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Malos tiempos para la crítica

Benito Fernandez
Benito Fernández

Como moscas, vamos cayendo como moscas. No hay día en el que no te encuentres con la desagradable sorpresa de que ha desaparecido otro medio de comunicación, otro más, y que una docena de periodistas se han quedado en la calle. Dicen que desde que comenzó la crisis más de diez mil periodistas se han ido a engrosar las listas del paro, Y no me refiero a periodistas que estaban empezando en la profesión, que hacían sus primeros pinitos informativos en prácticas no remuneradas en las redacciones de los diversos medios. No. Me refiero a colegas que llevaban años, décadas elaborando informaciones de calidad, que tenían un prestigio reconocido, que conocían al dedillo los entresijos de esta profesión.

Y no hay medio que se libre. Desde las televisiones y las radios públicas a las cadenas privadas y desde diarios nacionales como El país, El Mundo, ABC, La Razón o La Vanguardia, hasta periódicos locales, todos, absolutamente todos, han optado como única solución por recortar gastos reduciendo sus plantillas en una huída hacia adelante al abismo que va a acabar dejando esta bendita profesión para el arrastre. El país cerró su Delegación en Andalucía hace un par de años, ABC despidió a la flor y nata de su redacción y, ahora, El Mundo de Andalucía anuncia también su desaparición como Delegación. Está comprobado que esta tierra no le interesa demasiado a los llamados medios nacionales. Y quizás la culpa la tengamos los andaluces que tenemos unos de los más bajos niveles de lectura de periódicos de toda España.

Que la profesión periodística está de capa caída no es nuevo. Llevamos casi una década en la UVI con animosos jóvenes recién salidos de la Facultad y carentes de cualquier experiencia haciendo tareas de redactores jefe sin cobrar un duro. Baratito sí que les sale a las empresas de comunicación esta reconversión salvaje que amenaza con acabar con el cuadro. Lo he podido comprobar en las últimas ruedas de prensa a las que he asistido. Una pléyade de jóvenes becarios muchos de los cuales desconocían incluso al protagonista que debería de informarles realizaban preguntas obvias y superficiales a las que el compareciente, sobrado de facultades ante el bisoño auditorio, exponía sus tesis y argumentos sin que nadie se atreviese a contradecirle o al menos contraprogramar su discurso. Porque esa es otra. Desde hace algún tiempo los políticos acuden a las ruedas de prensa sin nada que decir. Y para colmo algunos tienen las desfachatez de convocar ruedas de prensa sin preguntas. Inaudito. Y más inuadito aún es que a ellas acudan un sin fin de periodistas cuando lo que se tenía que hacer con dichos personajes nefastos es ignorarlos y pedirles a sus poblados gabinetes de prensa que envíen a las redacciones un simple comunicado. Y además, no publicarles ni una sola línea de sus pamplinas

La libertad de expresión y opinión es sagrada y nadie, y menos un político democrático, debe ponerle rejas. Como dice la canción “si se calla el cantor, calla la vida”.

Uno pensaba que la nueva hornada de políticos surgidos en los últimos años con las llamadas fuerzas emergentes que dicen representar a las clases populares iban a  acabar con estas malas costumbres de lo que ellos llaman la casta de no responder a las preguntas que impuso Zapatero y que acogió entusiásticamente Rajoy y los suyos. Mi gozo en un pozo. Albert Rivera y sus Ciudadanos todavía tienen un pase, pero lo de Pablo Iglesias y Podemos es para salir corriendo antes que alcancen el poder. Ante todo, ¿se han dado cuenta que los muchachos de Podemos no saben dar una rueda de prensa en solitario? Parece como si los periodistas le dieran miedo. Cada vez que convocan a los medios para decir algo, aunque sea la más solemne de las chorradas, aparece El Coletas rodeado de la plana mayor del partido como respaldando lo que diga el jefe, faltaría más.

Y lo peor no es eso, sino sus tics dictatoriales más propios de regímenes bananeros como el de Maduro o el de los ayatollah, donde ellos aprendieron esto de la comunicación. Iglesias sólo parece estar cómodo en la Sexta que es donde le siguen el juego. Ya ha tenido diversos encontronazos con colegas que han formulado alguna crítica a Podemos en sus informaciones, lo que da una somera idea de lo que nos espera a los pocos que vamos quedando si Iglesias y compañía llegan algún día a gobernar España. Esto va a ser como El Gramma cubano de Fidel o como El Pravda en la mejor época de Stalin.

Al hilo de todo esto no quiero acabar este artículo si relatar una experiencia que sufrí recién llegado a ABC, a finales de los años 70 o principios de los 80. Tuve que ir a una rueda de prensa que daba el gobernador civil de Sevilla, de cuyo nombre, como Cervantes, no quiero ni acordarme por lo nefasto que fue, En la misma, una compañera que trabajaba en una radio y que ahora es Medalla de Andalucía, le hizo una comprometida pregunta creo que sobre Marinaleda o sobre la ocupación de fincas. Y el gobernador en cuestión no solo no le respondió sino que la expulsó airadamente de la sala. Algunos de los que estábamos allí nos levantamos y nos fuimos. Ello me costó un rapapolvos de mi director y la amenaza de que si volvía a hacerlo, me despediría. Yo era entonces un mero alumno en prácticas, Volví a vivir situaciones similares haciendo piña con mis compañeros de profesión y, pese a todo, llegué a ser subdirector del periódico. Cuento esto porque vamos encaminados con algunos personajes progresistas hacia un control de los medios de comunicación que me recuerda demasiado a anteriores épocas que no deberían repetirse bajo ningún concepto. La libertad de expresión y opinión es sagrada y nadie, y menos un político democrático, debe ponerle rejas. Como dice la canción “si se calla el cantor, calla la vida”.