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No somos nada

Jean Meslier, cura, municipalista, anarquista, feminista, republicano y sobre todo ateo.

La historia del pensamiento humano tiene secretos escondidos en pequeños rincones de la intelectualidad. Son historias desconocidas para el gran público y para la mayoría de los mortales. Son historias a la vez fascinantes y enriquecedoras. Sin embargo, no sé sabe porque, pero están escondidas en lo más profundo del saber. A veces, tal vez por su inmoralidad, otros por su atrevimiento y otros simplemente por estar en desacuerdo en los principios y valores establecidos por los poderes dominantes. Ya sé sabe que el orden y la sumisión se sustenta con la ignorancia de los plebeyos.

 

Una de estas historias del pensamiento escondidas en la profundidad del saber es la del sacerdote de la Francia rural de principios del siglo XVIII, Jean Meslier.

 

Miembro ilustre del Siglo de la Luz y contemporáneo de Luis XIV. Pionero en ideas revolucionarias: municipalista, anarquista, feminista, republicano y sobre todo ateo. Ideas que tardarían años en ver la luz y a estructurarse como ideologías posibilistas, e incluso, algunas de ellas un par de siglos desde su publicación en el libro escrito por Jean Meslier: El Testamento. Una obra prohibida que por su contenido sólo salió a la luz después de su muerte, en 1729. Lo normal, si tenemos claro, que la Santa Inquisición gozaba de un estado esplendoroso y se encontraba en plena efervescencia para hacer pasar por la hoguera a aquellos que dudaban de la metafísica cristiana.

 

La verdad, es que leyendo el pensamiento de este sacerdote-ateo, me recuerda mucho a aquel grupo de punk, del País Vasco, llamado: La Polla Records.

 

Sus letras siempre tan radicales, anarquistas y ateas. Letras anti-sistema y cargadas de una ideología libertaria, como aquella canción que dice: no somos nadie, nietos de aquellos que perdieron la guerra civil, hijos de los obreros que no pudieron matar. Y es que, al final de todo, te das cuenta que no somos nadie y estamos sometidos por una oligarquía que controla el poder, pero siempre podemos encontrar pequeños rincones de libertad.