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Paco Cuenca, y la Agencia

Pepe Torrente
Pepe Torrente*

Hubiera sido propio de un caballero de la política, visto como una acción digna de un buen tipo que gobierna una capital andaluza, no sólo no salir a culpar al gobierno de Rajoy por proponer en su momento la ciudad de Barcelona como candidata a ser sede de la Agencia Europea del Medicamento, sin reprochárselo también al Grupo Socialista del Senado que ordenó disciplina y votó favorablemente a dicha propuesta. También lo hizo el Grupo Popular, que sustenta al Gobierno.

 

Debería haber aclarado también, el Sr. Alcalde, que la candidatura de Granada no estuvo nunca en la terna, sino que fue más un deseo inacabado e inconcreto del propio primer edil, que una realidad materializada sobre la que posicionarse, con el voto a favor o en contra, en las instituciones patrias.  Debería especificarlo para demostrar eso, ser un caballero, o, como prudencia previa, callar como cómplice que fue del convenio tácito entre todos (incluidos los suyos), según el cual la capital catalana presentaba más garantías de éxito que cualquier otra ciudad de España.

 

Viene al caso la cuestión tras conocer que el alcalde de Granada ha echado la culpa al Gobierno de Rajoy, haciéndose un Puigdemont  argumental, por promover a la ciudad de Barcelona y no a Granada como sede de esa Agencia Europea que sale de Londres tras el Brexit. Al alcalde no se le recuerda rugido alguno cuando los senadores de su partido por la provincia de Granada (los del PP también), votaron a favor de Barcelona, despreciando así las posibilidades de la ciudad que él ahora gobierna.  Paco Cuenca ha preferido tirar de demagogia y medias verdades después del fracaso de la ciudad condal en su aspiración, para intentar poner el sonrojo sobre el Gobierno del PP, con tan mal tino que la vergüenza, ese boomerang, le viene de inmediato de vuelta.

 

A Paco Cuenca lo pillan siempre en los selfis de la ausencia más que en los de la eficacia. Su respetable devoción por la foto instantánea, inaugurando igual la remodelación de una cafetería de barrio que la letra M del metropolitano, no tiene la vista suficiente para guardar el equilibrio entre la institución que representa y la lógica que adornan sus argumentos. Nada de extraño tiene, dado la costumbre del personaje por adormecer en las melifluas colchas de algodón progresista las carencias que su partido presenta desde Sevilla con la ciudad que él gobierna. En cambio, sí se le ve con agilidad gatuna y perspicacia pendiente, rajar arrítmicamente con la caña y el bombo de la protesta contra todo aquello que tenga que ver, aunque sea por un simple asomo, con el Partido Popular de Rajoy o JuanMa.  Demuestra sin ambages que él es político de la escuela progresí andaluza. Una autóctona manera de ejercer el socialismo desde el PSOE que implantaran por estas tierras Chaves, Griñán y Zarrías.

 

En el PP, en el PSOE, en Ciudadanos, en Podemos, en IU, en Vamos Granada… Políticos que digan la verdad de las cosas, aunque no sea lo que más convenga a sus intereses partidarios.

 

Estamos fatigados de no tener políticos con verdadera altura de miras. En el PP, en el PSOE, en Ciudadanos, en Podemos, en IU, en Vamos Granada… Políticos que digan la verdad de las cosas, aunque no sea lo que más convenga a sus intereses partidarios. Que no se use la inteligencia de la gente para insultarla con descaro, proponiendo la reiteración goebbeliana como forma de convencimiento de su apolínea verdad, aunque ésta vaya repleta de falaces condimentos por bandera. Porque las patas cortas de la mentira tienen recorrido escaso, y están siempre más cerca de la media verdad, la peor de las mentiras, que del prestigioso vial de la senda correcta, del interés general, que no siempre es de general interés.

 

En esta patria loca de la política española, y Andalucía no es ninguna excepción, antes que mirar las ideas o propuestas se prefiere mirar quien las propone, para acentuar la crítica o el impulso según quien firme la idea. Que sea o no válida no es cuenta preferente. Ese es el drama, ese es el problema. Hemos hecho de la política una cuestión similar a la futbolera: bético o palangana, culé o merengue, indios o vikingos. Y no valoramos que todos los equipos tienen cosas de las que poder aprender y disfrutar.   

 

Hubiera distinguido al primer edil nazarí haber salido con unas declaraciones en las que reconociera la fuerza del proyecto barcelonés para la mencionada agencia; que lamentara la situación de ruptura con la legalidad constitucional, que ha puesto la dificultad en grado de insalvable fracaso para ese proyecto en la ciudad catalana. Y ofrecer a Granada como propuesta permanente para el desarrollo de ideas que nos enriquezcan social y económicamente a todos.

 

Que el interés de Estado en esta ocasión no estuvo con la ciudad de Granada es evidente. Pero es que ese fue el argumento que usó su partido para apoyar la propuesta del Gobierno en el contexto nacional.  Es lamentable querer ahora aparecer como el Robin Hood de las Agencias del medicamento europeo, cuando en el camino de los bosques de Sherwood y la Alhambra para luchar contra los invasores no hubo jinete más ausente y consentidor que él mismo, el que ahora que llegó el fracaso aparece cual Caperucita inocente, con la cesta de recoger algún fruto electoral, ahora que llueve. Que Caperucita era un cuento, pero Paco echa sus cuentas. Pobretico.

 

*Pepe Torrente es Funcionario. Columnista habitual.

@Torrentepep