Me asusta, vaya por delante, este tipo misógino, bravucón y hormonado que ejerce de presidente como si presentara un reality show.
Me asusta y me da mucha, muchísima, vergüenza ajena. Al margen de sus hechuras y maneras, de las mentiras, incoherencias, falta de respeto e irascibilidad que emana a todas horas, me suena igualito a aquel otro Mein Fhürer, el ególatra del bigotito negro que pasó de pintor de brocha gorda a comerle el tarro a tantos “buenos alemanes” que caían hipnotizados por sus discursos y sus puestas en escena llenas viejas esvásticas y a mayor gloria de la fuerza aria. “Alemania, lo primero” decía, mientras un pueblo mayoritariamente ciego y sordo, le coreaba.
Mientras tanto Mein Trump guiará a Occidente, a golpe de tweet y encima les reiremos el chiste, igualitos que aquellos buenos alemanes de la época del Mein Kampf.
Y, mira tú por dónde, con “América, lo primero”, ha arrancado este nuevo fhürer su mandato. Y a buen entendedor pocas palabras bastan: que el resto del mundo, se la trae floja, vino a decir, mientras su electorado, bramaba. De ahí al revival de la supremacía del Made in USA, no queda nada.
Superado el shock que causó verle ganar las elecciones, muchos coincidimos en que este tipo la iba a liar parda y le ha faltado tiempo para empezar a hacerlo. Cada día que pasa nos despertamos con una trompada. Diría que nos va a tener muy entretenidos si no supiera que con sus “entretenimientos” se empieza a llevar a muchos por delante , y en este “muchos” incluyo a empresas, acuerdos, pactos, derechos y relaciones.
La primera rueda de prensa que dio, aún electo y que seguí en directo, me heló la sangre. ”A usted no le contesto, porque su medio miente” le soltó al corresponsal de la CNN y se quedó tan ancho. Tanto o más como los cientos de periodistas presentes, porque nadie, nadie, se levantó en señal de protesta y solidaridad ante semejante alarde. Ni uno solo de los periodistas abandonó la sala dejando solito y solo a semejante showman. Les había dicho en sus narices: falsos, mentirosos, interesados y despreciables y se quedaron sentaditos mirándolo, como si nada, y levantando la mano a ver si la ruleta de la suerte les tocaba. Ese día comprendí que este oficio ha iniciado una terrible cuenta atrás que nos puede llevar por delante si somos los primeros en no ser capaces de desactivar semejante acoso y falta de respeto.
Mientras tanto Mein Trump guiará a Occidente, a golpe de tweet y encima les reiremos el chiste, igualitos que aquellos buenos alemanes de la época del Mein Kampf.
Lo dicho, susto da.
*Lola Álvarez es Periodista.