The news is by your side.

Pedro Pacheco, que estás en la cárcel

Pepe Fdez
Pepe Fernández

El 24 de octubre de 2014 era viernes y Pedro Pacheco, alcalde de Jerez durante un cuarto de siglo, había quedado con unos amigos a tomar café a primera hora en un bar cercano a su casa en la calle Fermín Aranda.

Precisamente al salir de su domicilio unos agentes policiales le identifican y le detienen, conduciéndole de inmediato a la comisaría de Policía.

Hora y media después un furgón de la Guardia Civil, cumpliendo con una orden judicial de ejecución de sentencia, le trasladaba a la prisión de Puerto III. Dos años después allí sigue cumpliendo condena.

De nada sirvieron las peticiones de indulto, a las que se sumó el Obispo de la diócesis Asidonia-Jerez, muy criticado entonces.  El popular y lenguaraz político jerezano entró en la cárcel para pasar en ella muchas noches con sus días correspondientes. Cinco años sentenció finalmente el Tribunal Supremo, un año más de lo que le había impuesto la Audiencia de Cádiz.

 

Dura lex, sed lex

 

Dos cuestiones preliminares. La primera que con toda seguridad los magistrados que han entendido sobre esta Causa han aplicado correctamente los códigos y leyes correspondientes. Que nadie vea ningún indicio prevaricador.

La segunda el excesivo rigor, visto a pie de calle, con el que se ha empleado el Sistema judicial español en este caso concreto. Seguramente a Pedro Pacheco, de haberse investigado su gestión como eterno alcalde de Jerez durante 24 años, la Justicia le habría encontrado decenas de motivos para meterle mano y dura. Pero no fue así. Está en la cárcel por una golfería propia de comportamientos tradicionalmente impunes, dicho sea de paso, muy habituales en casi todas las administraciones.

Pacheco contrató a dos asesores, José López y Manuel Cobacho (significados militantes de su partido entonces), en sendas empresas municipales durante el pacto de gobierno con el PSOE entre 2005 y 2007. Por eso, por prevaricar y malversar en el sumario del Caso asesores, vive y pernocta en Puerto III desde octubre de 2014.

La condena posterior a año y medio por el Caso Estación de Autobuses y a un año y diez meses por el caso Casa del Rocio, completan de momento la corona funeraria y penal de uno de los políticos más influyentes que ha tenido Andalucía y el andalucismo político desde el arranque de la democracia.

Hoy nadie, o casi nadie, se acuerda de Pedro Pacheco. Es hasta muy probable que haya gente que crea que duerme en su casa tranquilamente desde hace tiempo, dada la idea extendida de que un político no va a la cárcel y si entra tarda poco en salir con un tercer grado. Muy pocos se paran a pensar sobre el simbolismo político que encierra el caso Pacheco, contextualizandolo en la España de 2016.

 

Pacheco, el desahogado

 

Pacheco, uno de los políticos más desahogados y con menos vergüenza del arco parlamentario andaluz de los 80-90, logró fama de no tener pelos en la lengua y lo mismo montaba un visionado privado para la prensa jerezana del famoso video de Pedro J, que le decía barbaridades a su enemigo en la hermandad andalucista Alejandro Rojas-Marcos. Por no hablar de sus aceradas lanzas contra el PSOE o el PP. Nunca midió sus palabras y tampoco calculó los efectos secundarios cuando se hizo con la propiedad intelectual de la frase “La Justicia es un cachondeo”.

Convertirse en el icono de un amplio sector de ciudadanos que no creen en la política judicial  existente y el buen funcionamiento de los órganos jurisdiccionales de este país, le valió a Pacheco convertirse para algunos en un posible objetivo para ejemplarizar sobre su llamativa cabeza. Ya caerá, debió pensar más de uno.

De hecho, a raíz de aquella declaración del jerezano, todo un presidente de la Audiencia de Sevilla, militante progresista de Jueces para la Democracia, Claudio Movilla, el que quitó el escudo con el águila de la fachada de la AP de Sevilla, hizo suya la frase del alcalde de Jerez, en directo, ante los micrófonos de la SER en el programa debate Las Cenas de la Dorada, generando cara de sorpresa entre los magistrados y fiscales presentes y gran polémica al día siguiente en los medios.

Y es que, la frase pronunciada en un calentón por Pacheco, cada uno la aplicó a su percepción personal del sistema judicial. De alguna forma muchos vieron un intento de abrir el debate, eternamente aplazado, sobre los males del sistema y sus moradores. Detrás de la palabra “cachondeo” se podían encontrar toda clase de situaciones, cachondeables por estar permitidas, por ser irregulares y por no estar corregidas ni ganas.

 

Espantapájaros

 

De aquellos polvos le vienen hoy los lodos del rigor judicial penitenciario al presidiario Pacheco Herrera Pedro, juguete roto, olvidado para la política y convertido por nuestro sistema en un muñeco de paja, con chaleco, pantalón viejo descosido y sombrero deshilachado, clavado en una estaca para que los pájaros y pajarracos del entorno tomen buena nota. Canchondeos los justos, dice el letrero imaginario que le han colgado al espantapájaros.

Llegados a este punto, convendrán por salud democrática, que un Estado de Derecho aplique la Ley con rigor debe producirnos satisfacción. Ahora bien, debieran saber muchos, que al igual que congratula comprobar como la Ley cae sobre el delincuente y que las condenas se cumplen, repugna profundamente cuando comprobamos que, con la que ha caído en España y en Andalucia que es de donde hablamos, Pedro Pacheco es el único político andaluz que duerme entre rejas desde hace 24 meses. Será porque en la política andaluza no se ha enchufados en las administraciones a infinidad de amigos, compañeros y parientes. Será porque, independientemente de lo que digan las sentencias del Juicio Final, no ha quedado evidenciado que se han saqueado muchas cajas públicas. Será, añado, porque Pacheco, que estás en la cárcel, eres el espantapájaros perfecto.