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Marionetas en la cuerda

"Un payaso de feria seré, que viéndote siempre así, dando vueltas de amor viviré, siempre detrás de ti"

La absurda pantomima escenificada hace unos días en el Palau de la Generalitat con la elección por un solo voto del nuevo honorable, inculto y racista president, Quim Torra, el tercero en intentarlo en menos de seis meses, debería de haberse grabado en video para ponerlo en todas y cada una de las escuelas españolas a fin de enseñar a nuestros tiernos infantes lo que significa el auge de los nuevos fascismos en Europa. Por lo pronto, ese nuevo president electo que tiene nombre de salchicha navarra (chistorra) para no salirse del guión nacionalista de las butifarras, ha dado muestras de un carácter, una ideología y una educación digna de las mas acervas juventudes hitlerianas con lo de la supremacía de la raza catalana (?).

 

Su sumisión al prófugo Puigdemont, que asistió vía plasma al esperpento, me hizo retroceder décadas, hasta 1967, recordándome, todavía en blanco y negro, aquel festival de Eurovisión que ganó Sandie Shaw, una inglesita minifaldera y descalza, un año antes de que España se alzara con su primer triunfo en el certámen con el “La, la la” de Massiel.

 

El tal Quim Torra podría haberse quitado también lo zapatos y ponerse la mini de color amarillo en la tribuna del Parlament y entonarle a la pantalla aquello de “¿Ay!, si tú me quisieras lo mismo que yo, pero somos marionetas bailando sin fin, en manos de Puigdemont. Un payaso de feria seré, que viéndote siempre así, dando vueltas de amor viviré, siempre detrás de ti, No sé ni dónde vas, ni dónde me llevarás…” Y los del PdeCat, los de Esquerra y los de la CUP, dándole la máxima puntuación posible, ya saben, “Quim Torra, ten points, dix point”. Y, hala, micrófono de cristal para que el “chistorra” siga proclamando a los cuatro vientos europeos la república independiente y aria de una Cataluña que asiste estupefacta la deriva a la que la están llevando sus dirigentes.

 

Esto va a continuar indefinidamente mientras el Estado no tome cartas, no de copas sino de oros y de bastos en el asunto.
No sé si, como varios de sus antecesores en el cargo, Quim Torra acabará huido en Bélgica, haciéndole compañía a su lider, o entre rejas en Estremera o Soto del Real, camino lleva de ello y tiene bastantes papeletas en esta rifa de imputados por sedición para que le toque el gordo, con Oriol Junqueras como vecino de celda. Su discurso de investidura, anticonstitucional, golpista, supremacista y xenófobo, hubiese bastado en cualquier país democrático de nuestro entorno para salir del Parlament del Parque de la Ciutadella de Barelona escoltado no por la guardia de honor de los mossos de esquadra, sino una pareja de la Guardia Civil y otra de la Policía Nacional. Pero ya sabemos como nos las gastamos en España con ese maricomplejillo de la exquisita superlegalidad, el proteccionismo de las libertades individuales y la presunción de inocencia.

 

Esto va a continuar indefinidamente mientras el Estado no tome cartas, no de copas sino de oros y de bastos en el asunto, pero, como andaluz, lo que más me indigna es que muchos miles de mis paisanos, sus hijos y sus nietos, que tuvieron que emigrar a Cataluña en busca de trabajo y fueron explotados por los mismos nacionalistas que ahora han elegido a Pugdemont o a Quin Torra, sean quienes mas defiendan a toda esta caterva de impresentables.

¿Qué ha sido de esa Andalucía libre, España y la Humanidad que defiende nuestro himno? ¿No han sido los padres andaluces capaces de contrarrestar la comedura de coco y el adoctrinamiento independentista de las “escolas” catalanas y de la TV3? Todo indica que no.

 

Permítanme ahora una larga cambiada. De Cataluña al Campo de Gibraltar. No quisiera acabar este artículo sin hacer referencia a la situación que se está viviendo en esa parte de la provincia gaditana donde las mafias de los narcos se están haciendo con el control de una sociedad azotada por el paro y el subdesarrollo.

 

Hace ya más de treinta años, a principios de los 80, recien entrado en ABC de Sevilla, me mandaron como enviado especial al Campo de Gibraltar para hacer varios reportajes en Algeciras y La Línea. En esta última localidad se habían detectado varios casos de bebés nacidos con el síndrome de abstinencia, hijos de madres heroinómanas. La situación era deprimente. La verja con el Peñón aún seguía cerrada. El tráfico de hachis desde las costas marroquíes había sustituído al tradicional trabajo pesquero.

 

Le rogaría al ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, que en lugar de poner sordina a todos estos hechos, tratara de combatirlos antes de que puedan ser incontrolales. Y ello pasa, indefectiblemente, por aumentar el número de medios para hacerles frente.
Los barrios de La Atunara o El Junquillo era cotos del trafico de drogas donde el hachís y la heroína campaban a sus anchas. Entrar como periodista en cualquiera de ellos, era jugarte el tipo. Pasear por las calles de La Linea después de las once de la noche era tentar a la suerte. Ancianas a las que le habían cortado un dedo para robarle un anillo o arrastradas para quitarle el collar, Algunos rincones eran ghettos de jóvenes y menos jóvenes en los que el caballo galopaba desbocado a su antojo. Eran los años ochenta del pasado siglo. Han pasado casi cuatro décadas. Lo que está ocurriendo ahora, con el acoso a las fuerzas de seguridad, el asalto a los hospitales para rescatar a detenidos o a las dependencias policiales para robar planeadoras, la proliferación de mafias de narcos procedentes de sudamérica, no es nuevo, aunque los útimos sucesos hayan alertado a la sociedad adormilada y bienpensante. Le rogaría al ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, que en lugar de poner sordina a todos estos hechos, tratara de combatirlos antes de que puedan ser incontrolales. Y ello pasa, indefectiblemente, por aumentar el número de medios para hacerles frente. Espero que, como suele ocurrir, no suceda algo trágico para que las autoridades sean conscientes de la extrema gravedad de un problema que se ha ido larvando durante demasiado tiempo.