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Pedro Arriola, director de escena

Parece que han pasado lustros desde que se conformó el nuevo congreso de los diputados. Y de las consiguientes salidas de pata de banco de políticos del PP y periodistas del Tinto Party, acostumbrados como están a la sopa boba que, según ha revelado recientemente Anonymous, también venden en El Corte Inglés. A ver si alguien coteja los datos y nos enteramos de una vez si nuestros líderes de opinión más mimados por el sistema declaran los sobresueldos. Para qué entrar en cuestiones de ética o códigos deontológicos. Para qué perder el tiempo.

Tras la invasión de los nuevos bárbaros (rastafaris, descamisados y madres solteras incluidos), carreras periodísticas tan largas y exitosas como incomprensibles como las de Pilar Cernuda han llegado a su clímax. Que una periodista que proviene profesional y familiarmente del franquismo más troncal haya tenido ‘tanta relevancia’ en la Transición a pesar de adelantar ‘acontecimientos’ que más tarde se han revelado pertinazmente falsos,  que alguien que se ha dedicado poco más o menos que al mero chismorreo irrelevante sobre los gobiernos y los personajes del momento (el rey Juan Carlos, Suárez, Felipe, Fraga, Aznar, Rajoy, etc.) siga ahí e intente pervivir en unos y otros medios, algunos de ellos audiovisuales, a pesar de lo desagradable y atropellado de su dicción, debe tener un porqué.

[blockquote style=»1″]Cuando determinados políticos y periodistas coinciden en proferir exabruptos en relación a los malos olores de las gentes de Podemos, los piojos, los atuendos más o menos informales y seguramente sucios y lo marrandusca e irresponsable que es una madre soltera que lleva a su hijo al congreso, o cosas parecidas, están ejecutando una estrategia previamente orquestada y bien dirigida.[/blockquote]

El porqué, ya se lo habrá imaginado usted, avisado lector; es el mismo que sostiene y multiplica a los Inda, a los Herrera y a los Marhuenda de turno: se dejan usar instrumentalmente por estos u otros poderes acá y acullá como lo que son, simples correveidiles a sueldo y comisión, a veces, como es el caso de Inda, vilmente mangoneados por lo peor de las cloacas del Estado; a veces, es el caso de Herrera, en pos de jugosos negocios autonómicos y locales y una fortunita respetable. ¡Qué mejor manera de medrar en la carrera periodística que siendo útiles al stablishment! ¡Qué se va a sacar de los tiesos, por Dios!

Por eso es importante señalar que, cuando determinados políticos y periodistas coinciden en proferir exabruptos en relación a los malos olores de las gentes de Podemos, los piojos, los atuendos más o menos informales y seguramente sucios y lo marrandusca e irresponsable que es una madre soltera que lleva a su hijo al congreso, o cosas parecidas, están ejecutando una estrategia previamente orquestada y bien dirigida.

He buscado sin éxito una trascripción de una entrevista que le concedió un aristócrata, creo que andaluz, a un periodista inglés y que o bien Paul Preston o Hugh Thomas, ahí está el problema, insertaron en uno de sus libros sobre la represión en la Guerra Civil para ejemplificar la opinión que sobre el carácter infrahumano del lumpenproletariat español tenían las clases altas durante el periodo de la II República y comienzo de la Guerra Civil. Algo, el clasismo, que perduró y se hizo fuerte en el franquismo y que había pasado inadvertido en nuestra sociedad en la Transición posfranquista, se ha puesto encima de la mesa de nuevo, primero anónimamente y en las redes y, más tarde, en boca de la vicepresidenta primera del Congreso, esposa del Pedro Arriola del titular de este artículo, y de una caterva de periodistas ‘en nómina’ empeñados en demonizar y excluir a Podemos y las Mareas más allá del discurso del miedo en el que parecen cómodamente instalados buena parte de los líderes históricos socialistas y otros tantos barones, con b,  encabezados por nuestra presidenta Susana Díaz, de la noble casta de los fontaneros.

