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Liderazgo débil para el socialismo almeriense

Atribuyen a San Ignacio la frase “en tiempo de tribulación no hacer mudanzas”. Parece que en realidad dijo “en tiempo de desolación”. Ambas acepciones valen para el socialismo andaluz: desolación porque su lideresa no llegó a Ferraz, tribulación por si es Ferraz el que llega abriéndose paso a través de alguna provincia. Eso, no hacer mudanza, era lo buscado en Almería. El fin se ha logrado. La forma, sin embargo, no era la deseada y deja un liderazgo debilitado.

Ell asunto de avales como barrera para evitar primarias termina este año. En Almería el obstáculo no fue insalvable. Los tres candidatos saltaron la valla del 20%. Este fue el primer contratiempo. La gente es mala. Yo el primero. Como pasaron los tres, la intriga era comprobar cuantos votos menos que avales conseguiría el candidato arropado por todo el que es alguien en la Junta de Andalucía. Si únicamente hubieran superado el límite dos o, mejor aún, solo uno, el clientelismo que encierra semejante sistema no hubiera quedado tan a la vista.

No mantengamos más intriga. Tenemos respuesta. El vencedor, que repite en el cargo, tuvo 378 avales más que votos. El 18% de los que le firmaron con nombre y apellido, luego no le votaron. Ya, si eso, que cada uno encuentre una razón.

La democracia en acción deja más datos inquietantes, como en las series de misterio. La primera: el candidato ganador optaba a la reelección. Su gestión por tanto era su mejor aval. El 52% de los votantes lo entendieron así y prefirieron a otro.

 

Sánchez Teruel, el reelegido, pues de él hablamos, debería anotar lo ocurrido, reflexionar unos segundos –para que más, si la cosa está clara- y analizar que ha hecho mal para verse así, cinco años después, y pese al apoyo de la Junta en pleno.

 

Sumemos la segunda. Esto parece ya las elecciones generales, donde el voto urbano es más favorable al cambio y el rural a la continuidad. Las agrupaciones mayores, Almería Capital, El Ejido, Roquetas de Mar, Níjar, Vícar, Viator se le resistieron al secretario general aspirante a secretario general. Su triunfo se lo debe a agrupaciones pequeñas, donde todos se conocen y la influencia del secretario local es notoria.

Sánchez Teruel, el reelegido, pues de él hablamos, debería anotar lo ocurrido, reflexionar unos segundos –para que más, si la cosa está clara- y analizar que ha hecho mal para verse así, cinco años después, y pese al apoyo de la Junta en pleno. Desde el Consejero a delegados, de cargos de confianza a aspirantes a serlo, todos le acompañaron a presentar sus avales. Su idea de “ya vendrán a integrarse”, reiterada tantas veces estos años. Su cómoda posición de quien sabe que puede gratificar lealtades y castigar discrepancias ya no sirve, o no tanto como antes.

Sabe que genera rechazo, y alguno de sus notables más aún. Sin embargo un liderazgo débil, cuando surge de una elección democrática no es malo. Los líderes poderosos tienen la desagradable costumbre de arruinar a los pueblos. Tan fuertes son que se encierran en grupos convertidos, como decía Ignatieff, en cajas de resonancia de su propia voz. Quizás Sánchez Teruel, rico en experiencia como llega nos sorprenda, se desperece y descubra capaz de motivar a sus militantes, animar a sus simpatizantes y llevar su partido a la victoria. Nunca se sabe.

Juan Carlos Pérez Navas, el tercero en votos, resulta ser el preferido de las grandes agrupaciones socialistas. Salvo la capital. Contratiempo triste, pero esperado. Su agrupación, que le apoyó en su camino a la alcaldía, es claramente sanchista. No por nada, su secretario general, el catedrático Fernando Martínez está, también, en la ejecutiva federal del PSOE. Reconocimiento al esfuerzo que la ciudad hizo para devolver a Pedro Sánchez al sillón de Ferraz.  Pero no le íra mal. Su victoria en agrupaciones grandes le convierte en esencial para conformar una mayoría en el partido y no dejar a Sánchez Teruel tirado por esos campos de Dios.

Por último, Antonio López Olmo. Si para él ya fue un éxito conseguir los avales, ahora va y queda segundo. Gana la capital, Huercal Overa y Pulpí y demuestra que el sanchismo consolida su presencia. Su suelo está claro, su techo no. 

Ahora viene el cambio en las agrupaciones municipales. El equilibro de poderes será curioso y augura días apasionantes. Con las grandes agrupaciones sanchistas o próximas a Pérez Navas. Susana Díaz va a tener que volver a tirar de aguja, que ya tendrá la metáfora aborrecida. Empezará por atraer a este último que, de todas formas, le ha sido leal. Por esto, quizás, ya no es el preferido de su propia agrupación.