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En Memoria de Arturo Moya: aguantar, quererse y el «Deber Cumplido»

Yiyo Bores
Yiyo Bores*

 

Querido Arturo:

Estamos en deuda contigo, cómo amigos,  cómo hijos de amigos, cómo sevillanos, como andaluces,
como socialdemócratas, como demócratas, como abogados, empresarios, periodistas, como profesionales,
cómo familias, cómo personas. Estamos en deuda contigo.

Siempre te encantó pelear con molinos de viento, manifestar tu inconformismo, y contagiar ilusión con esa mirada limpia y una fe ciega que podía trasladar a Sevilla, o Madrid, los 3.476 metros del Mulhacén. Eres de esas personas valientes que marcan, que se mojan, que no tienen miedo a caerse y mucho menos a levantarse de nuevo, convirtiendo la existencia en pasión, en pelea por un ideal, en la búsqueda permanente por aprender, por mejorar, y cambiar tristes realidades. El héroe de Nuria. Uno de los dos pilares de esa gran familia Moya-Fernández, padre especial, persona única, referencia de muchos. Tu ausencia se sentirá cada día a pesar de los numerosos recuerdos, sensaciones y experiencias que dejaste, porque tu esencia es vida.

Con su permanente serenidad, y a pesar de los 19 nietos, Marifé ya tiene la sensación del deber cumplido. Grandes valores y pilares de un maravilloso legado, que sostenidos por el amor, forjaron tu mejor alianza. Siempre supe que ella fue la fuente de tu fortaleza y estaría contigo eternamente, pero no podíamos imaginarla sin ti. Como Marifé nadie te conoce, y si ha sabido dejarte ir, cuidándote y acompañándote hasta dónde ha podido, debemos intentar aprender de ella una vez más. Aunque esta vez no será fácil.

 

Para los que no hemos estado suficientemente cerca estas últimas semanas, estos meses, incluso años, la desgraciada noticia ha sido un portazo de realidad inesperada.

 

Justo un mes antes de que te fueras te escribí un mensaje de esos que compartíamos a través de Facebook para saber cómo estabas. No hubo respuesta. Tampoco insistencia por mi parte, quizás, porque te pensaba eterno. Me dijeron que estabas regular pero algunos no estábamos preparados para imaginar un mundo sin ti. Al regresar a España y en el Castillo de las Guardas, Málaga o Sevilla, dónde fuera pensaba buscarte. Para los que no hemos estado suficientemente cerca estas últimas semanas, estos meses, incluso años, la desgraciada noticia ha sido un portazo de realidad inesperada. Es terrible la sensación de impotencia y no haberos acompañado más, tanto a ti, como a los tuyos. Y eso nos dolerá siempre.

Aun recuerdo como me ayudaste a sobreponerme a la pérdida de Fernando Albendea en enero de 1994 tomando un café con tus cálidas palabras. Entonces, tu abnegado optimismo, persuasiva convicción y ganas de cambiar las cosas te motivaron para liderar ese ambicioso proyecto que pretendía cambiar la historia política andaluza. Nada más ni nada menos que arrancar al PSOE el poder de la Junta y modernizar Andalucía. Fui apoderado de Poder Andaluz en las 3.000 viviendas ese 12 de junio de 1994, en un colegio electoral en el que sacamos sólo 7 votos de los 208.862 obtenidos en toda la Comunidad autónoma. Supusieron apenas un 6% del electorado y únicamente 3 escaños, que no justificaban el esfuerzo realizado. A pesar de unir a Pedro y Alejandro, los poderes fácticos y los intereses de nuestra tierra lo pusieron especialmente difícil a pesar de tu capacidad. Fue un desengaño, pero si ahora tuviera la oportunidad recorrería ese y mil caminos nuevamente contigo, con la misma ilusión, más ganas, y compartiendo esa descarga de energía que transmitías capaz de lograr lo imposible.

 

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Arturo Moya junto a uno de sus grandes amigos Jesús Bores Saiz

 

Se escribirá mucho sobre tu importancia política y económica. Los Pactos de la Moncloa, el andaluz-granadino de Centro, la Corte de Arbitraje de la Cámara de Comercio, la Fundación Forja XXI, el Correo de Andalucía, y muchísimas otras huellas que dejaste. La historia, tu familia y tus amigos recordarán muchos de tus logros y te tendremos siempre presentes. Tus últimas palabras al viento deseaban que se votara con cabeza “no con la rabia, el odio o el esnobismo”. Pues siempre entendiste que “el futuro no se puede asentar en esos pilares, son muy frágiles para construir con fortaleza la convivencia”. Siempre te preocupó el silencio de los buenos, y tu centrismo era casi revolucionario en una generación que comenzaba a aburguesarse y a mirarse el ombligo. Pero yo me quedo con el valor de tu aportación en el día a día, en lo cercano, con tu faceta más humana en la que con tus virtudes y tus defectos eras una persona, especial, única, diferente. Aprendí mucho de ti en cada conversación, en cada gesto, pero sobre todo sentí el cariño de los tuyos. Siempre admiramos y querremos a Marifé. Es una mujer grandiosa. Con Nuria comparto tu debilidad y con todos tus hijos: Mara y Laura; Arturo, Willy y Curro, sentimos un gran cariño y admiración. Y tus nietos son espectaculares.

Fue una suerte conocerte y que nos abrieras la puerta de tu corazón y de tu casa.

Nos regalaste mucho. Os querremos siempre.

 

*Yiyo Bores es Abogado