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Las pensiones, otra vez

El sistema tal y como está no sobrevive cinco años, habrán pensado, y con razón, la mayoría de los actuales trabajadores.

Todavía recuerdo -especialmente porque solo ha pasado una semana pasada desde que lo escribí– que concluía mi último artículo en este Confidencial Andaluz con dos afirmaciones. Una, que del Pacto de Toledo no íbamos a saber nada hasta 2021 y que, respecto a las pensiones, exportaríamos el problema al futuro. Acerté en parte, como veremos.

Este lunes, uno de octubre, el santoral laico lo reserva para celebrar el día internacional de las personas mayores. Que uno no le ve ya como lejanísimo, pues parafraseando a Conrad en su novela Lord Jim también yo observo la línea de sombras que indica que mi juventud ha quedado definitivamente atrás.  Así pues, el lunes volveremos a oír hablar de pensiones. 

Y como han pasado cosas sobre ellas esta semana – ¿y en qué semana no? pensarán- ya tengo un motivo para volver a reflexionar sobre ellas. Sobre que del pacto de Toledo no volveríamos a saber nada hasta 2021, acerté poco. Terminaron sus reuniones con una mezcla de prisa y alivio. Han propuesto que las pensiones se revaloricen con el IPC (aún sonaban los ecos de los pensionistas enfurecidos en la puerta del Congreso) y una frase críptica, “que se asegure el equilibrio social y financiero”. 

 

Sigo creyendo que no se podía decir mucho más, pues las mentes de nuestros políticos están ya en otra cosa (su futuro cercano), los pensionistas son muchos (sólo en Andalucía el 17% de los residentes tiene más de 65 años) y la cuestión requiere reflexión (y larga).

 

Parece claro, que las pensiones subirán, por tanto, según el IPC o, como diría mi vecino, lo que suba la vida, poniendo una nota de poesía en este arduo tema. No porque lo recomiende un Pacto de Toledo que resulta ya inoperante vista la timidez de sus integrantes, sino porque ningún Gobierno (y menos en estas épocas) se va a arriesgar a tener otra vez los pensionistas en la manifestación del lunes. Es innegable la justificación ética de que los pensionistas mantengan el poder adquisitivo (teórico, al final unas cosas suben más que otras y aunque ese IPC, formado por una cesta de productos, sea del 2%, sueles descubrir, con espanto, que los que tu adquieres son, justo, justo, los que más suben).

El Gobierno ya ha dicho que en 2019 las pensiones subirán un 1,6%. Unos meses de tranquilidad. Luego ya, la discusión será que IPC se usa para revalorizar. Los asustados diputados del Pacto de Toledo han evitado el asunto ¿El IPC interanual? Ese es el que acababa con una “paguica extra” porque siempre era mayor del previsto. Pero hay otros: el subyacente, el de noviembre o el que se les ocurra para ahorrar unas décimas.

 

Así que los pensionistas actuales pueden estar contentos un tiempo. Aquí es donde acerté al final del artículo de la semana pasada.

 

El problema se exporta al futuro. Y tanto que sí, porque el propio Secretario de Estado de Seguridad Social afirmó, el mismo día, que el actual sistema tiene arreglo para diez años. Ya sabemos lo optimistas que son los gobernantes, por la cosa de no alarmar en demasía. Así pues, el sistema tal y como está no sobrevive cinco años, habrán pensado, y con razón, la mayoría de los actuales trabajadores que cuentan hacía atrás para ver cuando se jubilan. 

La cuestión importante no es cómo deben subir, sino como se pagan. La segunda frase del Pacto, ese misterioso asegurar el equilibrio social y financiero. Hace unos años, había una publicidad en la parte de atrás de algunos coches que decía así: pierda peso, pregúnteme como ¿Cómo se lo pregunto, señor, si vamos conduciendo? Bueno, eso es lo de menos, porque también se podría aplicar aquí, pero al revés: no pregunte al Pacto como, porque hasta ahí no hemos llegado. 

 

Habrá, seguro, muchas ideas, pero quiero fijarme en la forma de ajuste que ya es segura, y silenciosa: el factor de sostenibilidad y la crisis de 2008 y su consecuencia en los baby boomer, los nacidos en los primeros años 60.

 

El factor de sostenibilidad se aplicará a las nuevas pensiones a partir de 2019. En palabras sencillas, resulta que ahora la gente la palma más tarde que antes. Ya se sabe, no hay guerras, los ambulatorios y las farmacias son más asequibles, y total que la esperanza de vida de un jubilado es mayor y crece con el tiempo. La idea -enrevesada- es que todos los jubilados que han realizado las mismas cotizaciones tengan la misma pensión. Pero claro, si el jubilado posterior vive más años hay que darle menos para que cuando ¿por fín? se muera haya recibido lo mismo que ese jubilado anterior que cotizó lo mismo y pasó a mejor vida antes. Todo esto teórico, pues aún no estamos en la serie aquella La fuga de Logan donde llegabas a una edad y te mataban.

 

Otros que pagarán el ajuste son los parados de la crisis. Las dobles victimas de la Gran depresión: ahora con el paro, después en las pensiones. Aquellos nacidos en los primeros 60 que en torno a 2008 perdieron empleos en sectores como la Construcción (para el primer trimestre de 2013, en Andalucía y según datos de la Encuesta de Población Activa, se había destruido el 73% del empleo existente en ese sector de la Construcción en 2008).

 

Fueron pasando de la prestación contributiva al subsidio, y de ahí a nada (la reforma de 2012 del subsidio para mayores de 52 años les afectó de lleno) o, tras un período de nada, al subsidio de mayores de 55 años que sustituyó al de 52. Además, esa reforma redujo la cotización que el SEPE pagaba por jubilación por estos beneficiarios hasta la base mínima (antes era el 130%). Tomemos, pues, a estas personas que pueden tener historiales largos de cotizaciones, pero que tras las crisis se vieron desempleados. Sus pensiones serán la mínima o muy cercana a ella. 

Pues bien, mientras seguimos siendo los esperando como en Mad Max, esperando un acuerdo y una solución duradera a la financiación de las pensiones, que cada mes aumenta su nómina y va por unos 9.200 millones mensuales, ya tenemos algo más sobre lo que reflexionar: ¿es justo que, en los parados, para calcular la pensión no puedan elegir los años en los que más cotizaron? Y ¿es correcto el factor de sostenibilidad?  

 

Pensionistas andaluces