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No con Juanma

Antonio Varflora
Antonio Varflora*

Como afiliado del PP que soy desde hace treinta años – antiguo cuadro orgánico durante algún tiempo – me siento feliz por la victoria en las elecciones generales del pasado domingo. Aunque 137 diputados no sea el justo resultado a la ingente labor de gobierno que nos ha tocado realizar en la legislatura económica más difícil de las últimas cuatro décadas. Tal vez el desgaste que ha supuesto, unido a no pocos errores, y pecados, propios, ha imposibilitado obtener mayor representación que, en cualquier caso, ahora sí es nítidamente superior a la de resto de fuerzas. Partidos a los que los comicios del 26 de junio supondrán una cierta cura de humildad. Porque han probado que la democracia es mucho más que tertulias televisivas, encuestas y redes sociales. Y no niego que el arco parlamentario haya devenido más plural y matizado, lo cual, indudablemente, nos obligará a mayor número de negociaciones y transacciones. Ahora bien, de la misma forma proclamo, y protesto, que en los últimos tiempos quienes militamos, en mi caso en el centro derecha liberal, nos hemos sentido criticados con un exceso de saña. Cuando no perseguidos y atacados, política, social y mediáticamente. Confío pues que, en adelante, se abandonen determinados cordones sanitarios y líneas “rojas” dudosamente democráticas. Casi ocho millones de votantes merecen un respeto.
Reitero por tanto mi felicidad y relativa satisfacción. Y porque humildemente creo que la familia popular nos merecíamos una alegría he dudado muy en serio escribir lo que a continuación expondré. A riesgo, sí, de pecar un punto de aguafiestas. Pero me puede más la convicción de que precisamente el respeto que antes he invocado nos lo debemos, por encima de todo, a nosotros mismos. Bienvenida sea, por supuesto, toda celebración en una noche electoral que ha sido grata. Sin embargo, pasadas ya unas horas de la dulce resaca, no conviene engañar ni autoengañarse. Y me refiero, naturalmente, al pobre resultado comparativo del PP andaluz en estas elecciones, cifras que, de celebrarse hoy comicios autonómicos, nos volverían a situar muy lejos del gobierno de la Junta. Esta es la cruda realidad. A pesar de que la noche del domingo nuestro presidente Moreno pretendiese hacer del “surpasso” algo más que un juego de palabras.

Guarismos que, excluidas Ceuta y Melilla, sitúan al PP andaluz como la federación regional número trece, de las diecisiete, en cuanto a porcentaje de votos. Solo hemos superado al PP de Navarra, de Cataluña y del País Vasco.

Al fin y al cabo no se trata tanto de una opinión, discutible, como sus contrarias, sino de datos y números. Guarismos que, excluidas Ceuta y Melilla, sitúan al PP andaluz como la federación regional número trece, de las diecisiete, en cuanto a porcentaje de votos. Solo hemos superado al PP de Navarra, de Cataluña y del País Vasco. Y lamento, claro, con sana envidia, que nuestros compañeros de otras doce autonomías hayan sabido estar y quedar a mucha mayor altura. La que nuestro partido y nuestro país nos exigían en razón a nuestro peso poblacional. Pero la única verdad es que este pasado 26J los populares andaluces hemos alcanzado el 33’4%. Muy lejos del 40% en Extremadura o del 42’7% en Castilla La Mancha, por citar regiones limítrofes y de características socio-electorales parecidas. O del 38’2% de Madrid y del 35’5% de Valencia, comunidades ambas donde bastante más desgaste que aquí se suponía tras largos años de gestión y tristes episodios de corrupción. Hasta en Aragón, territorio siempre complejo, hemos alcanzado el 36%. Y más del 35% en la indómita Asturias. Las cifras del PP gallego, cántabro o asturiano, todas ellas por encima del 40 por ciento, nos dejan igualmente en evidencia. Con solo referir que en las elecciones generales de 2008 – que ganó Zapatero – obtuvimos cinco puntos más que ahora estaría casi todo dicho.

¿Cuántas veces hemos escuchado el mantra de que “el cambio ya está aquí”? ¿Acaso esta maldita y malhadada muletilla no se la oímos a Javier Arenas en 1996, 2008 y 2011?

Insisto: seamos sinceros. Con nosotros y con Andalucía. ¿Cuántas veces hemos escuchado el mantra de que “el cambio ya está aquí”? ¿Acaso esta maldita y malhadada muletilla no se la oímos a Javier Arenas en 1996, 2008 y 2011? ¿Y qué? Pues que la alternativa en la Junta nunca terminó de llegar luego aun habiendo obtenido entonces bastantes mejores porcentajes que el de este año. ¿A quien pretende engañar Moreno con su variante de que “el cambio comienza hoy”? ¿Con poco más del 33 por ciento cuando en 2012 se nos volvió a negar San Temo con siete puntos más? ¿Con Ciudadanos que aquí en Andalucía, por debilidad nuestra, es donde mejor aguanta? Esa misma debilidad que ya la noche electoral, y ayer mismo, volvió a resucitar la absurda pugna entre el PP sevillano y el PP malagueño en una muy poco edificante competición por ver quién se cuelga ahora la medalla de este estéril “surpasso”. Y no es porque servidor sea de Sevilla. Pero lo cierto es que los escaños se han sumado en la provincia hispalense y en Almería. Y que en capitales como Córdoba y Jaén el buen trabajo y mejor recuerdo de los no precisamente “morenistas” José Antonio Nieto y José Enrique Fernández de Moya ha permitido golear por casi veinte puntos a los socialistas.
Por lo demás, en Sevilla capital, la victoria en siete de los once distritos de la lista encabezada por Zoido parece que complicará al aparato regional esa denominada Operación Manijero para desmontar el actual statu quo del partido. Claro que sobre este particular próximamente les ofreceré más datos y detalles. Hoy mi convicción, mi sensación – y no solo mía – es que el PP andaluz precisa de otro líder o lideresa que el electorado meridional perciba como un auténtico candidato alfa, es decir, como un claro ganador al que se sumen otros grupos cerrando el paso a fórmulas de izquierda radical. No será desde luego con Juanma y su lentísima evolución. De ahí que, como dejé escrito aquí hace un par de semanas, la izquierda mediática lo esté cuidando como oro en paño. Es su seguro salvoconducto para que el PSOE siga en la Junta otra generación más mientras nuestras nuevas generaciones van envejeciendo sin tocar la administración autonómica. Tanto ellos como nuestros alcaldes – ya bastantes hemos perdido – precisan pues llegar a una próxima cita con las urnas bajo el paraguas de un partido con mucha mayor tensión y proyección. Por tanto, para que verdaderamente “el cambio empiece hoy” el próximo congreso regional habrá de ser abierto y participativo y cristalizar en un verdadero líder habilitado como tal y no por el famoso dedazo. Aquél que nos hizo bajar de 50 a 33 por mucho que vayamos ahora por el 33 por ciento.

*Antonio Varflora es un seudónimo empleado en sus artículos por un veterano militante del PP andaluz.