sigue la copla, “usa un sombrero de ala ancha de medio lao y zapatillas por si hay problemas salir volao. Lentes oscuros pa que no sepan qué está mirando y un diente de oro que cuando ríe se ve brillando…” Un retrato bastante acertado del personaje, incluída la guapera, la chulería y las consabidas gafas de sol del Falcon. Como saben, el problema que acabó con Pedro Navaja fue una mujer y es muy posible que ese sea también el problema que acabe con Pedro Sánchez. No sé si esa mujer se llamará Susana, Carmen o Irene, pero tengo la impresión que cualquiera de ellas o de otras que aparezcan en un futuro próximo puedan cavar su tumba. Mientras tanto, continuará cantando aquello tan del LGTBI y del Ejecutivo en funciones de Pedro Sánchez, de “resistiré para seguir viviendo”.

 

Ya saben como acaba la historia de Pedro Navaja tras recibir el disparo de la mujer, “y creánme gente que aunque hubo ruido nadie salió, no hubo curiosos, no hubo preguntas, nadie lloró. Solo un borracho con los dos cuerpos se tropezó, cogió el revólver, el puñal, los pesos y se marchó. Y tropezando se fue cantando desafinao el coro que aquí les traje y da el mensaje de mi canción. La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida. Pedro Navaja matón de esquina, quien a hierro mata a hierro termina. La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida…”. Ya veremos qué ocurre en un futuro no demasiado lejano. Puede que la vida nos siga dando sorpresas. Sólo espero que éstas no sean demasiado desagradables para el común de los españoles.