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Las distintas varas de medir

No es de extrañar que en Cataluña no existan los Reyes Católicos.

 

“El ojo que ves, no es, ojo porque tú lo veas, es ojo porque te ve”. No es la primera vez que recurro a este proverbio de don Antonio Machado y seguramente no sea la última. En él, el poeta sevillano deja claro que las cosas son como son independientemente de cómo las interpretemos bien por nuestra educación, bien por nuestros deseos o nuestos propios intereses. En estos momentos y en este país llamado España se está produciendo una escandalosa tergiversación de la realidad producto de la nefasta dispersión del sistema educativo provocado por un sistema autonómico alentado por el independentismo que mira más por los intereses políticos de los partidos que ostentan el poder que por el futuro educativo y profesional de las nuevas generaciones. Ya han podido comprobar la inusitada proliferación de libros de texto “a la carta” impuestos por los diversos gobiernos autonómicos, más de cincuenta mil, el doble que hace diez años. Los propios editores han puesto el grito en el cielo y denuncian los “mecanismos bastardos” para que los manuales escolares “digan lo que los distintos gobiernos quieren y no lo que la ciencia dice”.

 

Así las cosas, no es de extrañar que en Cataluña no existan los Reyes Católicos, que en Canarias no aparezcan los ríos o que en Andalucía los chavales se sepan al dedillo los límites de Doñana o la vida de Blas Infante  pero desconozcan que el Ebro nace en Fontibre (en el santanderino pico de Tres Mares) y desemboca en la localidad tarraconense de Deltebre, y que Carlos V nació en Gante y está enterrado en el monasterio de Yuste. La geografía y la historia, junto a la lengua, son las asignaturas más afectadas por esta caótica dispersión analfabética en la que los españoles nos hemos sumido gracias al demencial sistema autonómico. Y lo peor es que no hay vuelta atrás mientras las principales fuerzas políticas, de derechas, de izquierdas, de centro o mediopensionistas, no se pongan de acuerdo en unificar criterios educativos para el conjunto del Estado. Sanidad, Educación, Seguridad y Justicia nunca deber’ian de haber sido transferidas a las comunidades autónomas. Fue el primer gran paso hacia ese federalismo asimétrico que pretenden Pedro Sánchez y los suyos y en el que han colaborado todos los presidentes que hemos tenido en estos últimos cuarenta años, desde Suárez a Sánchez, pasando por González, Aznar, Zapatero y Rajoy.

 

Porque si escandaloso es lo de los más de cincuenta mil libros de texto “a la carta autonómica”, no lo es menos las distintas varas de medir con que la Justicia y las distintas autoridades regionales contemplan los hechos. El pasado 11 de septiembre, (fecha recordada en todo el mundo por los atentados de la Torres Gemelas, menos en España donde lo importante es la “diada” catalana), tuvo lugar en Barcelona el homenaje que las autoridades autonómicas hacen ante el monumento a Rafael Casanova y la posterior manifestación conmemorando el 11 de septiembre de 1714, fecha de la caída de la Ciudad Condal en manos de las tropas borbónicas, tras catorce meses de sitio, durante la Guerra de Sucesión española. Vamos que Ciudadanos, el PP o Vox aun no estaban ni en el sueño de las derechas fascistas españolas. Hasta ahí todo normal con Torra y los suyos cantando Els Segadors y colocando coronas de flores.

 

Pero este año ha ocurrido algo que ha roto la monotonía. A alguien se le ocurrió poner unos altavoces cerca del monumento a Casanova durante el homenajes y emitir a todo volúmen el himno de España. Una provocación, reconozcamoslo, pero una provocación tan flagrante como la quema de fotos del Rey, las amenazas violentas a los no independentistas o los gritos en pro de la república independiente de Cataluña esgrimidos en muchísimos rincones tanto de Barcelona como de otras muchas ciudades y pueblos catalanes. Bien, pues es posible que mientras a estos último nadie les llame la atención (cuando están incumpliendo la ley flagrantemente), a los del “himno de España” se les puede caer el pelo por ejercer simplemente su derecho a la libertad de expresión. ¿O es que alguien les hubiera llamado la atención si el himno que sonara en los altavoces hubiese sido Els Segadors? Lo que decía al principio de este artículo, el hecho es el hecho y no como cada uno quiera verlo. La tan manida libertad de expresión no puede valer para unos a la hora de insultar y no para los otros. Como dice el refrán español, “o todos moros o todos cristianos”.

 

Y así estamos, esperando que el Rey se harte de la pantomima que están protagonizando Pedro Sánchez y Pablo Iglesias y decida que hay que disolver las Cortes porque éstos son incapaces de llegar a acuerdo alguno. Aunque no me crean y a costa de reincidir en el error, yo sigo pensando que estos dos semidioses van a agotar todo hasta el último minuto y, que incluso el mismo día 23, Iglesias va a renunciar a sus solicitados ministerios, a las políticas activas de empleo, a RTVE y hasta a la escolta de la Guardia Civil en su chalet de Galapagar, para apoyar a Sánchez en su pretendida investidura. Ya veremos.