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Malditas serpientes de verano

En esto de crear las “serpientes de verano”, el presidente Sánchez y su Gobierno son todo unos expertos.

Aunque estemos en pleno mes de julio, la verdad es que esta canícula veraniega en Andalucía y más concretamente en Sevilla, tiene más de primavera u otoño que de ese fulminante ferragosto de los “cuarentaytantos” grados a la sombra al que estábamos acostumbrados en los últimos años. Afortunadamente, y según las predicciones de la AEMET, no parece que lo que resta de mes la cosa vaya a cambiar demasiado con temperaturas suaves de día y algo frescas para las noches. Ojalá y acierten. Un verano fresquito de lo más anormal pero que todos deseariamos que se perpetuara en años venideros para solaz de quienes no tenemos el privilegio de gozar de dos meses largos de playa y chiringuito en Matalascañas, Punta Umbría, Isla Antilla, Sanlúcar o El Puerto de Santa María, lugares donde los sevillanos se desplazan masivamente en los meses de vacaciones estivales y que se convierten, de la noche a la mañana, en sucursales de la Plaza Nueva, la Campana o la calles Sierpes, sustituyendo las Bodegas Morales, Los Corales, El Espigón o Trifón por Balbino, Romerijo, El Brillante y Casa Bigote como centros de reunión, tertulia y tapeo.

 

Pero a lo que iba. Aunque hace ya casi diez años que dejé mi puesto como subdirector de ABC de Sevilla, todavía recuerdo aquellos veranos en los que, durante el mes de agosto, me quedaba de guardia con el periódico a mi cargo en una redacción capitidisminuída y repleta de becarios por el periodo vacacional. Todos los veranos ocurría lo mismo. Ante la escasez de noticias importates por la ausencia de los políticos y de –surgían como setas en otoño– las llamadas “serpientes de verano”, informaciones cuanto menos curiosas, interesantes y de corto recorrido temporal que te llenaban páginas y páginas en esa dura tarea diaria de sacar adelante un periódico de cerca de cien páginas.

 

Las “serpientes de verano” implicaban, incluso, el desplazamiento de enviados especiales hasta el lugar de los hechos para sacarle el jugo a un asunto que todos sabíamos de antemano que moriría en el cajón del olvido a la primera de cambio.

 

Lo que entonces era una especie de divertimento y pasatiempo veraniego ha acabado por convertirse en norma habitual por obra y gracia de unos políticos cada día más nefastos e impresentables, sin formación ni cultura, que viven por y para el figureo mediático, sin importarles lo más mínimo los intereses de los gobernados. Echen un vistazo a cualquier medio de comunicación y comprobarán que asuntos como el traslado de los restos mortales de Franco del Valle de los Caídos, las declaraciones de Corinna, la ex novia del Rey emérito, las chorradas sobre la modificación constitucional en materia de género por parte de la vicepresidenta Calvo o el intento de Podemos de controlar la radiotelevisión pública, copan durante semanas los titulares de los periódicos como si en ello nos fuese la vida a los ciudadanos.

 

En esto de crear las “serpientes de verano”, el presidente Sánchez y su Gobierno son todo unos expertos. No hay día en el que algún miembro del Gabinete e incluso el propio jefe del Ejecutivo, suelten alguna perla para que los tertulianos de guardia debatan concienzudamente sobre la citada soplapollez como si se tratara de un asunto de vida o muerte fundamental para el día a día de los ciudadanos. De todas formas habría que tener cuidado con estas “serpientes veraniegas” porque, tras ellas, suelen esconderse otras sutiles y sibilinas formas de manipulación de masas que, poco a poco, van calando en la sociedad.

 

A nadie se le oculta que la perra progubernamental con el traslado del cadáver de Franco no es sino un intento más de reabrir las heridas de la Guerra Civil que Zapatero puso en marcha con lo de la Memoria Histórica.

 

Que lo de Corinna y don Juan Carlos es un torpedo en la línea de flotación de la Monarquía Constitucional arraigada en España desde la muerte del dictador y en pro de la “deseada” República, que lo de la política de género en la Constitución es otro balón de oxígeno para ese feminismo militante de izquierdas que tantos votos puede proporcionarle a Pedro Sánchez en unos próximos comicios, y que el intento de control de la RTVE por Podemos y  el PSOE es una pensada maniobra de adoctrinamiento dictatorial al más puro estilo venezolano de Maduro que ambos partidos llevan persiguiendo desde hace tiempo como método nazigoebbeliano de estricto control de la sociedad y dominio de la “vox populi”. A todo esto hemos de añadir asuntos como la parafernalia del “Acuarius” sobre la acogida de inmigrantes, el control de la Educación o los sistemáticos ataques a la Iglesia católica.

 

Así que mucho cuidado con las inocentes “serpientes de verano” que, bajo su apariencia de nimiedades, suelen esconder bajo sus modestas faldas otros intereses espúreos cuyos efectos y resultados se pueden comprobar a medio y largo plazo. Habrá que estar atentos a las próximas noticias que salten a la palestra mediática porque aún queda mucho verano por delante y estoy seguro que los fontaneros de la Moncloa y las extensa corte de asesores del presidente no electo ya tienen preparadas nuevas “chorradas” de debate con las que entretener al personal mientras se toma tranquilamente la Cruzcampo fresquita y las sardinas asadas en el chiringuito playero de rigor. Si no, al tiempo.