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Mariano sobra

Jesús Mª Cascón / Opinión del Lector.- Acosado por los episodios de corrupción, el presidente sigue sin amigos, hoy mismo Rivera ha declarado que una cosa es el PP y otra Mariano Rajoy, al que ha invitado a dar un paso atrás si quiere contar con su apoyo a la hora de buscar acuerdos a la hora de formar gobierno. Y lo peor que le puede pasar es que se repitan las elecciones. Pero esto no lo ve nadie, están ocupados machacándose los unos a los otros.
Hace tres años propuse, en un plató de televisión, la refundación del Partido Popular como única posibilidad real para regenerar un partido que, visto lo visto, sigue apareciendo para muchos españoles como un partido corrupto y con él que no se debe contar a la hora de llegar acuerdos para gobernar. La desarticulación de la «organización criminal» en Valencia, donde se imputan delitos al ex presidente de la Diputación y varios asesores del ayuntamiento del Turia, es la última representación pública de un partido que acoge presuntos corruptos, los consiente en su seno y, además, no hace nada para evitar que sigan apareciendo episodios de este calibre.

 

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 Pedro Sánchez, especialista en agarrarse a un clavo ardiendo, hace bien en insistir, machaconamente, que no quiere saber nada de Mariano Rajoy, presidente del PP desde 2003, año en el que se instauró la mordaza en Génova junto a Dolores de Cospedal, secretaria general desde 2008. Ambos siguen en la brecha mientras su partido supura casos de corrupción constantemente. Los socialistas no quieren pegarse a rueda de quienes siguen permaneciendo impávidos ante los episodios judiciales e incluso se permiten la desfachatez de recurrir al «yo no sé nada» cuando se les pregunta por estos casos. La ignorancia supina de Rajoy ante estos episodios de corrupción evidencia que sólo tiene por argumento dar la callada por respuesta cuando, en realidad, tuvo que dar un puñetazo en la mesa y realizar una extensa limpieza de patio e interiores en su momento. Y sólo algunos sabemos que no lo hizo porque, de haberlo hecho, también sería afectado por su propia escabechina. Como reconoció un dirigente popular, «aquí está manchado hasta el Tato».

Por eso, y porque el tiempo apremia y porque las marcas están cada vez más estrechas, el PSOE se debate entre dos posibilidades, a cada cual más mortífera: o forman gobierno con Podemos (vade retro) o lo hacen con el PP. Las dos son descartables si el partido del puño y la rosa quiere seguir unido y evitar una desbandada general. Todo esto me lleva a preguntar por qué los barones socialistas tienen tanto miedo a unas nuevas elecciones, quizás porque aún no se han dado cuenta que la detención de Rus y sus «secuaces» de esta semana le otorga una excelente campaña de marketing a la izquierda, ya que los episodios de corrupción de la derecha tienen más eco y más resonancia en la opinión pública que los de la izquierda.

Partiendo de la base de que aquí ha metido la mano en la caja todo hijo de vecino, basta mirar hacia Andalucía o Cataluña,  hace más daño quien niega episodios delictivos y le aparecen delincuentes a su lado que cualquier otro. Es decir, que hemos pasado del «te entiendo Luis, sé fuerte, un abrazo» al «te quiero, Alfonso, coño». Como diría el otro, cada vez que Rajoy le echa flores a alguien, acaba imputado. Esperanza Aguirre debe dormir muy tranquila, por tanto.
 
Unas nuevas elecciones, calculo, otorgarían más fuerza representativa al PSOE y menos al PP, sobre todo si Rajoy continúa como candidato,  con la que está cayendo. Y, de paso, obligaría a los populares a una refundación más que necesaria y urgente, sería el fin de la era Rajoy y tocaría el turno de aquellos que, como Feijóo, Pablo Casado y Soraya tienen las manos limpias. Pero esto no lo ven desde Génova ni desde Ferraz. Están demasiado ocupados en vigilar cuándo cae su enemigo. Amplitud de miras: cero.