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Macron en Hispania

Javier_Menezo
Javier Menezo*

Una izquierda española celebra el triunfo de Macron en Francia como si del suyo propio se tratara. Sin ni siquiera añadir que lo hace a regañadientes, porque era el menos mal de los dos que había. Les ha servido, incluso, para extraer conclusiones. Una especie de “veis, es que el candidato socialista elegido en primarias era demasiado rojo”. Si el argumento flojea; si alguien recuerda lo que ha sido el Gobierno francés se añade un no sé qué sobre el CIS y los votantes situándose entre el 4,3 y el 4,7 en el espectro derecha e izquierda, para concluir que debe ganar Susana Díaz que es la más derechista.

Para esto hemos quedado. Para aplaudir la victoria de la derecha liberal frente a la populista, sin cuestionar las razones por las que otro partido socialista salta del Gobierno al descalabro. No es el primero, pasó en Holanda, pasó en España.

Porque pasó en España. Aunque en la reescritura de los últimos años del atribulado PSOE, se atribuye la sangría de votos al crápula de Pedro Sánchez. No importa que el ex presidente José Luis -yo ya le llamo así, que parezca que hemos crecido juntos- obtuviera en 2008 11.289.335 votos y en 2011, su repuesto, Rubalcaba, 6.973.880. En 2008, el PSOE consiguió el 43,87% de los sufragios y en 2011 el 28,73%. Trasmutado Zapatero en entusiasta follower de Susana Díaz, el aparato que apoya a esta -y por apoyar a esta- niegan lo que vimos, que no fue la crisis lo que acabó con él y desarmó al socialismo. Fue su pésima gestión de esa crisis, su inconsistencia ideológica, y privar al PSOE de un proyecto autónomo.

Pero, Je suis Macron. Europa está salvada.  ¿No debe la izquierda plantearse qué tipo de Europa personifica Macron? Como apuntó Zizek, Macron es la Europa cuyos fallos alimenta el populismo, la que se posiciona al servicio del neoliberalismo.

 

Trasmutado Zapatero en entusiasta follower de Susana Díaz, el aparato que apoya a esta -y por apoyar a esta- niegan lo que vimos, que no fue la crisis lo que acabó con él y desarmó al socialismo. Fue su pésima gestión de esa crisis, su inconsistencia ideológica, y privar al PSOE de un proyecto autónomo.

 

Y mientras nuestros políticos desgastan una palabra más: postverdad -la emplean para todo, que no se digan que no están en la onda, chico- en la  Europa que representa Macron, se está en la postpolítica. Quedó atrás el conflicto entre visiones políticas globales, encarnadas por distintos partidos políticos. La economía se ha despolitizado y la confrontación política se reduce al campo cultural. El neoliberalismo controla lo importante, la economía, su idea es aceptada como tanta naturalidad que ni se ve como una idea. Mientras nos entretenemos con el multiculturalismo. Si vemos una foto de una reunión política, contamos a ver si hay igual numero de mujeres, si hay una entrega de premios, uno es para los gays afrodescendientes veganos. Sin darnos cuenta que sin retornar a la primacía de la economía, ninguna de esas reivindicaciones pasará de anécdota.

No sorprende, pues, el martilleante ataque a Pedro Sánchez. El temor a que recupere el liderazgo socialista lo alientan desde medios de comunicación a bancos internacionales, del portavoz del PP o grandes empresas. Esta semana titulaba el Diario Expansión: “El Corte Inglés, Coca-Cola o BBVA, entre otros, muestran su preocupación por el posible viraje a la izquierda del partido con Sánchez” España no es Portugal, ese pequeño y rescatado país y que si tiene un partido socialista como si tiene un huerto de tomates. Es la cuarta economía. Un partido socialista capaz de extraer sus propias políticas de sus propias ideas, uno que plantee una alternativa global a lo existente, es un peligro, contagioso.

 

Esta semana titulaba el Diario Expansión: “El Corte Inglés, Coca-Cola o BBVA, entre otros, muestran su preocupación por el posible viraje a la izquierda del partido con Sánchez” España no es Portugal.

 

 

Al tiempo, la izquierda caviar española desprecia a los votantes de Le Pen. Esos, como tan provincianos y poco cosmopolitas. De lo peor: parados, habitantes de ciudades afectadas por la deslocalización, trabajadores a tiempo parcial, pobres con empleo. En suma, parte de aquellas clases trabajadoras y medias que una vez fueron la base de los partidos de izquierda. Su frustración y las medidas que la derecha liberal prepara generará nuevas frustraciones, alimentará el rencor de los excluidos y, sin respuesta en la izquierda, se irán a esa Derecha populista y paciente. Es la Europa de Macron la que alimenta a Le Pen.

No extraña, por tanto, que el socialismo francés agonice. Si hay que poner cara a la agonía, es la de Manuel Valls. Profesional de la política; el hombre que cumplió el dicho “la izquierda en el Poder hace el trabajo sucio de la derecha”; el impulsor de las medidas que han llevado a la irrelevancia al socialismo. Ahora se ofrece a Macron. La respuesta ha sido para enmarcar y colgar en las sedes socialistas. Hasta ganar iba a contar con gente de derecha y de izquierda. Ahora, Valls es rechazado porque no da el perfil. Tenga cuidado el socialismo español que se deja querer y coquetea con la derecha. Un día le puede pasar lo mismo y escuchará: ya no os necesitamos, tontos. Lo tenemos todo.

 

*Javier Menezo es Abogado. Letrado del SEPE (INEM). Militante de base del PSOE

@javimenezo