Clasismo excluyente

Hete aquí que cuando ya se deja de hablar de que éramos los menos racistas de Europa (ahora que parece que ya no es así) nos sacamos de la manga, en el país de la limpieza de sangre, un clasismo excluyente muy oportuno que desahoga a las clases altas y da rienda suelta a las clases populares de tendencia derechista a la búsqueda continua de ‘inferiores’ de clase y condición, porque al Partido Popular, que conoce muy bien hacia dónde vamos (hacia una terrible polarización social y económica), le conviene en estos momentos.

Cuando se echan a andar recursos ‘de urgencia’ como el racismo, la xenofobia o el clasismo se tarda en revertir la tendencia décadas, y lo saben muy bien. A los cabreados, pero muy españoles y muy europeos, hay que envenenarlos y darles carnaza, no vaya a ser que les dé por pensar que en las relaciones económicas y de poder están en el lado débil.

Los populares se conforman con sostener el tercio de los votantes a los que la corrupción de los propios se las trae al pairo e intentar avanzar en votos durante los cortos lapsos de bonanza económica justo en el segmento fronterizo que separa a los privilegiados de los amenazados con bajar de estatus social en periodos de ‘reajuste’ económico. Son también fundamentales para el éxito de la empresa el control casi absoluto de los medios, la despolitización y desmovilización política de las clases bajas y, cómo no, que las otras  posibles alternativas de gobierno, particularmente las una izquierda o centro-izquierda cada vez más atomizada, fracasen, de tal modo que la alternativa socialdemócrata se convierta en una leve variante de las políticas de derechas y en su fiel aliada.

Cuesta creer que, precisamente en la era del espectáculo y en esta España nuestra en la que la emoción del fútbol se ha trasplantado casi infusamente al debate político, una sola persona, y en la sombra, haya dirigido, de hecho, la escena política en España desde la Aznaridad hasta nuestros días: Pedro Arriola, el mago de las encuestas, el marido de nuestra malagueña salerosa: Celia Villalobos.

¡Será por dinero!

Que perdemos las elecciones dos veces, no te preocupes, José Mari, que mañana mismo comenzamos la campaña, ¡será por cuartos! Por cierto, esto de comenzar mañana mismo la campaña en Andalucía, se lo he escuchado muy recientemente a nuestro Juanma Moreno. Ya saben que las cadenas, y los secretos estratégicos, se rompen por el lado más débil.

Que perdemos las elecciones dos veces, no te preocupes, Mariano, que a Bambi ya lo tenemos mu nombrao en los bares y las tertulias radiofónicas, a la tercera…Ya verás qué campaña hacemos, ¡será por dinero! Y claro, mayoría absoluta. Una crisis como la del final del periodo de Zapatero bastaba, pero es el din…la magia (seguramente de procedencia ilegal), de Arriola, la que da mayorías absolutas. Eso y la máxima: ‘si gobiernas, campaña de perfil bajo y musiquilla cool como de El Corte Inglés que transmita bienestar y capacidad de compra’, y si estás en la oposición: ‘cuanto más a lo bestia mejor’ y ‘todos los recursos son pocos; que intervenga la División Acorazada Gürtel’. ‘Y dinero para FAES, con su gran poder blanqueador, que no falte’. Lo dicho: un mago y un sabio.

Y también un señor que se ha hecho multimillonario a los pechos del PP, según Marhuenda. Ahora nos queda saber si la estrategia ‘quien resiste, gana’, remozada para Mariano Rajoy, y que incluye también ese caballo de Troya que podría ser muy útil a un PP refundado y sin Rajoy que es la descalificación total y absoluta, la demonización, de esos aliados naturales e imprescindibles a corto y medio plazo para el PSOE que son Podemos. ¿No fue la señora del mago precisamente la que a la primera oportunidad se encaró con el líder de esta formación en el Congreso a cuento de la honra del PP y la corrupción? Fue como estrellar una botella de cava catalán unionista para bautizar el mercante antes de zarpar. Después vino lo de los piojos y las rastas, y lo mal que huele la chusma, y… Como diría Bob Marley: ‘Old pirates, yes, they rob I, / Sold I to the merchant ships, / Minutes after they took I / From the bottomless pit…’