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Ocuri

En la cima del monte de la Mora está el Oppidum de Ocuri una especie de ciudadela fortificada con origen en el siglo VI A.C.

 

Con la batalla de Ilippa en el 206 A.C se puso fin al dominio cartaginés en la península Ibérica. El ejército del general Magón, hermanísimo de del gran Aníbal tras ser vencido por las legiones de Cornelio Escipión puso pies en polvorosa desde las riberas del Guadalquivir, muy cerca de la actual Alcalá del Río en Sevilla hasta llegar a las costas de Tarifa o Cádiz, ya no me acuerdo muy bien. El caso es que no se conoce con precisión el camino que siguió para esta retirada, pero sí que lo hizo huyendo de aquellos controlados por los romanos. Muy probablemente se trasladase desde Carmona a través de las sierras de la Subbetica hacia el atlántico atravesando los actuales parques naturales de Grazalema y de los Alcornocales.

 

Existe un sendero de gran recorrido (el GR7) que va desde el estrecho hasta más allá de los pirineos.

 

En busca de restos de estos intrépidos guerreros me encontré con la calzada romana que une las localidades de Benaocaz y Ubrique en la provincia de Cádiz. Por raro que parezca esta calzada que vertebraba las comarcas serranas y las unía con la vías Augusta y Hercúlea, la vía Carteia se conserva en magnifico estado y es un verdadero placer ascender desde Ubrique hasta Benaocaz contemplando los riscos de estas maravillosas sierras.

Al inicio de la ascensión se puede ver un montículo que domina casi todo el recorrido de este tramo de vía. Y la curiosidad me llevó a comprobar que había allí arriba.

En la cima del monte de la Mora está el Oppidum de Ocuri una especie de ciudadela fortificada con origen en el siglo VI A.C. En la entrada me encontré con María Isabel Campos, una enamorada de su tierra y gran conocedora de su historia. Esta chica nos explicó con gran lujo de detalle los pormenores del descubrimiento y puesta en valor de este asentamiento ibero romano, que permaneció habitado hasta bien entrado el siglo II de nuestra era.

Pero mi mente se fue alejando progresivamente de sus explicaciones y me traslade hasta ese fatídico día de primavera del año 206 A.C imagine a Magon Barca arengando a su ejército para que resistiesen y así poder alcanzar las costas y los barcos que los devolverían a su Cartago natal. Miles de soldados y toda su logística descendiendo por esa vía empedrada a través de roquedos, preñados de acebuches, pinos, pinsapos acunados  por lentiscos, jaras, romeros y aulagas.

No me cabe duda que el fortín de Ocuri no pasó desapercibido para los generales cartagineses y allí, seguramente establecieron un punto estratégico para proteger su avance por estos territorios. Lo que en principio pudo haber sido un pequeño puesto defensivo, adquirió la categoría de ciudad amurallada y fortificada, resaltando su marcado carácter defensivo militar.

Los romanos no tardarían en hacerse con su control y como muestra de su importancia dotaron a este recinto de termas, un foro con sus edificios oficiales y un campo santo donde depositar a sus difuntos. Los jefes militares romanos que ocuparon esta fortaleza (protocastillo medieval) debieron ser de tal importancia que para alojarlos una vez incinerados construyeron un mausoleo propio de la mismísima ciudad de Roma.

 

Dos mil doscientos años después de la retirada del general Magón, esa obra de infraestructura aún perdura, gracias a la pericia de los ingenieros que las proyectaron y los maestros canteros que las realizaron.

 

Pero no hemos de olvidar que aún en el año 2001 esta magnífica obra ibero romana estaba en estado de abandono y  era prácticamente desconocida su existencia para la mayoría de los andaluces.

Gracias al desvelo y la dedicación de personas como María Isabel Campos, estas maravillas arquitectónicas propias de nuestra tierra, originales y monumentales se están poniendo en valor.

Recomiendo a los amantes de la naturaleza, de la tierra, de la cultura que visiten estos parajes,  que disfruten de una atmosfera y biodiversidad sin igual y, cerrando los ojos, se trasladen en el tiempo e imaginen las  épicas gestas de antiguos guerreros y conquistadores.

Para este tipo de aventuras es imprescindible una dosis de imaginación, ganas de respirar aire puro, cierto grado de amor por el pasado, una botella de agua y un bocata de jamón, si, además puedes disfrutar de un agradable compañero o compañera de viaje, la experiencia se quedará grabada como las antiguas esquelas romanas…pedes in terra ad sidera visus..

El resto va de suyo, como diría nuestra egregia presidenta en funciones.

Un saludo a todos los amantes de la cultura y la naturaleza.