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Nuevo gobierno, nos roban la ilusión

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Ramón Triviño*

Tengo la impresión de que esa sensación que te corroe después de pasar por uno de esos períodos de la vida que marcan para siempre, se ha adueñado de muchos ciudadanos en España. No se trata de una gran depresión, sino de sentir que nos vuelven a robar la ilusión. Un sentimiento, quizás asentado en una buena dosis de ingenuidad, pero firmemente motivado por los hechos que han sucedido ante nuestras propias narices en el escenario político.

El cierre del proceso de investidura de Mariano Rajoy como presidente del Gobierno, ha puesto en evidencia que los propósitos enunciados de regeneración democrática y de apertura a una forma diferente de hacer las cosas eran pura panema. Así lo demuestra la formación de su nuevo Gabinete compuesto por las caras de siempre, con escaso peso político, con exageradas dosis de tecnócratas y meapilas, además de un cúmulo de sombras que rodean a algunos de sus miembros. Entre ellos, Iñigo de la Serna, Fátima Báñez, Dolores de Cospedal y Dolors Motserrat.

Un clima que casi de forma unánime han retratado los medios de comunicación en los que no se encuentran demasiados halagos a los pasos dados por Rajoy y que además, coincide con la culminación del golpe de mano que llevó al principal partido de la oposición, el PSOE, a facilitar el proceso anterior ya descrito.

Nuevo Gabinete compuesto por las caras de siempre, con escaso peso político, con exageradas dosis de tecnócratas y meapilas.

La ilusión se pierde al contemplar como la actual dirección socialista hurta a su propio partido la posibilidad de ser percibido como auténtica alternativa. Y todo ello, por el empeño en ponerse al servicio de una estrategia ajena a los intereses, o la opinión, de la mayoría. Es evidente que, tras la decisión del Comité Federal del PSOE, tomada en la madrugada del día 2 de octubre, con nocturnidad y alevosía, otorgándose unos poderes ilegítimos, la distancia que separa a las bases de la cúpula se acrecienta.

Incluso, los estómagos agradecidos a la organización, parecen percatarse de que el camino elegido no es el más idóneo. Ya que rompe, en lugar de coser, y agranda la distancia entre las partes. La militancia quiere votar cuanto antes para que la democracia vuelva al seno del PSOE, mientras que los mandarines pretenden que las bases entren en letargo para hacer ellos lo que estimen oportuno.

Por otro lado, el claro intento de agitar las aguas en Podemos, lanzando torpedos desde el conjunto de la derechona hacia la línea de flotación del partido que lidera Pablo Iglesias, tampoco ayuda a recuperar la ilusión perdida. Es llamativa la campaña de desprestigio que se intenta culminar sobre la figura del senador Ramón Espinar, un cazador cazado, con un supuesto delito, que de ninguna manera es equiparable a las tramas de corrupción que inundan las filas de los populares.
Concluyendo que es menester, quizá más que nunca, reunir fuerzas de flaqueza y enfrentarse con energía a la tarea de recuperar la ilusión perdida de cara a batallar con el enemigo que, sin duda, no son sólo enormes molinos de viento.

 

*Ramón Triviño es Periodista