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Mariano, el más vetado

Pepe Fdez
Pepe Fernández

La presión ambiental empieza a ser brutal, descarnada y descarada. El tímido repunte de los grandes números de la Economía corren el riesgo de resentirse y parece que nunca es aconsejable jugar con las cosas de comer de un país. Eso, los manejos de los misteriosos mercados, sí debieran preocuparnos, aunque estemos vacunados.

Luego están los ladridos menores, que hacen pupa porque son muy molestos, como acollonar al personal con abrir las urnas el día de Navidad o que corren riesgo las pensiones y sueldos de funcionarios de no actualizarse. No hablemos ya de la respetable prensa internacional que ha entrado a darnos consejos sobre cómo hay que resolver este año sabático que la clase política se ha tomado en el Reino de España.
En fin, a todo se le está dando un tono dramático, apocalíptico por parte de algunos. Si no fuera por las circunstancias reales del momento, el evidente hartazgo, más de uno pensaría que muchos le tienen alergia a las urnas. Incluso la específica presión que se ejerce sobre el PSOE en general y Pedro Sánchez en particular está resultando pelín esperpéntica y chapucera. El PP con su estrategia ha logrado convencernos – o al menos lo intenta– de que si vamos a terceras elecciones es porque Sánchez y sus diputados no apoyan por acción u omisión un gobierno presidido por don Mariano Rajoy.

La patada en la boca de Hernando estaba sustentada en la continuidad de Rajoy, posiblemente la única gran verdad que desde hace semanas circula como la farsa monea

Albert Rivera se ha dejado más pelos en la gatera del PP que cuando firmó sus 150 acuerdos con Sánchez en la anterior y breve Legislatura. Su esfuerzo “por España” no le ha servido de mucho, entre otras razones porque, en esta encrucijada, el talante del PP no es el mismo que el del PSOE. Las mayorías absolutas suelen arrasar con la delicadeza y las buenas formas en los partidos. El otro Hernando (Antonio) difícilmente habría bajado con las mismas formas al fango como hizo Rafael Hernando en nombre del PP contra el Rivera, por salir y pedir que el PP quite de la carrera a Rajoy
La patada en la boca de Hernando estaba sustentada en la continuidad de Rajoy, posiblemente la única gran verdad que desde hace semanas circula como la farsa monea, que de mano en mano va y ninguno se la queda: que Rajoy es el problema, no la solución. Tras el fiasco de pasar a la historia como el primer presidente de la democracia que no supera una investidura, la deteriorada figura de Mariano Rajoy parece a todas luces que está más que amortizada.
Felipe González, considerado últimamente como el oráculo para muchos dirigentes de la derecha y del IBEX, ha resumido en una breve frase el quid de la cuestión: Rajoy es el más votado, sí, pero también el más vetado. Por cierto, González se ha apuntado también a la tesis de Iceta, Rivera… de que el PP aparte Rajoy, proponga otro candidato y pase a la Historia, con mayúscula y como el hombre de Estado que se le supone.

 Rajoy sabe de sobras que ese runrún, el que habla de su figura como verdadero tapón a la situación española, se extiende, especialmente en su partido y a ras de provincia.

Que Rajoy de un paso atrás y deje a otro/a –¿ Soraya Saez, De Guindos?– es algo impensable a estas alturas del agitado año de la política española y dado el perfil político personal del presidente en funciones. Es más, su ejecutiva, «el partido»,  le ha respaldado ostentosamente, un gesto político enturbiado y bastante por el escándalo de Soria al Banco Mundial. Pero él sabe de sobras que ese runrún, el que habla de su figura como verdadero tapón a la situación española, se extiende, especialmente en su partido, a ras de provincia, particularmente tras el cantado fracaso de 170 frente a 180 del viernes noche. “Mariano ha demostrado lo que tenía que demostrar hace tiempo, ya le conocemos, no hay más” comenta crípticamente el presidente del PP de una provincia andaluza, uno de los convencidos de que hace falta un cambio profundo en el partido “de arriba a abajo”.
Hoy por hoy, cobrarse la cabeza de Rajoy, es la única gran baza con la que el PSOE y, sobre todo, Sánchez podrían salir airosos de este lance, antes de enviarnos nuevamente a elecciones, campana, sobre campana y sobre campana tres… Salir Pedro Sánchez a hombros, por la Puerta del Príncipe de las Cortes, con las orejas de Rajoy en las manos, supondría para él algo más que una buena tarde, le arreglaba la temporada al frente del PSOE, dejando a Susana en Sevilla con la mantilla puesta en el palco de la Maestranza.

Podemos sabe que una tercera convocatoria les llevaría a una situación delicada electoralmente según todas las previsiones ambientales, ya que las volvería a ganar el PP y subiría el PSOE.

Claro que, mientras llega el momento y dentro de los plazos del apretado calendario político e institucional, Sánchez puede incluso permitirse el lujo de poner nuevamente nerviosa a la colmena, como ya hizo en el anterior intento de salir investido.  Se trata de sondear un sí de Cs con la abstención esta vez de Podemos. Es de esperar que Pablo Iglesias y los suyos ya debieron aprender la lección en marzo y saben que líneas rojas las justas, por no decir ninguna y menos con el asunto catalán. Su abstención, la de Podemos, a cambio de que no siga ni Rajoy ni el PP gobernando. Nada más y nada menos. ¿Les parecerá poco dado la que está cayendo? Además, Podemos sabe que una tercera convocatoria les llevaría a una situación delicada electoralmente según todas las previsiones ambientales, ya que las volvería a ganar el PP y subiría el PSOE. Así Sánchez es esta vez el que pondría contra las cuerdas a Pablo Iglesias, haciéndole responsable último al no abstenerse de una nueva disolución de las Cortes y, lo que es peor, con la expectativa de que finalmente gobierne otra vez Rajoy y su partido.
Si Pedro Sánchez lograra ese acuerdo, o estuviera muy cerca de alcanzarlo, quienes hoy sacan pecho defendiendo a Rajoy como líder único e insustituible como ha hecho Rafael Hernando, serían los primeros en entregar la cabeza del líder Mariano. Que Podemos ejerza influencia en una nueva situación política tan crucial para España, es algo que no soportan quienes viven instalados en el Sistema en nuestro país y los poderes fácticos que les sostienen.
Pero dejando al margen un escenario que puede parecer de política ficción, objetivamente Rajoy, como ha dicho Felipe González, es el más votado, pero es el más vetado y eso le convierte en un juguete roto. Nadie le quiere, con nadie empatiza. No es la solución, es a día de hoy el problema.
Un paso atrás de Mariano Rajoy y ocupar su puesto como Registrador de la Propiedad de Santa Pola, sería la única manera de que saliese con dignidad de la política y entrase en la Historia de España con un gran servicio a todos, acabando con la parálisis de este país de casi un año. Y, además, aspecto importante, gobernaría el PP que no conviene olvidar que ha sido la fuerza más votada el 26J. Lo haría sin Rajoy, el más vetado, el hombre imposible.