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Lecciones del drama catalán

El drama de la independencia de Cataluña, que los españoles están viviendo envueltos en pasión, miedo, indignación y rabia, además de poner en peligro el futuro de la nación española está proporcionando a los ciudadanos enseñanzas muy valiosas que, si son asumidas, marcarán profundamente el futuro de la política y una nación que debería cambiar su rumbo y conducirlo hacia la democracia y la decencia si no quiere caer un día en manos de los depredadores y canallas que andan sueltos.

1.- La primera lección que nos envía la Historia es que «Las autonomías deben ser suprimidas, pues son fuente de corrupción, desigualdad y destrucción de la nación».

Las autonomías son el peor drama de España y la fuente principal de la corrupción, el abuso de poder, la ruptura, la desigualdad y el despilfarro, males que deterioran la democracia y que causan un daño inmenso a la nación y a sus ciudadanos. Ya son millones los ciudadanos y no pocos los políticos que reconocen que son insostenibles económicamente y que fué un error crearlas. Sin autonomías, el 40 por ciento de los impuestos podrían eliminarse y la calidad de los servicios prestados por el Estado, sobre todo sanidad, educación y apoyo a los débiles mejorarían su calidad. La eliminación de las autonomías es deseada ya por una mayoría creciente de españoles, que, después de la experiencia catalana, debemos exigir un referéndum para suprimirlas o al menos para desinflarlas intensamente, impidiendo que funcionen como reinos de taifas que sólo benefician a la clase política y jamás a la ciudadanía. La supresión de las autonomías representarían para España un salto adelante en economía, racionalidad y avance democrático, lográndose, al mismo tiempo, adelgazar el Estado más irracional, grueso y costoso de toda la Europa comunitaria.

«La política es demasiado importante para dejarla en manos de los políticos».

¿Cambiarán los ciudadanos después de 40 años de mentiras y de propaganda sobre lo que significan las autonomías? ¿Seguirán creyendo la estupidez de que para los españoles significan más autonomía y autogobierno? ¿Se darán cuenta que las taifas va a llevar a España al hundimiento total, a muy corto plazo?

2.- La segunda lección es que «La política es demasiado importante para dejarla en manos de los políticos». Basta mirar el país que nos han construido los políticos, injusto, desigual, arbitrario, sin democracia, plagado de políticos vividores y sin valor, con impuestos injustos, sin una ley igual para todos y lleno de pobres, desempleados y desprotegidos, para asumir que los ciudadanos somos los únicos que podemos solucionar los problemas, vigilando a los políticos, presionandolos y sometiendolos a boicot y castigo cuando hagan de las suyas. Recordemos que si la secesión de Cataluña se aplaca, no será por la nula actuación del gobierno, sino por el boicot que los ciudadanos hemos practicado a las empresas y productos catalanes, que, al ver peligrar sus cuentas de resultados, han decidido huir a otros espacios españoles, provocando el pánico en las filas independentistas.

3.- «El poder y la llave del cambio los sigue teniendo el pueblo». Resulta ya evidente que el nacionalismo es una fuerza negativa y criminal que debe ser neutralizada preventivamente, si no queremos que esa fuerza nos destruya a todos y acabe con la nación española.

Del mismo modo que ha sido el boicot del pueblo el que ha derrotado al independentismo, el boicot del pueblo debe derrotar la corrupción que anida en el Estado español.

«Las autonomías deben ser suprimidas, pues son fuente de corrupción, desigualdad y destrucción de la nación».

La única receta eficaz contra el independentismo es la decencia. Si creamos un país justo, acogedor, pacifico y prospero, Nadie querrá marcharse, pero cuando nos construyen una pocilga, es lógico que la gente quiera escapar.

El gran esfuerzo de España en los próximos años debe ser sanear su política y regenerar su democracia. Es el único camino para evitar que la desintegración avance y nos destruya como pueblo. La meta de la regeneración tiene que ser impuesta por el pueblo porque los políticos son incapaces de hacerlo.

No es lógico que los zorros cuiden a las gallinas, ni que el tsunami construya en lugar de destruir. Los políticos españoles, autores de la degeneración, no pueden ser también los autores de la regeneración.