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Las operaciones de Doña Cospe: la primera en la frente

Pedro Pitarch
Pedro Pitarch

Doña Cospe tiene en Defensa un gran problema: sabe de ella lo mismo que yo del antiguo dicasterio de la Sagrada Congregación de Ritos. Además, de los tres nombramientos de primer nivel de su ministerio, aprobados en el consejo de ministros del pasado viernes 18, dos de ellos, el de Agustín Conde como secretario de estado de defensa (SEDEF) y el de Arturo Romaní como subsecretario de defensa (SUBDEF), también parecen bastante ajenos a las cuestiones militares. El tercero de esos nombramientos, el del almirante Juan Francisco Martínez Núñez (hasta ahora DIGENPOL), como secretario general de política de defensa (SEGENPOL), es el muy lógico y razonable. Enhorabuena al almirante.

El señor Conde, iba en las listas del PP al Congreso por Toledo y no salió diputado. Eso, paradójicamente, le ha facilitado encontrar ahora un mejor acomodo en Defensa. Cosas de la política. Otra cuestión es el intento de presentarle como todo un experto en la materia, pregonando de su CV la realización de un curso de Defensa Nacional en el CESEDEN, así como su cargo de presidente de la comisión de defensa del Congreso en la X legislatura. Muy justito. Ese tipo de cursos sirven, y está muy bien, para establecer o mejorar relaciones cívico-militares, así como dar una pátina “defensiva” a los civiles que los siguen. Pero, en muchos casos, ni tan siquiera llegan a eso, porque los parlamentarios hacen bastantes “pellas” —por eso de los plenos, ya saben—, así como suelen escaquearse a la hora de arrimar el hombro en la elaboración de monografías de grupo. No sé si don Agustín habrá mejorado con el paso del tiempo. Dejémoslo en un esperanzador quizás y veremos por qué registro sale.

Del señor Romaní, el nuevo SUBDEF, no hay mucho que decir, excepto que es un hombre de cuentas (fue consejero de Hacienda en Castilla-La-Mancha). Claro que los números en Defensa, al contrario que en la mayoría de ministerios, no se hacen en el ámbito de la subsecretaría, sino en el de la secretaría de estado. En el ámbito de la subsecretaría caen, entre otros, el personal, la enseñanza militar y el reclutamiento. Y a uno le entra una duda: ¿no será que ha habido un error en el BOE y era el señor Conde el que debía ir de SUBDEF y el señor Romaní de SEDEF? No obstante, como don Arturo es inspector de hacienda, hay que suponerle potencialidades tanto para recortar como para, con trabajo y suerte, superar los bajos estándares de la ya ex-subsecretaria, Domínguez-Alcahud.

 

La guinda que remata el error ministerial ha sido justificar su prioridad en la elección —en palabras que bien podrían haber sido de la mismísima Carme Chacón—, en que la misión “aglutina una labor humanitaria y la lucha contra el tráfico ilícito de personas”.

Doña Cospe ha tomado su primera decisión “operativa”: empezar a visitar contingentes militares desplegados en el exterior. Algo absolutamente imprescindible, porque significa reconocer la primacía que la capacidad operativa de las unidades debe tener en el ámbito de la Defensa. Son las unidades y sus operaciones las que justifican el tinglado de la defensa, y no al revés como algunos parecen creer. Sin embargo: la primera en la frente: ha errado —o ha sido inducida a error— en la selección de su primera visita. Algo capital desde un punto de vista político y de imagen que una ministra tan política debería al menos intuir. Y así se ha ido a Sigonella (Sicilia) a visitar las tripulaciones de una fragata (“Navarra”) y un avión CN-235.

El error no es ya solo porque no haya elegido un contingente terrestre para su primera visita —es el Ejército de Tierra, el que siempre ha llevado el mayor peso y riesgo en las operaciones militares en el exterior—, sino sobre todo porque la operación “Sophia” en el Mediterráneo, no es de las que más encajan en el empleo de los medios de las FAS, o que más satisfagan a los militares. La guinda que remata el error ministerial ha sido justificar su prioridad en la elección —en palabras que bien podrían haber sido de la mismísima Carme Chacón—, en que la misión “aglutina una labor humanitaria y la lucha contra el tráfico ilícito de personas”. De doña Cospe se habrían esperado otras prioridades mejor relacionadas con cometidos más mollares de entre los que son asignables a las unidades militares en el exterior (defensa, seguridad cooperativa, protección, instrucción, entrenamiento de otros ejércitos, etc).

Por cierto, entre las imágenes que se han visto de doña Cospe en los medios durante esa visita, no hay ni un uniforme caqui ¿Qué error cromático! De momento, el Ejército de Tierra está desaparecido en su representatividad. Los tres cargos superiores en el entramado de defensa están ahora —son hechos, no opiniones— ostentados por tres oficiales de la Armada: JEMAD, SEGENPOL y el Jefe del Mando de Operaciones. Los tres son magníficos. Pero, como diría el castizo: “canta” mucho. Se espera que al menos el próximo JEME siga siendo del Ejército de Tierra.

 

*Pedro Pitarch es Teniente General (retirado) del Ejército de Tierra español.