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Navidad: la gran fiesta pagana de la cristiandad

Era invierno, hacía frío, y el Sol se puso como si nunca jamás volviera a levantarse sobre sus cabezas…

Raúl Velasco Rodríguez/ Historiador.- La festividad navideña cristiana nos ha marcado siempre que el 25 de diciembre se celebra el nacimiento de Cristo en Belén, iniciando con este suceso el primer año de nuestro calendario occidental. ¿Pero sucedió realmente esto así?

Cristo no nació el 25 de diciembre,  no es que no aparezca esta fecha en ninguna cita bíblica, es que la propia Biblia nos menciona en el Nuevo Testamento que cuando nació Jesucristo los rebaños estaban siendo recogidos, indicándonos con esto que no era invierno, ya que los rebaños en Israel no pastaban en estas fechas. Tenemos que comprender que el cristianismo en sus primeros siglos convivió con otros dioses y costumbres romanas de los que bebió y de los cuales terminó contaminándose, copiando fiestas y ritos que no le pertenecían.

La Influencia romana

‹‹Diciembre es ese mes en que más se enfebrece la ciudad calenturienta. A las pasiones se les ha dado pública soltura y licencia. Todo resuena de los grandes aparejos como si alguna diferencia hubiese entre las Saturnales y los simples días de trabajo (…) Es ciertamente de más recio temple cuando todo el pueblo está borracho y vomitando, manifestarse seco y sobrio.››

(Sen., ep. XVIII, 1ss)

Este pasaje del famoso escritor y político cordobés Séneca parece hablarnos de los excesos de las fiestas navideñas actuales, con la diferencia de que Séneca nació cuatro años antes que Jesucristo.

Lucio-Anneo-Séneca
Lucio Anneo Séneca

Las Saturnales eran la celebración del fin del periodo de la cosecha, se celebraban en honor al dios Saturno, el dios de la agricultura. Abarcaban desde el 17 de diciembre hasta el 23 de este mismo mes. Era una época donde se descansaba del duro trabajo agrícola y la tradición marcaba que los romanos se intercambiaban pequeños regalos entre ellos. Otra peculiaridad era que los esclavos pasaban a ser tratados como señores, alimentándoseles con fastuosos banquetes en honor a Saturno. Las cenas de gala del 17 de diciembre iniciaban la festividad y todos debían vestir sus mejores prendas. ¿Pero no dijimos que el cristianismo copió el 25 de diciembre? Y así es, pero tenemos que entender que la religión romana a su vez fue contaminada por las religiones mistéricas de oriente.

[blockquote style=»1″]Nada nos dice el cristianismo ni las fuentes clásicas sobre la festividad del nacimiento de cristo en esta época. Tendremos que esperar cien año más, hasta el 336 d.c., para encontrar las primeras referencias en el calendario. [/blockquote]
La influencia oriental

El solsticio de invierno ha sido una fecha mágica en la antigüedad en todo el hemisferio norte. Después del solsticio de verano los días eran cada vez más cortos. Los pueblos prehistóricos lo sabían. Y sabían también que el 25 de diciembre era el día en el que el Sol vencía a la oscuridad. Los días dejaban de ser cada vez más breves y el dios Sol renacería con más fuerza, venciendo a la oscuridad y previendo una nueva cosecha en un ciclo eterno.

Para los egipcios, la festividad se llamaba La búsqueda de Osiris. Osiris era un dios agrícola y el solsticio de invierno, el 25 de diciembre, se le buscaba ficticiamente para que este nuevo ciclo volviera a comenzar y las cosechas no dejaran de producirse. En el zoroastrismo persa también en estas fechas celebrarían la resurrección del sol en honor a Ahura Mazda y a Mitra. En las ciudades mesopotámicas como Babilonia, Ur, Uruk, Nínive… estas festividades de resurrección solar se repetirán. Incluyendo zonas del lejano oriente, como China o Japón.

La influencia de la religión oriental en Roma se dejará sentir poco a poco y un nuevo dios y un nuevo culto aparecerá, el culto al Sol invicto. Esta festividad no era una festividad antigua en el mundo romano como lo eran las Saturnales, llega en el imperio con el culto a Mitra e irá tomando popularidad con el paso de los años. La festividad principal del Sol Invicto se celebraba el 25 de diciembre, el Sol volvía a renacer este día. El emperador Heliogábalo le dedicaría en el 218 d.c. un templo en Roma. Herodiano, escritor contemporáneo, en su Historia romana nos contará que en el interior de este se hallaba una piedra negra a la que se le dedicaba adoración. Historiadores modernos han pensado que podría tratarse de un meteorito al que relacionaron con el Sol Invicto.

teodosio I
Emperador Teodosio

Nada nos dice el cristianismo ni las fuentes clásicas sobre la festividad del nacimiento de Cristo en esta época. Tendremos que esperar cien año más, hasta el 336 d.c., para encontrar las primeras referencias en el calendario. 

En el 380 d.c. será decretado el Edicto de Tesalónica por el emperador Teodosio. El cristianismo se declaraba la religión oficial y los dioses paganos debían ser exiliados de cada casa, templo y ciudad. Pero al cristianismo le fue imposible acabar con costumbres y festividades tan arraigadas en la sociedad y no pudo más que absorberlas, cambiando la festividad del Sol Invicto por la del nacimiento de Cristom como podemos ver si leemos entre líneas en las palabras de San Máximo de Turín de mediados del S. IV:

«Es un cierto y tiene razón en este día el nacimiento de Cristo vulgarmente dicho el nuevo Sol… Con gusto aceptamos este modo de hablar porque con el nacimiento del Salvador resplandece no sólo la salvación del género humano, sino también la luz del Sol».

La costumbre hace imposible borrar acciones que han perdurado generación tras generación durante miles de años. Los primeros agricultores celebraban hace milenios el nacimiento de su dios Sol, sin saber que sería perpetuado por sus descendientes durante toda la historia de la humanidad.

¡Feliz solsticio de invierno!