The news is by your side.

Pedro Sánchez, la tarea del héroe

Javier_Menezo
Javier Menezo

En la situación actual Pedro Sánchez reúne alguna de las características del héroe. Falta saber su opción si la del héroe trágico de la antigüedad, el que se inmola en una misión sin esperanza, un Leónidas convirtiendo las sesiones de investidura en sus Termópilas y pidiendo al viajero que va a Esparta –el Comité Federal- eso de dile a los que allí quedaron que aquí seguimos, como se nos ordenó. Como sabemos Leónidas murió. Puede, por el contrario, convertirse en el héroe moderno, como lo define Nietzsche sobre todo en la Genealogía de la moral aquel que ejemplifica la voluntad de poder, el que ha decidido eliminar los obstáculos. Podría finalmente, esperemos que no, enfangarse en la tradición de la picaresca española que, a la postre, también acabaría con él.

Reúne pues Sánchez dos elementos iniciales del héroe, atractivo y un cierto aire de melancolía o tristeza especialmente visible cuando se dirige a los miembros de su Comité Federal. Lógico. Imagínenlo allí. Habla y ve entre los oyentes a quienes les cuesta ya disimular el fastidio y la impaciencia. Los que aguardan el momento en que a la entrada de una de esas reuniones puedan hacer suyas las palabras de Octavio “A llorar a Cesar -Pedro- no he venido, sino a enterrarlo”.

A nadie se le escapa que oculto aguarda el cuarto, el que parte del Comité deseaba, el No a Pedro Sánchez mismo.

Lo que inclinaría la balanza hacia héroe trágico o moderno es lo fiel que se mantenga a la leyenda que sus pares del Comité le han escrito en su escudo “No es No”. ¡Cuántas sepulturas se adornan con escudos! Tres mini noes componen ese gran no: no a formar gobierno alternativo de izquierdas, no a abstenerse y que gobierne Rajoy y no a las elecciones. Como hay una contradicción entre ellos, a nadie se le escapa que oculto aguarda el cuarto, el que parte del Comité deseaba, el No a Pedro Sánchez mismo.

Formar Gobierno de izquierdas, el primer no, es difícil. Sería lo mejor para él ¿Cómo enterrar a César si se hace emperador? Pero es una línea roja más alta que la valla de Melilla. El héroe moderno la saltaría con su voluntad libre, sin ser condicionado por nada exterior a sus propios valores, llevando a la mayoría progresista a decidir el futuro. Por si acaso se lo dejaron muy claro, nos han colocado en la oposición nos dijeron mientras le entornaban la puerta de salida

La otra línea rojo intenso es evitar nuevas elecciones, así que queda la rojo suave casi rosa, la abstención, para la que se trabaja con tan intensidad desde tantos frentes que ya ha calado entre la gente ¿Quién no ha oído a los de la mesa de al lado de la terraza decir “lo que debería hacer Pedro Sánchez es abstenerse”? Pero es que hay dos abstenciones posibles no sólo la tan promocionada abstención pasiva, la de un pequeño grupo de diputados socialistas, los justos para que se forme Gobierno.

Se defiende esta opción con un argumento perverso. Después, si es hábil, la “aritmética parlamentaria” permitiría gobernar desde el Congreso. Como es imposible la conclusión será que no es hábil. La puerta de salida se abre un poco más. Lo cierto es que quien manda es quien hace las leyes y en esto la preeminencia la tiene el Gobierno. La iniciativa legislativa del Congreso se denomina proposición de ley. La pueden presentar 15 diputados o un grupo parlamentario. Requiere una exposición de motivos y los antecedentes que permitan pronunciarse sobre ella y echa a andar. Echa a andar y a continuación se para pues debe enviarse al Gobierno para que la informe y puede vetarla si supone un incremento o disminución de gasto. Todas las leyes lo suponen. Por tanto el Gobierno la vetará si no es presentada por el grupo que le respalda.

Para lo que no tendría capacidad es para una reforma constitucional como la de acabar con los aforamientos o modificar leyes orgánicas como la electoral, que no creo sinceramente que al PP le preocupe mucho y siempre podría responsabilizar de ello al PSOE.

Comentas esto y te responden que se le puede poner difícil al Gobierno cuando quiera convalidar decretos leyes o presentar proyectos de ley. Sin embargo, en estos años el PP en el poder ha aprobado tantos decretos leyes y aprobado en el Congreso tantas leyes que es difícil que le quede algo por tocar. Pero, además, lo importante no es que el Gobierno se garantice una mayoría a favor de sus proyectos, lo determinante es que no haya una mayoría en contra. Se lo pueden poner algo más difícil pero gobernar desde el Congreso no es meter, si acaso unas cuantas enmiendas a una ley y ello contando con que al Gobierno le interese mandar algún proyecto de ley que no sea la obligada ley de presupuestos y no le baste con decretos y órdenes que desarrollen las ya aprobadas. Para lo que no tendría capacidad es para una reforma constitucional como la de acabar con los aforamientos o modificar leyes orgánicas como la electoral, que no creo sinceramente que al PP le preocupe mucho y siempre podría responsabilizar de ello al PSOE.

Por ello la única abstención aceptable para el héroe moderno es la surgida de su voluntad y no de su pasividad, la que fuerce al PP si quiere su abstención a firmar las reformas que los socialistas desean, desde la ley de educación, a la de reforma de las prestaciones por desempleo, los aspectos fracasados de la reforma laboral y hasta la propia Constitución y poniendo fecha a las siguientes elecciones en un par de años.

En esta encrucijada nos encontramos. O formar Gobierno o una abstención que imponga las reformas que llevaba en su programa electoral no hay más opciones para el héroe moderno. Romper las ataduras que le han impuesto, imponer su voluntad y decir a quienes le votaron que su confianza no fue en vano. Para convertirse en el héroe trágico, debería aceptar el destino que le han encomendado, mantener sus noes sabiendo que al final del camino le esperan las elecciones, su salida y tras ellas la vuelta al punto del partida pero sin él. Hay, espero que no la elija, una tercera vía. Más nuestra, más política, la picaresca de intentar que parezca que la abstención pasiva se la forzaron sus pares mientras sus pares que la forzó él. Lleva al mismo camino, su salida, quizás un poco más tarde pero sin honra ni para él ni para su partido.