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Nuboso Día del Sol en Corea

 

Pedro Pitarch
Pedro Pitarch*

La magna parada militar del Día del Sol, en Pyongyan, se ha celebrado con la apabullante parafernalia y la precisión y esplendor habituales. Se recordaba el 105º aniversario del nacimiento de Kim II Sung, el fundador del país y de la dinastía de sátrapas  que gobierna Corea del Norte. Su nieto, Kim Jon-un, el actual líder norcoreano, presidió triunfalmente el gran desfile militar y, como final de fiesta, había preparado el lanzamiento de un  misil, con dos finalidades principales. Una, continuar su programa misilístico y nuclear, desoyendo resoluciones de la ONU, y las prohibiciones y avisos de la comunidad internacional para que desista de tal programa. La otra, enseñar músculo ante EE UU que trata de neutralizar con urgencia el peligro que, para Corea del Sur y Japón en primera instancia, y para EE UU y la paz mundial en última, significa el programa norcoreano.

El escenario se complementaba con el desplazamiento y despliegue en el Mar de Japón  de un grupo aeronaval de la Tercera Flota de EE UU y cuyo buque insignia, el portaviones nuclear USS Carl Vinson, es uno de los más potentes de la armada norteamericana. En tan escalatorio y tensionado escenario, el dictador coreano cumplió con su anunciado lanzamiento. Bueno, lo hizo a medias, porque el misil que, a las 23:21 (hora peninsular española) de ayer sábado 15 de abril, iniciaba el vuelo desde el complejo portuario de Simpo en dirección al mar de Japón, estallaba instantes después. ¿Ha sido un intento fallido? ¿Ha sido una deliberada autodestrucción? ¿Fue interceptado? Pronto lo sabremos. En cualquier caso, hay que felicitarse por ese frustrado lanzamiento que ha de servir para rebajar tensión. Tanto Pyongyan como Washington guardan silencio. De momento.  Y el grupo aeronaval norteamericano parece haber virado 180º y se aleja de las Coreas. De momento también.

 

Una situación tan delicada como peligrosa que podría conducir  a un conflicto generalizado y, en el caso norcoreano, con seguridad a la desaparición del actual régimen.

 

A pocas horas del fiasco, resulta difícil saber qué tipo de misil balístico se ensayaba, aunque los expertos norteamericanos descartan que fuera del tipo intercontinental (ICBM). Se trataría, por tanto, de un vector incapaz de alcanzar el territorio continental de EE UU. No me atrevería a juzgar el estado del subprograma nuclear norcoreano. Sin embargo, sí podría inferirse de todo lo anterior que el subprograma misilístico es todavía muy deficiente.

Las espadas siguen en alto. Ambos países, Corea del Norte y EE UU, han amenazado con ser los primeros, si “fuera necesario”, en lanzar un ataque sobre el otro. Una situación tan delicada como peligrosa que podría conducir  a un conflicto generalizado y, en el caso norcoreano, con seguridad a la desaparición del actual régimen. Y a la completa destrucción de las dos Coreas. Al fin y al cabo éstas, al contrario de lo que muchos piensan, permanecen técnicamente en la guerra comenzada en 1950. Porque en 1953 no hubo Tratado de Paz. Solo hubo firma de un cese de hostilidades. Y lo que es peor, ese soleado escenario está cubierto por las nubes de una terrible presunción: todas las armas concebidas y desarrolladas por el ser humano han sido en algún momento utilizadas.

 

*Pedro Pitarch es Teniente General del Ejército (r).

@ppitarchb