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Los tiesos

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Pepe Torrente

Los tiesos de Andalucía ya tienen un referente. Se lo dio Susana Díaz en su comparecencia en la comisión de investigación parlamentaria, cuando para definir la extrema pobreza de su marido dijo que se había casado con “un tieso”. Si ella supiera los tiesos que hay en esta tierra no habría incurrido en tamaña frivolidad verbal en tan solemne lugar oficial.

Y lo que estamos conociendo en los últimos días es una forma distinta de ser un tieso. Ya quisieran los tiesos andaluces como el marido de la señora presidenta tener el acceso laboral que tiene un tieso de tal alambre. Y no es que yo diga que lo tiene por ser el marido de la jefa. O por ser el cuñado de la señora Díaz, que también ha seguido el silencioso trayecto de los cursos de formación y formar parte de la nómina salarial que los flexibilice, mihita, de su tiesura.

No sabemos si la hermana de la presidenta está o no tiesa, pero sí hemos conocido que sus compañeros de trabajo han denunciado el ascenso de la hermanísima, pasando por delante de quienes no tuvieron la suerte de conocer el mejor nivel salarial propuesto. Los compañeros no se quejan en sí de la hermana, Dios la bendiga, sino de no haber conocido el tema para, legítimamente, poder competir y concursar en igualdad de oportunidades. Los compañeros ya habían renunciado a un promedio salarial del 19% de rebaja para evitar el despido de los compañeros propuestos para el ERE. Pero, hete aquí que la hermanísima halló el hueco para no notar la merma en la transferencia mensual. Es lo progresista. Y lo familiar. Otra cosa sería saber si ello le hubiera sido concedido de no ser la hermana de la señora presidenta. Esa duda está por verse. “¿Y qué culpa tengo yo de ser la hermana?”, dirá ella. “¿Y los demás de no serlo?”, digo yo. Es el peaje de los familiares de la autoridad. Que le pregunten al hermano del ministro Wert.

Eso de la igualdad de oportunidades es una cosa que lucen los progresistas sólo para exigirlo a los demás cuando ejercen la oposición; para agradar el oído de melifluas maneras a aquellos que sienten la rosa y el puño, pero que ven cómo se les marchitará la flor si no abren la mano y dicen adiós a ese nepotismo excesivo. Esa cultura instalada en todos los niveles de la sociedad española, del que Andalucía no es ajena.

Lo sorprendente de esto es la dulzura con la que nos lo endilgan y nos lo tragamos. No tengo la más mínima duda de que la sociedad andaluza pareciera aceptar, en su rama progresista, que la señora Díaz haya hecho ese favor al tieso del Sr. Moriche, su marido, al marido de su hermana, y, por vía indirecta, a la propia hermana. En el fondo, a eso, a colocar a los propios, es a lo que aspiran los demás, que son como ella. De izquierdas, si, pero tirando para lo propio. Que la tiesura no le gusta a nadie. Y menos aún si es de la misma familia.