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Malos tiempos para la crítica

Benito Fdez 2
Benito Fernández*

El martes día 24 de enero pasado, se celebró la festividad de San Francisco de Sales, patrón de los periodistas. Sé que muchos de mis colegas, sobre todo los más jóvenes, no sabrán ni tan siquiera que su patrón, doctor de la Iglesia y obispo de Ginebra durante el reinado de Enrique IV, fue uno de los primeros propagandistas que utilizó los panfletos callejeros para exponer sus ideas en defensa del catolicismo y rebatir el entonces naciente calvinismo. En 1922 el Papa Pío XI estableció el patronazgo de San Francisco de Sales a periodistas, reporteros y escritores. Hecha esta primera aclaración a todos aquellos que nos dedicamos a esta bendita profesión, paso a desarrollar mis tesis sobre el desprestigio que estamos alcanzando en estos últimos tiempos gracias a la globalización, a la explotación y a las nuevas tecnologías.

Cuando todos creíamos que internet y el mundo que lo rodea iba a ser un magnífico instrumento para que el periodismo alcanzara una inmediatez y una repercusión global como nunca había tenido y un acceso inmediato a la necesaria documentación que suele complementar la noticia, resulta que las empresas que se dedican a esto de la comunicación, en manos casi todas de bancos y multinacionales, han optado por desaprovechar todo el capital humano de unos profesionales sin horario y casi siempre mal pagados para potenciar las llamadas redes sociales, fundamentalmente Twitter y Facebook, que no son sino un campo baldío y sin acotar por el que deambulan fantasmas y gilipollas que se creen amos del mundo porque sus constantes tonterías las leen y las jalean cientos, miles o millones de individuos incultos que no saben hacer la “o” con un canuto.

 

Todos ellos persiguen su Pravda o su Alcázar, su Gramma o sus «Aló presidente” para acallar las cada día más escasas voces críticas y ensalzar su ego dictatorial.

 

El ejemplo mas pristino de esta situación es el actual presidente de Estados Unidos, Donald Trump. El hombre más poderoso de la tierra no da discursos ni pronuncia frases que queden para la historia como algunos de sus antecesores. Se limita a entrar en Twitter y soltar memeces y boutades para jalear a sus millones de seguidores analfabetos. Y no es cuestión de ideología de derechas, porque aquí, en España, quienes más utilizan estas redes sociales no son los del PP sino los muchachos de Pablo Iglesias y sus diversas confluencias. No me extraña, por lo tanto, que unos, los americanos de la América profunda, y otros, los votantes de Podemos, tengan en cumún líderes que cada vez se acercan más a esos dictadores que casi todos rechazamos. Los extremos suelen tocarse y Trump no es sino una versión caciquil de lo que puede llegar a ser cualquier podemista pasado por el tamiz de un éxito social y económico que no ha sabido digerir.

Pero a lo que íbamos. Si el verdadero periodismo está en plena decadencia porque ya nadie pierde el tiempo en investigar, en analizar los hechos y en buscar los diversos puntos de vista que rodean cada información, no es menos cierto que las exigencias de los lectores, oyentes o televidentes, es cada día menor. Lo que prima es el golpe de efecto, el “scoop” que acapare la atención, el titular o la foto impactante que sea comentada, diseccionada y amplificada en las habituales tertulias y en los diversos foros sociales. Ya no importa tanto que sea una verdad a medias o una mentira encubierta, lo importante es que tenga repercusión en las diversas redes aunque a la larga tenga que ser desmentida por su falsedad. De ahí el éxito de los programas basura que tanto pululan por nuestras televisiones y que tanta gente sigue a todas horas, aunque luego diga que lo que de verdad le gusta son los documentales de la 2

Y en esas estamos cuando los poderes fácticos que controlan el mundo, llamense multinacionales o imperios de la comunicación, se alinean en defensa de los poderosos que son quienes los mantienen, y en contra de la cada día más arrinconada intelectualidad. En el fondo todos son iguales, Franco se parece a Castro tanto como Stalin a Hitler o Lepen a Iglesias. Todos ellos persiguen su Pravda o su Alcázar, su Gramma o sus «Aló presidente” para acallar las cada día más escasas voces críticas y ensalzar su ego dictatorial. Como decía en el título que encabeza este artículo malos tiempos para la crítica y peores pueden ser si, como está ocurriendo, seguimos formando periodistas analfabetos, mileuristas y escasos de criterio que solo sirven para rellenar espacios vacios en las miles de webs y perder el tiempo en las redes sociales. Decía don Antonio Machado aquello de “¿Tu verdad? No, la verdad; y ven conmigo a buscarla. La tuya guardetela”. Lo dijo hace un siglo, pero qué razón llevaba nuestro querido poeta…

 

*Benito Fernández es Periodista.