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Las cosas pasan

Juanma Vidal2
Juanma Vidal*

Las cosas pasan, eso lo sabe todo el mundo. Lo que probablemente no todo el mundo sepa son los porqués, pero todo tiene una explicación. Lo complejo es hallar el argumento y, a veces, hasta entenderlo resulta complicado.
Algunos sucesos irrumpen en nuestra vida y, mientras unos vienen para quedarse, otros son pasajeros, como aves migratorias. Lo que no podemos es asistir impertérritos como si no nos diésemos cuenta, como si fuéramos ajenos a cuanto nos rodea, como si no nos importará lo que acaece, máxime cuando dichos eventos pueden incorporarse a la experiencia colectiva, ya sea por jornadas, semanas, meses, años y, más si cabe, si se anclan hasta el fin de los días.
Es gracioso que a muchas personas les llame la atención el fenómeno del “botellón”, sobre todo en las grandes ciudades, dónde todos somos más anónimos que en el mundo rural, donde todo el mundo conoce a todo el mundo. Para quien le sea ajeno, hace referencia al consumo de alcohol en grupo por parte de los sectores más jóvenes de la sociedad durante los periodos festivos, fines de semana, vacaciones, etc., y en espacios abiertos y públicos, como parques, jardines, playas, et al.
Hay quien lo ve con naturalidad, como un signo de libertad, pero muchos lo ven como un acto de incivismo y libertinaje, que suele dejar muchas secuelas en forma de suciedad, pero, sobre todo, los efectos etílicos sobre los jóvenes, que consumen sin otro limite que el final de las botellas.

 

Es gracioso que a muchas personas les llame la atención el fenómeno del “botellón”, sobre todo en las grandes ciudades.

¿Por qué se produce? En buena medida por el sentido lúdico de la vida que tienen las personas a esas edades y en estos momentos ¡No lo valoren como cuando ustedes veteranos eran jóvenes y estaban sometidos a otros rigores! Intenten ponerse en la piel de la actual juventud, muchos limitados en recursos, bien por encontrarse en paro o bien porque sus progenitores no pueden financiarles sus salidas por encontrarse sin empleo.
Con recursos muy limitados lo máximo que puede hacer es beber en la vía pública, adquiriendo las bebidas en establecimientos ad hoc y montarse la fiesta más barata por su cuenta ¿Que podrían ser más limpios y tener mayor control sobre su consumo? ¡Por supuesto! Es un factor educacional por parte de sus padres, pero no les condenen a ellos por querer divertirse sin causar más daño que ése y/o así mismos.

 

Corrupción e independentismo

Cambiando de tercio. Muchos políticos del Partido Popular e incluso su propio presidente, se han visto las caras o se las verán ante un juez para declarar por presuntos casos de corrupción. ¿Por qué ha de ser así? Sencillamente porque hay indicios racionales de que presuntamente pueden haber perpetrado actos delictivos o tener conocimiento de la comisión de los mismos y estar al corriente de muchos delitos relacionados con sumarios que les afectan principalmente a ellos o/a personas de su entorno.
Naturalmente la presunción de inocencia les ampara en tanto en cuanto ningún juez determine su grado de culpabilidad o inocencia, pero ni ustedes ni yo nos vemos en esa tesitura, porque no tenemos absolutamente nada que ver con esos asuntos turbios y casualmente ellos sí se ven ante el juez. Luego huelga excusarse como si con ellos no fuera el asunto.
En el caso del secesionismo catalán o inclinación independentista desde hace unos cuantos años a esta parte en Cataluña, hay que analizar todos los fenómenos relacionados con la impugnación del Estatut por parte del Partido Popular en 2006, aunque secundada por el PSOE, ante el Tribunal Constitucional y de lo que ello se deriva.
Esto podría justificar tanto la radicalización del voto como el ascenso de los partidos soberanistas, hasta entonces limitados en tiempo y acción, pero desde hace unos pocos años incrementados en apoyos y voluntades. Lo que ya resulta más cuestionable es la desatada rebelión de los antiguos miembros de Convergencia Democrática de Cataluña (hoy la PDECat), separada de su coalición con Unión. que más parecen haber enarbolado la bandera del independentismo para ocultar sus presuntos casos de corrupción, por muy honorables que sean sus perpetradores. Prueba de ello son las dudas que suscita el “procés” de puertas a dentro, pero ocultada por miedo a represalias.

 

¿Por qué se ha llegado a este punto de distanciamiento?

Probablemente por la política del «Laissez faire et laissez passer, le monde va de lui même» («Dejad hacer, dejad pasar, el mundo va solo») defendida por Mariano Rajoy, que ha creído que la inacción corría en su favor, así como la exclusión de los moderados, que recién decía La Vanguardia, por parte del cada vez más radical Puigdemont, que también redunda en beneficio del centralismo marmóreo del presidente del gobierno español, dispuestos a esgrimir “las suficientes armas legales para impedir la consulta” (Zoido dixit).

Podríamos seguir, porque los casos son infinitos. Por supuesto que estas son mis razones, y no pretendo pontificar con ellas, solo exponerlas libremente. Hay quien coincidirá y quien divergirá, pero al menos plantearlas y cuestionarlas implica un compromiso social por entenderlas, no por asumirlas sin más como si nada pudiéramos hacer, como si fuera imposición del más allá. Las cosas pasan, pero nuestros sentidos deben estar preparados para captarlas y racionalizarlas.

 

*Juan Manuel Vidal es Periodista y Community Manager

@VidalJuanma