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Matrimonios de conveniencia

Daniel Gutierrez Marin
Daniel Gutiérrez Marín

Andan de flirteos los partidos en España. La que se avecina no es una campaña electoral como las de siempre, con sus mítines, sus carteles, sus sobres y su elevado coste que sale de las arcas comunitarias. Bueno, probablemente nos siga costando lo mismo pero eso no importa. Todo sea por el buen funcionamiento de la democracia. Decía que están de coqueteo nuestros líderes. Parece que se han hartado de calentar el cubalibre en la barra del bar, haciéndose los estrechos, y han saltado a la pista de baile a ver si pillan cacho. Con precauciones, eso sí, que irse a casa con el calentón o con una sífilis es gravemente perjudicial para las gónadas. Propias y ajenas, por supuesto.

Como el toqueteo que se están pegando, en público y en privado, los siempre comunistas de Izquierda Unida con los travestidos de Podemos. Se están poniendo morados a lengüetazos mientras un tal Llamazares advierte que tanto manoseo no es bueno. Que en este país machista, en cuanto una lleva la falda demasiado corta, la ponen por mengana. Magrearse en público siempre fue algo desagradable para quienes se ven obligados a contemplar tan bochornosa escena. Además, las redes sociales lo magnifican todo. Lo que puede ser un beso inocente, se convierte en chupetón. Los españoles somos muy pornográficos. Todo esto con niños de por medio a los que se les pregunta si quieren que la individua se trinque al maromo de turno. Muy feo todo para terminar cada uno por su lado.

La paciencia del pueblo español por soportar tan tamaña verga política podría considerarse una violación en toda regla.

Al tiempo, los socialistas le van haciendo la cama a los peperos pero sin que nadie se dé cuenta. Sábanas de raso. Tienen años de experiencia en este asunto. Los de naranjito llevan bien los cuernos. Solo duelen cuando salen. ¿Cómo era aquello de «pesoe, pepé, la misma mierda es»? Pues lo mismo, que las excreciones, mientras más se remueven, más hiede. Además, los señoritos siempre fueron muy dados a la pudicia. Por eso buscan el rincón del ángulo oscuro, del votante siempre olvidado, allí veíanse las caras el alfa y el omega de la política bipartidista española. La verdad es que la derecha, tan acomplejada y facilona, nunca ha tenido reparos en ponerle ojitos a los socialistas para encuentros erótico-festivos esporádicos en solemnidades de guardar. A Dios rogando y con el mazo dando. Siempre había excusas: cuando no era el terrorismo, eran las pensiones. Pero nunca la educación, oye. ¡Qué cosas! Los socialistas son más de restaurantes de dos tenedores y aún quedan peperos muy fanes de Casa Pepe. «Hay gente pa tó», que dijo el Guerra.

Como decía, los de Rivera están a verlas venir. Saben que, otra vez, quedará alguna despechada a la que consolar, bien por falta de hombre, bien por acoso y derribo. Allí que están ellos, tranquilos, interpretando el papel que se han adjudicado como moderadores de la democracia. Por las que hilan. Más de proxenetas que propician el apareamiento. A esta gente le va todo, la carne y el pescado, por eso están deseando que los populares y los socialistas los inviten al trío de cama redonda. Les dolería que solo los llamaran para mirar. Creo, lo mismo me equivoco, que ellos quieren participar poniendo carne y no como meros espectadores.

Y mientras todo esto ocurre, es a usted y a mí a quienes nos dan trastrás por detrás. Porque no es lo mismo estar jodido que estar jodiendo, que diría mi admirado Cela. Es más fácil que los políticos copulen entre ellos –individualmente, claro- a que se pongan de acuerdo para la gobernabilidad. Mientras se frotan la espalda, a nosotros nos sodomizan sin compasión. Aquí unos se divierten cuando los demás pagamos la cuenta. La paciencia del pueblo español por soportar tan tamaña verga política podría considerarse una violación en toda regla. Y no estoy frivolizando. Es probable que un buen día la maltratada se arme de valor para terminar con tanto sufrimiento. A ver si usando este lenguaje, despertamos de una pu…ñetera vez.