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No, el Congreso no es Las 3.000

Desde 2013 presto mi servicio de abogado pro bono, gratis total, en Las Tres Mil viviendas. Escribo, incluso físicamente in situ ahora, en Las Tres Mil.

 

Una señora diputada canaria en el Congreso le espetó ayer a la ministra de Hacienda que el hemiciclo donde se encontraban no era Las 3.000 viviendas de Sevilla. Le convenía la soltura del verbo a la señora Montero.

Fustigando a independentistas y derechas por igual, a cuenta del debate presupuestario.

Desde 2013 presto mi servicio de abogado pro bono, gratis total, en Las 3.000 viviendas. Voluntario integrado en el Comité René Cassin que funciona desde 1993. Entre sus fundadores estuvo don Juan María Bandrés.

 

En 2018 hemos intervenido en casi doscientos casos de personas a quienes se les exige una única condición: no tener un euro. Pobres de solemnidad que era como se decía cuando servidor era chico. Por tanto escribo, incluso físicamente in situ ahora, en Las Tres Mil.

 

Gracias a la bondad del Eterno, Las 3.000 no son el Congreso de los Diputados.

 

 

Todos los congresistas perciben saneados ingresos superiores en cualquier caso a los 4.000 euros mensuales. Más gabelas y otras lindezas protocolarias gratis.
Aquí o no tienen nada (ut tales), o cobran pensiones entre los 280 y los 360 euros al mes.
Y las personas y familias que obtienen, tras esperas sin cuento y burocracias de impedimento diariamente, la renta mínima de inserción, andan por los cuatrocientos al mes. Seis meses al año.

 

También gracias a la misma bondad, Las Tres Mil no son el Congreso.

 

Allí puede uno escuchar a diputados portavoces de partidos con saneadas subvenciones mentir con cara de cemento. Olvidar la palabra dada.
Insultar como el buscón de Baroja a otros diputados. Alardear de lo que no han sido capaces de hacer.
Aumentarse los sueldos y otros beneficios. No acordarse ni una puta vez de las pensionistas viudas de Las 3.000. Las familias monomaternales de Las 3000. De los dependientes de Las 3.000. O de las mujeres nigerianas que sobreviven de milagro en Las 3.000.

 

Llevamos cuarenta años de Congreso con legislaturas democráticas una tras otra.

 

Las 3.000 están aquí. Las personas sufren aquí, los delincuentes andan por aquí. La policía no está aquí y la comisaría aprobada aquí, la han puesto fuera por arte de don Zoido, diputado ahí y del señor Marlasca, ministro ahí.
No. Gracias al Eterno, Las 3.000 no somos el Congreso de los Diputados. En eso acierta la señora diputada canaria.