Paisaje político deprimente
La política se ha convertido en un compendio de arcadas, robos y regañinas, pufos, reflujos y odios internos, lacerantes y vergonzantes.
La política actual, la que se está descubriendo ahora que el miedo es efímero y la dádiva ya no se espera (tan acaudalada como antes era), se ha convertido en un compendio de arcadas, robos y regañinas, pufos, reflujos y odios internos, lacerantes y vergonzantes.
Hemos hallado en los últimos tiempos a nuevos políticos empalagosamente cursis y repipis, y a otros más nipollas, que diríamos en Graná. Unámosle los becarios de clausura complutense, o los acomodados y experimentados trincantes de la cosa pública, y ya tenemos el lote completo, juguete comansi. Son maestros en falsear másteres. Hipócritas iletrados de carreras que irrumpen sin la gloria del esfuerzo y el estudio previos. Esa misma gloria que le quitan mediante la duda a quienes sí acreditan sapiencia, ciencia y conocimiento suficientes, aunque no alardeen de ello. Perjudican a quienes sí vienen a la política acreditados. Los justos son reos que pagan por culpa de algunos falsarios pecadores, aprovechados de la corriente neolibertadora.
No es cuestión de olvidarse de ese tres per cent que ha sido homenajeado sin rubor pero con aplausos, sin moral pero con dispendio de ditirambos a lo rambo al pater nosterde todas las fianzas de Andorra y parte del extranjero, Jordi Pujol y familia.
Ni de todas las blacks cards. Ni los gurtelíos, ereríos y puteríos que han conseguido muy eficazmente que los ciudadanos estemos hasta los web paragüell de sus impresentables convolutos. Todo un panorama deprimente. La que iba a liar Tarantino si cogiera el “fusil” de su cámara de cine, y alineara a todos estos con su objetivo. Sería el Reservoir Dogs del hartazgo social, camino hacia una nueva era. O lo que fuera.
Uno supo entonces, tras la declaración sincera de los imputeadoscoroneles del régimen andaluz, parte de los hábitos de guerra orgiástica del personal al cargo de la cartera autonómica. Que ir de putas a costa del dinero público era posible siendo director general del empleo andaluz; no sin su correspondiente raya de fariña previa. Incluso para el cómplice recadero y además conductor del vehículo oficial.
Ahora, de nuevo, sabemos también que se investiga por la benemérita si hubo en la sección contigua del SAE, la Fundación FAFFE, quien usara la black card para cardar la gana irreprimible de tener sexo a costa nuestra.
Esa manía de beneficiarse en el jardín del Edén con los cuartos del público desdén presupuestario. Y los miras a la cara, descubierto su burdo engranaje, y no ves atisbo de sonrojo en ninguno de ellos. No les cruza su rostro vereda alguna de desazón y arrepentimiento. Tienen cara de volver a hacerlo de nuevo, si pudieran.
En la última semana hemos comprobado también cómo alardean del tiempo de terror que protagonizaran, cómo denigran la paz que habrían de proponer humildes y derrotados, esos otros burladores de la libertad a través del terrorismo etarra. Los revienta nucas de la ETA maltratan el idioma español llamando disolución a lo que ha sido toda una derrota del Estado de derecho. Esos chicos de la bomba lapa que, aún hoy, redundan en el odio hacia los demás, declarando el perdón según convenga. Que sus muertos bien muertos fueron, aunque faltaran al respeto al primer derecho de la libertad que ellos dicen defender: el derecho a la vida. Justifican hoy para blanquear su oscura historia, que matar ayer era preciso para lograr los objetivos. Ni uno. No lograron ni uno. Sólo enterrar a 853 españoles.
Qué pena de paisaje, qué letargo más largo que nos espera.