No solo es violencia de género, no solo es violencia machista, no solo son violaciones, no solo es acoso sexual, no solo es acoso laboral, no solo son golpes, no solo son humillaciones, vejaciones, borrarte la autoestima, no solo son asesinatos de mujeres, de niños y niñas, es condenarte desde que naces a resistir, es aprender a sobrevivir en el miedo, en el temor a que se te note, a que se te vea, es pavor a la desigualdad.
La libertad, la calle, el escote, la noche, la fiesta, la sonrisa, la palabra, el silencio, la soledad y, sobre todo, despertarse se convierte en peligroso, es terror a vivir. No solo no hay derecho, sino que es indecente que nos obliguéis todos los días, a todas las horas, en todos los lugares, a recordaros que a la mujer no se le toca contra su voluntad, que no es un objeto, que no es vuestra sirvienta para planchar, cocinar, lavar, limpiar y cuidar los niños, no es la cuidadora femenina de los parientes enfermos, no es mano de obra barata del jefe, no es vuestra coneja ni vuestra madriguera, no es el depósito de vuestras frustraciones, no es comodín de nada ni de nadie.
Es un escándalo que haya que aparcarlo todo para los 25 de noviembre, para salir a lo grande a gritaros, a manifestarnos, a llenar de morado España, las escuelas, los medios, a ponernos lazos lilas, a salir vosotros en las fotos, plantarnos nosotras y seguir las víctimas cuestionadas y reforzados los verdugos.
Es una vergüenza que en pleno siglo XXI, tengamos que dedicarle un día especial al año a la brutalidad del patriarcado, es un escándalo que haya que aparcarlo todo para los 25 de noviembre, para salir a lo grande a gritaros, a manifestarnos, a llenar de morado España, las escuelas, los medios, a ponernos lazos lilas, a salir vosotros en las fotos, plantarnos nosotras y seguir las víctimas cuestionadas y reforzados los verdugos. No es justo, ni honesto que nos tengáis distraídas, ocupadas permanentemente, vigilando, advirtiendo, condenando las violencias machistas.
Esto es un adulterado sistema preciso y orquestado para que no podamos desarrollarnos en igualdad, porque necesita de la subalternidad de las mujeres para funcionar como máquina engrasada, donde los perros cuidan a las personas, la gente corre a ninguna parte, los ladrones solo visitan las cárceles, ser ético no cotiza, está de moda criticar la coherencia, se valora la ausencia de respuestas y dejar morir los conflictos, la diversidad es un obstáculo y ser mujer, un marcador de alerta.
Esto nos emplaza a repensar qué hacer para no bajar la guardia en nada, no solo en las violencias institucionales, sociales y de género, sino que hay que diseñar y poner sobre todas las mesas y en todas las calles cómo vamos a organizar el apego perdido a la esperanza para luchar, para que nadie nos robe la vida.
*Kechu Aramburu es Profesora. Exeurodiputada, exdiputada y exparlamentaria andaluza con IU.
Actualmente es independiente.