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  Navidades tecnológicas

Clara Guzman
Clara Guzmán*

_Niña, ¿cómo has pasado las entrañables?

_No me hables, María del Carmen, que he vuelto a los lexatines. Con eso te lo digo todo.

_Pues sí que ha tenido que ser fuerte, chiquilla.

_¿Fuerte? Sigo en “chok”. Mi hija me dijo: “mamá, tú este año de invitada perfecta y además te hemos comprado el sentador de madres, y vas a estar como una reina”.

_¿Y tú te lo creíste?

_¿Yo? Mira, me compré unos tacones, que había leído por ahí que si te pones tacones te empoderas, que viene de poder, y te sientes la reina de Saba. Como no tenía que tirarme el día cocinando, me fui a hacerme las manos, los pies y hasta un kobido, un masaje japonés que te pone como la modelo esa brasileña. Con decirte que después fui a la plaza y el carnicero, el pescadero, el frutero, que si cariño, que si cielo, que si guapi…

_Eso es marketing de medio pelo, niña. Con kobido o sin kobido.  Al grano.

_Llegamos a casa de mi hija y el panorama era desolador. Bueno, desolador, no, tecnológico. Todos con los “esmarfones” y los pitiditos de los mensajes. Y resulta que no había cena, que acababan de llegar de un aperitivo. Yo ya no me sentía la piernas, porque mi marido empezó a mover el bigote y a poner cara de poema. De ese que dice se equivocó la paloma, se equivocaba.

_¡Qué panorama, niña!

_Mi nuera había hecho un cóctel de mariscos y mi hija dijo que a los niños no les daba lechuga, que luego se ponían fatal con los gases y había que ir a urgencias.

_¿Pero no era de marisco?

_Ya, pero tú sabes cómo es ella, de la ley del puño. El marisco hay que buscarlo con lupa entre las hojas de la lechuga.

_¿Y qué hicisteis?

_Así que bajaron al chino, compraron huevos, patatas y latas y ahí me ves haciendo tortilla de patatas, abriendo latas, porque ellos tenían que mandar “guasas” y contestar a los del Facebook. Las uñas, hechas una calamidad, el pelo, grasiento, y los pies. ¡Ay, los pies!  Y en esto nos llaman para hacer el número del maniquí.

_¿Para hacer un Mannequin Challenge?

_Sí, para hacer de Don Tancredo, que no he visto cosa igual.  Todos del partido Animalada y ponen de moda un lance taurino; vamos, de la Fiesta Nacional. “Pacmá” me quedo.

_Partido Animalista, niña.

_Yo ya me entiendo. Y ese móvil, que es un toro de miura, me embistió con la carita desencajá del dolor de pies que tenía y haciendo como que éramos felices tomando champán, sin mover un músculo de la cara.

_¿Y tu marido qué decía? 

_¿Mi marido? Eso no era un hombre, eso era un energúmeno, la tomó conmigo. Porque él, cuando la niña pasa, por ejemplo, el casting de Juego de Tronos, es su hija, pero cuando la lía parda es mi hija. Y encima me dijo que era igual de lianta que mi padre. Y ahí, no, María del Carmen, ahí me tocó la sangre y salté.

_¿Y qué le dijiste?

_Pues la verdad, lo que todo el mundo sabe, que la niña es un clon de la descansá de su madre, que era el bicho que le picó al tren. Y ahí fue cuando descarrilamos.

-¿Y eso?

_Pues le puso un “guasa” a un amigote que se acaba de divorciar y no le vi el pelo hasta el día siguiente. Y ahí me tienes a mí, en Navidad, de canguro de mis nietos y de un agregado, porque mi hija, que es muy solidaria con la infraestructura ajena, me llamó al móvil para decirme que donde se cuidan cuatro se cuidan cinco.

_No te sofoques, chiquilla, hay que adaptarse a los tiempos. Ahora, las navidades son tecnológicas.

_Sí, pero no tienen lógica, María del Carmen. No tienen lógica.

-Ya, pero tienen tecno.

 

*Clara Guzmán es Periodista.