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El paro andaluz en el tercer trimestre

En estos tiempos de hipersensibilidad territorial hay una línea divisoria que se mantiene. La del desempleo, que diferencia el norte y el sur. Al sur, Andalucía, con una tasa de paro del 25,4%. Al norte se sitúan Comunidades con un nivel de desempleo inferior a la que fuera la menor tasa de paro andaluza, el 12,57% que se alcanzó en 2007. Las cifras de la Encuesta de Población Activa son, para nuestra Comunidad y en este trimestre, peores de lo esperado cuando la vitalidad de la temporada turística auguraba mejores resultados.

Una provincia andaluza, Córdoba, con una tasa de paro del 30,2% cuadriplica la de Guipúzcoa, y otras cuatro se sitúan por encima del 27%. En conjunto, el desempleo sube 5.400 personas, por la disminución de la población activa -los que trabajan o buscan empleo- en 4.200. Esta es la razón por la que el descenso en el número de personas que tienen trabajo, 9.500 menos, no se ha traducido en mayor número de parados.

Son las cifras más llamativas, aunque para saber a dónde vamos, es necesario aumentar el foco. Al aumentar el campo de análisis, la línea norte sur ya no es tan clara. Parte de esa diferencia no procede del nivel de empleo sino del envejecimiento. Asturias, Galicia, Castilla León, Cantabria o el País Vasco tienen una tasa de actividad -porcentaje de personas que trabajan o buscan trabajo en relación con el total en edad laboral- inferiores a Andalucía. Aquí esa tasa es del 57,34% frente al 50% de Asturias, 53% Galicia ó 55% de Castilla León. Estas Comunidades tienen menos parados, es verdad, pero a cambio contribuyen y lo harán aún más en el futuro a aumentar el déficit de las pensiones. Como vemos, estamos demasiado relacionados como para recriminarnos nada entre territorios.

 

Harán falta más cosas, en educación, en liberalización de servicios, en superación del capitalismo de amiguetes, de las redes clientelares, de políticas activas de empleo que nunca se evalúan, o de empleos subvencionados que duran lo que la subvención.

 

Andalucía tiene más jóvenes. Son, ya digo, los que un día con su trabajo pagarán nuestras pensiones. Pero tampoco es plan de sentarnos a esperar que se jubile media España para que se haga realidad llegar a tasas tolerables de paro. No es plan, porque no vaya a ser que la robotización sustituya a esos empleos jubilados. Estos días publica la prensa una noticia en principio buena: empresas como Adidas o Reebok están volviendo a producir en Europa. La parte mala es que lo hacen robotizadas, sin apenas trabajadores y se ahorran el incremento de costes laborales en Asia.

No basta, por tanto, con tener población en edad laboral y dispuesta a hacerlo. Se requiere un ajuste entre las habilidades laborales, la formación, y lo que demande o demandará el mercado laboral. La formación profesional, los estudios de grado medio, son básicos para impulsar la innovación. Esa franja entre titulados superiores y ninguna titulación es demasiado estrella. Con todo, el problema en el futuro cercano será la falta de alternativas en los casos en los que no hay formación.

Cierto es, también, que en el último año Andalucía creó empleo a un ritmo del 3,9% – muy por encima de la media nacional situada en el 2,8%- y que la tasa de paro andaluza se aleja de ese 37% que llegó a padecer hace tan solo cuatro años. La distancia con la tasa nacional se ha reducido un punto en estos cuatro años, pero aún queda un largo trecho para regresar a la situación de hace diez años, cuando con esa tasa de paro del 12,57% “solo” estábamos cuatro puntos por encima de la media española. Hoy, es 9 puntos superior a la media nacional.

Esto son los datos anuales, los datos del trimestre, como digo, llevan a pensar que el ritmo de creación de empleo se reducirá. No puede ser de otra manera. Tras las crisis se produce un efecto rebote rápido. Se las suele comparar con una pelota que cae al suelo. Cuanto más fuerte da mayor es el rebote, pero ni los árboles llegan nunca hasta el cielo ni la pelota rebota hasta el cuarto piso.  La recuperación se inició hace ya cuatro años, y toca ya la estabilización. Harán falta más cosas, en educación, en liberalización de servicios, en superación del capitalismo de amiguetes, de las redes clientelares, de políticas activas de empleo que nunca se evalúan, o de empleos subvencionados que duran lo que la subvención. Queda un largo camino.