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Los sanchistas andaluces se enfadan con razón

Una excusa para la inhibición federal ha sido la muy peregrina de que el secretario de organización, Ábalos, está muy ocupado como ministro de Fomento.

 

Decía el general Narváez, el espadón de Loja, aquél que le confesó al cura que le estaba dando la extremaunción que no podía perdonar a sus enemigos porque los había fusilado a todos, que en España, resistir era vencer. Claro que hay resistencias proactivas y resistencias reactivas, resistencias heroicas y resistencias con toma de rehenes. No todas las formas de resistir tienen la misma contextura moral o política. Susana Díaz se pasó más de dos años del actual mandato pensando en Madrid y en su entronización nacional hasta que su estrepitoso fracaso en las primarias, después de haber dado el coup de force más burdo y oneroso que pudiera imaginarse, la obligó a mirar a Andalucía, que en el cálculo de Susana Díaz a la manera del Shylock shakesperiano, fue un trampolín para cortar la magra del poder en el rompeolas de todas las Españas, y ahora era el búnker de su descalabro político.

 

No todas las formas de resistir tienen la misma contextura moral o política.

 

No consiste, por tanto, la tal resistencia de Díaz en un numantinismo ideológico, ni dialéctico, sino simplemente en la Santa Elena que la presidenta se ha construido para sobrevivir políticamente como caudilla de una cabila. En este magma clientelar y caciquil los sanchistas meridionales han expresado en el último comité federal del PSOE su desasosiego y disgusto con Ferraz por no haberle impuesto a Díaz listas electorales de integración y dejarle el camino libre para que la presidenta de la Junta de Andalucía las elaborara a su sabor. Una excusa para la inhibición federal ha sido la muy peregrina de que el secretario de organización, Ábalos, está muy ocupado como ministro de Fomento. Sin embargo, es más que probable que Ábalos no ostentaría hoy la cartera de Fomento si el treinta y tres por ciento de afiliados del PSOE de Andalucía, ahora sin voz,  en contra de todas las circunstancias y todo el apparátchik clientelar, no se hubieran opuesto a una política caciquil que pretendió asaltar Ferraz para que la derecha siguiera gobernando y boicotear al candidato de su propio partido.

 

Los sanchistas meridionales han expresado en el último comité federal del PSOE su desasosiego y disgusto con Ferraz por no haberle impuesto a Díaz listas electorales de integración…

 

La movilización espontánea de las bases contra el susanismo de noche de cuchillos largos, inclinación derechista y caudillaje caciquil, supuso un impulso ilusionante de regeneración ideológica y ética de un PSOE que andaba errático y falto de una clara posición y función en la sociedad. Todo hace pensar pasado el tiempo y comprobar cómo se han desarrollado las cosas, que hay más fines nominales que ideológicos y esto conlleva que los espacios de poder tengan poco usufructo como instrumentos de implementación de ideas transformadoras en beneficio de ambiciones personales. No fue fácil para los militantes y simpatizantes andaluces generar unas nuevas expectativas ilusionantes en el ámbito de la autenticidad ideológica en el entorno hostil del clientelismo susanista. Tampoco lo es ahora en esa resistencia de Díaz que no admite prisioneros ni mínima cohabitación. Como dicen los italianos la guerra è bella, ma a disagio (la guerra es bella, pero incómoda), y nada más incómodo que la situación de los sanchistas andaluces ignorados por ambos sectores, con un proyecto frustrado y condenados a la no participación, cerradas las expectativas que ellos aventaron.