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Marisa Carrillo, la voz que endulzó la antena de Queipo de Llano

Desaparece una voz emblemática durante cuatro décadas en la radio sevillana.

Marisa Carrillo junto a un joven Antonio Burgos en ‘Las mañanas de Radio Sevilla’

 

Ayer jueves, 21 de febrero, se apagó para siempre una de las voces más queridas, reconocidas y admiradas de la radio sevillana y andaluza durante cuatro décadas de vida profesional en activo.  Se nos ha ido María Luisa Carrillo de Albornoz y Amorós, conocida como Marisa Carrillo por los amigos y por la legión de oyentes que desde los años cincuenta siguieron su dulce voz a través de la emisora decana Radio Sevilla E.A.J.5. la antena que años antes usó el genocida Queipo para aterrorizar a la gente.

Llevaba semanas ingresada en una clínica de Triana, su barrio, y al final el débil corazón que hace décadas le operó su querido y admirado cardiólogo de cabecera Don Carlos Infante le empezó a dar señales de cansancio en sus latidos. En pocos días, cuentan quienes han estado cerca de ella, se fue apagando la soberana de las ondas sevillanas que reinó durante más de treinta años, desde los 50 hasta principio de los 90. La voz de Marisa Carrillo forma parte de la banda sonora de las vidas de varias generaciones de sevillanos, abuelos, padres, madres e hijos.

Nadie como ella supo proclamar en antena el famoso indicativo de la emisora decana “Naturalmente, Radio Sevilla”. Fue la voz femenina que junto a la del desaparecido Rafael López Cansinos proclamaron desde la SER en Sevilla que aquella era “La radio del 92”, años antes de que se inaugurase la Expo.

 

 

La misma voz que nuestros abuelos escucharon en aquellos teatros del aire, en el cuadro de actores de Radio Sevilla o acompañando a Rafael Santisteban – tan grande como Deglané– en el legendario programa cara al público “Conozca Ud. a sus vecinos”. La potencia de emisión de Radio Sevilla la convirtieron en una emisora que se sintonizaba en casi toda España, con gran calidad en Andalucía, Extremadura y gran parte de Castilla.

 

Una ‘todoterreno’ adelantada en el tiempo

 

Carrillo fue una profesional a las que la modernidad bautizaría como ‘todoterreno’ porque sabía hacer de todo, pese a sobrevivir y crecer en un medio hostil dominado por los hombres y donde la voz de las mujeres era muchas veces usada solo como decoración sonora para los anuncios publicitarios o caretas de los programas. Marisa, sin prisa pero sin pausa, es de las que fue conquistando poco a poco el territorio para acabar ejerciendo un modelo de periodismo radiofónico que era , por otra parte, el único permitido por el régimen en las radios privadas de la época. Recordaba Marisa Carrillo la etapa de Iñaki Gabilondo como director de Radio Sevilla como una de las que más le aportaron y enriquecieron personal y profesionalmente.

Marisa Carrillo y Rafael Santisteban en uno de los programas cara al público de más éxito de Radio Sevilla: Conozca Ud. a sus vecinos.

 

Marisa había nacido en Sevilla en una fecha indeterminada que su coquetería siempre ocultó, pero el trabajo de su padre la paseó de niña por Cádiz y Madrid desde donde volvió a su tierra natal para estudiar magisterio. Tradición familiar la de maestra que no dudó en abandonar tan pronto se le presentó el gran amor de su vida: la radio. Porque no es exagerado decir que la radio fue su gran pasión de la que estuvo enamorada hasta que decidió retirarse para cuidar de su madre enferma. El único contacto que desde su retirada mantuvo Marisa con la radio fuimos un puñado de compañeros y compañeras como Pepe Sánchez Bermejo o Rosa Hidalgo, su amiga y eterna confidente. No quería hablar de la radio, jamás aceptó ponerse de nuevo ante un micrófono ni conceder ninguna entrevista pese a conservar hasta el final su voz tal cual la habíamos escuchado durante décadas. Un día le pedí grabar una entrevista para Onda Cero, creo que con motivo del Día de la Radio, su respuesta me hizo meditar:

“Querido Pepe, no quiero volver a saber nada de la radio, he borrado automáticamente todos los recuerdos, los malos y también los buenos”. No me explicó más, pero entendí que la radio, al final de su vida profesional, no había correspondido a tanto amor y tanta entrega de Marisa. No se llevó buenos recuerdos de su tramo final en la SER, como tantos y tantos profesionales a los que la modernidad empresarial y los cambios arrumbó y maltrató sin piedad desde el olvido convertido muchas veces en desprecio.

Marisa Carrillo hizo sus primeros pinitos durante unos meses en aquella Radio Vida que fue el germen sevillano de lo que hoy es la Cadena COPE. Fue un primo suyo el que la invitó a presentarse y grabar la primera cuña publicitaria de un negocio sevillano llamado ‘Oro Blanco’, que el empresario Enrique Arias mantiene aún hoy reducido a una esquina de la Encarnación con Puente y Pellón.

Su voz de terciopelo, su perfecta dicción, su empatía comunicando desde un micrófono, sus dotes de actriz y, también, su exquisita formación la convirtieron en uno de los grandes fichajes de la vieja radio de la calle Rafael González Abreu. Allí compartiría el estrellato de la época con otra gran locutora venida de Radio Tánger, Elvira Velasco y una joven promesa salmantina llamada María Esperanza Sánchez; junto a ellas un plantel de figuras masculinas muy notables de la radio sevillana como Rafael Santisteban, Manolo Bará, Humberto Gacio, Pepín Cuesta, Pepe Sollo, Juan Bustos y un largo etcétera.

 

El gran amor de su vida

 

Cuando decía que el gran amor de Marisa fue la radio no exageraba ni un ápice porque lo llevó hasta sus últimas consecuencias.  Contaba con cierto orgullo que a punto estuvo de casarse, pero el que iba a ser su marido le imponía la condición de que tenía que dejar la radio y convertirse en una señora de su casa –“con criadas y todo”– a lo que se negó en redondo, plantando al novio y quedándose soltera para toda la vida, comprometida solo con la radio hasta el día que la radio decidió abandonarla a ella.

A una mujer tan atractiva como Marisa Carrillo no le faltaron pretendientes y alguno no se ocultó en público al mostrarle su admiración. Fue el caso de uno de los últimos gobernadores franquistas de Sevilla que, obsesionado con la guapa locutora de Radio Sevilla, acabó en un multitudinario almuerzo oficial leyendo unos cursis poemas escritos de su puño y letra dedicados a Marisa. Al cabo de los años, cuando hemos recordado la anécdota de aquel gobernador tan pesado, Marisa Carrillo aún se ruborizaba y le salían los colores.

La desaparición de Marisa genera un gran dolor entre los que la conocieron y quienes la tratábamos habitualmente. Ya no volveré a recibir sus llamadas al teléfono fijo – no usaba el móvil– para preguntar por mi salud, siempre preocupada por mi corazón, enfermedad de la que era una gran experta. Pero nos queda su recuerdo, el cariño que siempre repartió sin egoísmo y su voz, aunque sea grabada en cuñas como esta. Descansa en paz querida Marisa.