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Lo que no te han contado de los Presupuestos

Una fórmula de oro para incrementar el poder del Estado y, con él, el del Gobierno de turno.

 

Bajo toda la parafernalia y el autobombo del acuerdo alcanzado entre el Gobierno y PODEMOS (para evitar siglas, pero ya sabemos…) la verdadera línea hacia la que apuntan los hipotéticos nuevos Presupuestos -si el PP no los tumba en el Senado o si el PSOE y sus aliados no se sacan otra treta de la manga para quitarle competencias si no tienen la mayoría en la Cámara- es hacia una subida importante del Gasto Público y de los Impuestos. Esta es una receta envenenada que ya experimentamos, aunque la memoria colectiva sea frágil, con José Luis Rodríguez Zapatero y los suyos, y que ahora experimentaremos, quizás, con su criatura. Una receta que creó una crisis de capitalización importante que provocó que la llegada de la Crisis Financiera se viera agravada. En definitiva, dos crisis, una de Gasto Público y otra Financiera, una de origen propiamente interno y otra de origen mayormente exterior, se entrelazaron para traernos al escenario de miseria y desestructuración social que ningún partido político parece saber atajar como es debido.

 

Esta es una receta envenenada que ya experimentamos, aunque la memoria colectiva sea frágil, con José Luis Rodríguez Zapatero y los suyos, y que ahora experimentaremos, quizás, con su criatura.

 

 

No es otra la razón por la cual no se hace mención ni una sola vez al endeudamiento crónico del Estado Español que va a lastrar su economía durante años. El artificio de prometer ‘el oro y el moro’ sin adecentar los canales de financiación lleva a unos resultados como los que todos hemos tenido que padecer. Y si bien es imperativo mejorar el Estado de Bienestar dotándolo de una adecuada asignación presupuestaria, no lo es menos que la solución pasa por limpiar la Administración Pública de cientos de órganos y de cargos que no sirven absolutamente para nada, duplicidades administrativas que lo único que hacen es dificultar el ejercicio de los derechos a los ciudadanos y trámites eternos que absorben la savia de las economías individuales y familiares porque, como cualquiera advierte con rapidez, la Administración nunca mengua, siempre aumenta. Ni una palabra sobre todo esto en el acuerdo arcoíris de los Presupuestos.

 

Pero sí otras muchas referidas a los caballos de batalla predilectos de los socialistas y de los comunistas españoles, y alguna que otra perla envenenada camuflada de soflamas políticamente correctas. Sin ir más lejos, la tributación mínima del 15% para el Impuesto de Sociedades. O el aumento del salario mínimo a 900 euros en un contexto en que los negocios tímidamente empiezan a recuperarse, con la consecuencia silenciada del aumento de 420 euros al año a pagar por la mayoría de los Autónomos, 35 euros más al mes, según ATA (Asociación de Trabajadores Autónomos). Broche de oro con la subida del diésel, aún deliberadamente imprecisa. El objetivo y las consecuencias son las mismas: desincentivar la inversión y el emprendimiento para convertir a la sociedad en un país de asalariados. Una fórmula de oro para incrementar el poder del Estado y, con él, el del Gobierno de turno. Cuando la inversión y el emprendimiento bajen, los jóvenes tengan que irse a montar empresas al extranjero y los “ricos” se marchen a otros lugares más cálidos para hacer negocios, la financiación de unos Presupuestos así recaerá inevitablemente sobre la Clase Media. Más aún de lo que lo hace ya. Sin Prever el Déficit y el Endeudamiento, la escasa capacidad financiera del Estado deberá recurrir, para evitar complicaciones, a subidas impositivas cada vez mayores que redundarán progresivamente en el empobrecimiento de mayores capas de la población. No se olvide: son medidas que ya se han aplicado antes y cuyos resultados conocemos de antemano. Reflexionen.

 

Broche de oro con la subida del diésel, aún deliberadamente imprecisa. El objetivo y las consecuencias son las mismas: desincentivar la inversión y el emprendimiento para convertir a la sociedad en un país de asalariados.

 

La joya de la corona está no en una materia presupuestaria, sino Electoral. Cuando a todos los partidos pretendidamente reformistas se les llenaba la boca hablado de ‘democratización’, la consolidación de la hegemonía hace una lectura diferente de… los labios. Sólo una vagara referencia a “mejorar la proporcionalidad del sistema” sin entrar en detalles a conciencia, cuando el problema mayor del sistema electoral español es su carácter Mayoritario de factobeneficiando a los partidos más votados, entre los que se encuentran ya PODEMOS y PSOE. No les interesa, como tampoco a CIUDADANOS ni al PP, una reforma electoral sincera que permita tener una oportunidad verdadera a las formaciones más pequeñas. Al contrario, les interesa que siga como está, retocando un par de detalles sensacionalistas para que nada cambie y consagrar su monopolio. De ahí la vaguedad escueta.

 

Más lejos van con la exigencia de Listas Cremallera obligatorias, es decir, aquellas que tengan igual número de Hombres que de Mujeres. Se obliga a así a sustituir el criterio del mérito y del trabajo por el de la discriminación por género y por sexo, obligando, aunque haya personas que se merezcan estar, a que se les aparte para meter a otra que igual no es competente o no se ha involucrado tanto, a estar en las Listas. Algo al alcance de los grandes partidos, pero el certificado de defunción de los partidos pequeños o que dan sus primeros pasos. Puesto que al ser pocos los afiliados y los militantes, obligarles a colocar a igual número de Hombres y de Mujeres como condición para presentar Listas equivale a impedirles en la práctica participar en el juego electoral, al no tener gente suficiente de cadaclase. Vendida con demagogia sexista, se trata de un instrumento virulento y torticero para eliminar de la competición a los partidos más pequeños y consagrar el monopolio de los grandes. Lógicamente, no iban a ser tan torpes como para hacerlo directamente y no emplear una medida como esta para tachar de ‘machista’ a quien destape su verdadero propósito. Habrían sido valientes de verdad de haber exigido por ley listas abiertas y elección democrática de sus componentes. Pero eso ya sería demasiado pedir.