The news is by your side.

Ménage à trois andaluz

La nueva Junta, ya antes de constituirse, se adivina más como laboratorio que como gobierno.

 

Certero estuvo SM El Rey cuando hizo del vocablo “convivir” la clave de bóveda de su discurso de Nochebuena. Porque la convivencia, pensar juntos, o la cohabitación, vivir juntos, resultan difícilmente alcanzables para los españoles. Esa constatación sigue siendo, quizás, nuestra mayor tragedia cuando nos acercamos al umbral de la tercera década del siglo XXI.

Y aun así, no pasa la semana sin que alguien reinvente el hilo negro. Unos pretenden federalizar el Estado, pero sin abrir un proceso constituyente. Otros persisten en su disolvente paparrucha republicana cuando ―lo saben hasta los Mossos―, “la república no existe, idiota”. Más allá, los que fingen gobernar apoyándose en neocomunistas, separatistas y filoetarras, proclaman ilegítimo que otros se apoyen en la derecha radical. Y es que aquí cada uno entiende la democracia a su manera. Vaya, como si hubiera distintas categorías de votos, en función de los intereses de cada uno. En fin, el enorme catálogo de intenciones y objetivos políticos distintos y distantes, cuando no antagónicos, hacen tanto ruido que parece inalcanzable un mínimo y duradero entendimiento entre unos y otros.

Así las cosas, mucho me temo que el mensaje de convivencia del Rey se perderá en el éter. Asimismo, que va a ser en Andalucía donde se certifique definitivamente tal evaporación. La aritmética del nuevo parlamento salido de las autonómicas del 2-D pedía el entendimiento de al menos tres partidos de la cámara, para constituir el nuevo ejecutivo andaluz. Y, a la vista de los cinco grupos en presencia (PSOE, PP, C’s, AA (P’s+IU) y Vox), la lógica ―si es que la política tuviera tal ordinariez― apuntó hacia el arreglo entre los tres (PP, C’s y Vox) que, dentro de una pretendida “proximidad” ideológica, sumaban la mayoría absoluta.

 

Se habrá consumado un “ménage à trois” político, fórmula que funciona bastante bien en muchos países europeos.

 

Tras negociaciones a destajo entre los tres, pero de dos en dos ―en la política española nada es lineal―, se ha llegado a un acuerdo que permitirá al candidato del PP, Juan Manuel Moreno Bonilla, ser investido como primer presidente no socialista de la Junta de Andalucía, el próximo miércoles, 16 de enero. Se habrá consumado un “ménage à trois” político, fórmula que funciona bastante bien en muchos países europeos. Así es que, tras la investidura y la constitución de la nueva Junta: ¡hala, a gobernar!

Pero me temo que ese invento pretendidamente francés, de “funcionamiento” a tres y de originaria finalidad erótica, no va a asegurar una buena gobernabilidad de Andalucía. Porque el vástago nace de unas convicciones difícilmente amalgamables, que se concretan en dos pactos distintos. Uno, de gobierno de coalición entre PP y C’s. Y, el otro, de mera investidura entre PP y Vox. Suena, de entrada, a algo impropio, porque una cosa y otra están ligadas. Algo tan curioso que, seguramente sin pretenderlo, ha puesto de manifiesto el presidente del PP, el osado Pablo Casado, al propalar su propiedad del centro político (no se rían) porque podía negociar a derechas y a izquierdas. ¡Qué cosas hay que oír en estos días, Señor!

 

Y en todo ese previsible ambiente enrarecido, uno se pregunta ¿y de Susana Díaz, qué? Pues de doña Susana, “ná”.

 

La nueva Junta, ya antes de constituirse, se adivina más como laboratorio que como gobierno. El experimento va de cómo gobernar a dos (PP y C’s), cuando cualquier nueva ley o propuesta importante habrá de ser indispensablemente validada por un tercero, Vox, cuyo recíproco antagonismo con C’s parece visceral.  Supongo que hasta en el añejo y sabio Puerto de Santa María, donde Juan de la Cosa realizó el primer mapamundi de la Historia, se estarán llevando las manos a la cabeza.

Y en todo ese previsible ambiente enrarecido, uno se pregunta ¿y de Susana Díaz, qué? Pues de doña Susana, “ná”. Ganó las elecciones, pero en el camino perdió el gobierno. Ahora, tras su manifestada intención de sentarse en el parlamento autonómico como jefa de la oposición, todo se va a volver en su contra. Porque, aparte de la cuenta pendiente con Pedro Sánchez, tendrá que soportar de viva voz los sapos y culebras que, contra su gestión y herencia, se vocearán desde la Junta y en la cámara. Además, tendrá que dormir con un ojo abierto para que no la acuchillen los propios. ¿Quién hará de Bruto? ¿Mª Jesús Montero? ¿Francisco Toscano? ¿El tapado? …